Portada » Filosofía » Pensamiento Sociológico: Clásicos y Conceptos Clave
El pensamiento sociológico surge en el siglo XIX, impulsado por las transformaciones europeas. Antes, era impensable una ciencia que analizara y organizara la sociedad. La sociología, como disciplina, fue una innovación de finales del siglo XIX, definiendo su objeto de estudio en relación con la economía (el mercado), la ciencia política (el Estado) y la sociedad civil.
Saint-Simon, a través de sus escritos (cuadernos, folletos y proyectos), aunque inconclusos, fue un precursor del positivismo. Para él, la sociedad no es una mera agregación de individuos, sino una máquina organizada cuyas partes contribuyen al funcionamiento del conjunto. Tenía una concepción evolucionista del desarrollo humano, distinguiendo etapas:
Comte confiaba en los métodos científicos, el progreso y las leyes sociales. La idea de orden es fundamental en su pensamiento positivista, tanto social como metodológicamente. Los cambios debían estar contenidos dentro de ese orden. Para Comte, las sociedades funcionan como organismos, proponiendo estudiarlas en dos dimensiones:
Comte iguala el estudio de la sociedad con el estudio de la naturaleza. En la etapa positiva, prevalece un orden espontáneo y armónico, y el progreso apunta a un desarrollo ordenado.
Para Comte, positivo es inseparable de orgánico, preciso, cierto y real. La filosofía positiva se centra en las realidades apreciables por nuestro organismo. Busca solo los hechos y sus leyes, no causas ni principios de las esencias. Se atiene a lo dado, a los datos.
Durkheim considera que los hechos sociales deben ser tratados como cosas (no materiales, pero expresados en formas concretas: normas, leyes, instituciones). Postula su realidad objetiva y externa a los individuos. La realidad social no se reduce a las acciones individuales; los individuos están moldeados por entornos sociales.
Durkheim se pregunta por el orden y la moral, afirmando que en sociedades avanzadas puede surgir una nueva forma de ordenamiento expresada en un sistema de normas que limitan a los individuos.
La conciencia colectiva (no la suma de conciencias individuales) es clave en su pensamiento. Es algo exterior e superior al individuo, una síntesis de creencias y sentimientos comunes a la moral media de una sociedad.
Weber niega la aplicación de leyes generales al análisis sociológico, considerando la sociedad como una realidad histórica con elementos particulares. El centro de la sociología es la acción, no los hechos; su punto de partida es la comprensión de la cultura. Ve la sociedad como una realización práctica de los actores.
Weber considera la sociedad como una trama de acciones individuales con sentido, dirigidas hacia otros actores sociales. Entiende la sociedad como el resultado de acciones individuales orientadas a la relación con los demás, con intencionalidad.
Weber analiza la religión como formadora de prácticas de conducta que condicionan las acciones humanas y repercuten en la organización económica de las sociedades. Su visión de la modernidad es pesimista: la racionalidad extrema del capitalismo desemboca en un vértice de irracionalidad. La burocracia es la organización social arquetípica del capitalismo, una máquina perfecta donde cada individuo es una pieza que se combina con las demás.