Portada » Filosofía » Platón y su influencia en la filosofía
Platón nace en Atenas en el año 428 a.C., con gobierno democrático, en plena Guerra del Peloponeso y en el seno de una familia aristocrática ateniense. Con apenas 20 años y una gran vocación política, entra en contacto con Sócrates, que marca decisivamente su vocación filosófica. A la muerte de su maestro (399), desengañado de las prácticas políticas atenienses, decide dedicarse a investigar cómo es posible un Estado justo. Ante el peligro de ser perseguido, realiza largos viajes que le ponen en comunicación con otros importantes centros filosóficos. Intenta aplicar su concepción del Estado ideal en Siracusa, con el tirano Dionisio, pero cae en desgracia y este lo hace vender como esclavo. Rescatado por un amigo, regresa a Atenas en 387. Allí funda la Academia (primera universidad conocida) y se dedica a la enseñanza y a componer obras de filosofía.
Permaneció en Atenas el resto de su vida (salvo otros dos viajes que hizo a Siracusa, a intentar la aplicación de su proyecto ideal de Estado), donde murió en el 347.
Su producción filosófica es muy abundante y está escrita en forma de diálogo. Es un brillante escritor que domina a la perfección el arte poético, simbolizando, a veces, con mitos muy sugerentes su profundo pensamiento.
Es el primer filósofo que, al afrontar los problemas, trata de organizar las soluciones en un sistema filosófico completo y coherente, en el que cada respuesta encuentra su lugar oportuno dentro del conjunto.
Podemos considerar a Platón como el gran fundador y el padre de la filosofía que ha llegado a nuestros días. Su pensamiento ha ejercido una poderosísima influencia en la historia de la filosofía.
La filosofía platónica fue recuperada por el Neoplatonismo (Plotino) y, a través de él, influyó en el filósofo y teólogo de la Edad Media Agustín de Hipona. Éste como una de las dos grandes líneas de pensamiento de la filosofía medieval.
Su racionalismo y su método dialéctico de acceso al conocimiento influyeron de diversos modos en los regionalismos e idealismos de la filosofía moderna. Nietzsche, en el siglo XIX, crítico de la cultura y de la filosofía occidental, verá en Sócrates.Platón el gran error de la filosofía: el idealismo. Y Popper, en el siglo XX, advirtió que el Estado ideal platónico se podía utilizar para justificar los totalitarismos. La insistencia platónica en la enorme relevancia de la buena educación de los ciudadanos para el funcionamiento justo del Estado, ha sido apreciada y reconocida por muchos
Los prisioneros de la caverna simbolizan la naturaleza humana antes de recibir la educación. Para Platón el hombre es principalmente su alma que, por naturaleza, pertenece al mundo inteligible, pero accidentalmente, en este mundo sensible, se encuentra como encarcelada en el cuerpo. Como consecuencia de esa unión, el alma está atada por las pasiones y limitada al conocimiento de las cosas sensibles, sometidas a cambio continuo, que sólo pueden ser objeto de opinión.
En el mito de la caverna, las sombras, que los prisioneros ven reflejadas en la pared que tienen frente a sí, son copias de los objetos que pasan a través de un camino que hay a su espalda y que se proyectan en dicha pared gracias a la luz de un fuego que arde entre la entrada de la cavernosa vivienda y los prisioneros. Dichas sombras simbolizan el grado ínfimo de opinión (eikasía), que es el tipo de conocimiento que poseen las personas que no han recibido ninguna educación y que, por tanto, no poseen ni la pístis ni la ciencia. Esas personas ni siquiera tienen un conocimiento directo del mundo sensible y cambiante, sino copias de la realidad; con ello, Platón parece que se refiere a las personas que creen conocer la realidad, pero en el fondo conocen las interpretaciones de la realidad, las opiniones comunes sobre la polis o también al tipo de conocimiento que tiene quien toma un aparente acto virtuoso por uno verdaderamente virtuoso o una ley injusta como si fuera una auténtica ley.
El ascenso al mundo de arriba del mito de la caverna simboliza, en general, el proceso educativo y, de modo especial, la educación del filósofo destinado a gobernar. Las diversas etapas de la paideia están en conexión con los grados de conocimiento, también simbolizados en ese proceso; especialmente los dos grados de ciencia (epistéme): el conocimiento discursivo (diánoia), sobre objetos matemáticos; y la inteligencia (nóesis), sobre las ideas o formas del mundo inteligible y del Bien. El proceso completo debe ser recorrido por el filósofo-gobernante.
El sol simboliza la idea de Bien, que es la meta última de la educación del filósofo. A partir de su contemplación se concluyen tres cosas: 1) que ella es causa de todo lo recto y bello que hay en este mundo; 2) que es causa de conocimiento y verdad; y 3) que necesariamente ha de conocerla quien quiera comportarse rectamente en su vida privada o pública.
Regreso a la caverna simboliza la función que Platón asigna al filósofo en la polis y la responsabilidad que respecto a la polis por todo lo que ha recibido de ella. Su función es gobernar la polis y dirigirla hacia el bien. Es responsabilidad y debe hacerlo por justicia, aunque le cueste y no le agrade esa tarea, porque para esa finalidad recibió toda su formación y se la debe a la polis.
Las tinieblas que le envuelven al regresar a la caverna simbolizan que la dificultad de esa tarea es doble, tanto por lo costoso que es aplicar la ciencia a la resolución de los problemas concretos de la polis, como de la resistencia que los otros ciudadano presentan a ser gobernados y dirigidos hacia el bien: no comprenden al filósofo, lo encuentran ridículo y, si pudieran, lo matarían.