Portada » Ciencias sociales » Paradigmas Epistemológicos en la Enseñanza de las Ciencias Sociales
Kuhn (1971) concibe el desarrollo de la ciencia, no como un proceso acumulativo (desarrollo lineal), sino como una sucesión de rupturas epistemológicas o revoluciones en el pensamiento científico, a las cuales denomina paradigma. Etimológicamente, paradigma significa modelo, ejemplo, patrón. En el ámbito científico, un paradigma es un conjunto de prácticas y saberes que definen una disciplina científica durante un período de tiempo específico. El recurso al paradigma permite sistematizar las diferentes escuelas y tendencias existentes en las distintas disciplinas.
Actualmente, tanto en la ciencia en general como en el campo de las ciencias sociales en particular, coexisten diferentes paradigmas que no comparten una misma visión del mundo, coincidiendo en los métodos, pero no en el objeto de estudio (Urkidi, 1994). Por ello, no debe hablarse de una ciencia social (histórica, geográfica, económica, etc.) única, sino de una diversidad de enfoques según el paradigma adoptado (Urkidi, 1994).
Los grandes paradigmas científicos han tendido a ser proyectados unívocamente, a partir de dicotomías o perspectivas duales. Así ha ocurrido en el campo de la enseñanza de las Ciencias Sociales, donde el pensamiento se ha organizado según la confrontación pedagógica cuantitativa-cualitativa, de la cual se pueden distinguir tres grandes modelos didácticos paradigmáticos:
Hacia mediados del siglo XX irrumpe con fuerza una corriente de pensamiento social neopositivista y racionalista. En el conocimiento pedagógico, la posición positivista ha predominado hasta entrados los años ochenta. Está centrado en el conocimiento objetivo. El docente se instituye como base y condición del éxito de la educación. Su objetivo es la creación de un sistema científico que reduzca la enorme multiestructura del mundo a una estructura coherente, objetiva y racional. La ciencia, por su neutralidad y efectividad, genera conocimientos fiables de generalización no limitada por los contextos y circunstancias concretas.
Los principios del paradigma positivista en la investigación educativa se pueden resumir en (Arnal, del Rincón y Latorre, 1994):
En el campo de las Ciencias Sociales, se propone llegar a la explicación razonada de los hechos y fenómenos sociales, a su cuantificación y a la previsión de los fenómenos hasta alcanzar su posible solución. El enfoque pretende conseguir para la investigación educativa las mismas ventajas y efectividad que han hecho de las ciencias naturales y de las tecnologías una fuente de beneficios para la humanidad (Gage, 1993). El mercado, cada vez más, se interesa por la educación, como “capacitación” que promueve el Estado: responde a demandas sociales y para ellas se orienta. La formación y el conocimiento se supeditan a intereses socioeconómicos: fin instrumental.
En el ámbito del aprendizaje, el modelo tecnicista-positivista sigue una línea conductista según la cual la mente del niño, al nacer, está vacía y su proceso de maduración es resultado de los conocimientos que va adquiriendo del mundo exterior. La Didáctica se propone enseñar al alumno un saber válido, fiable y aplicable, centrado su interés en delimitar sus objetivos, acomodar la conducta del alumno al objetivo pretendido y alcanzar con ello el aprendizaje deseado. Para alcanzar este nivel de aprendizaje deseado, se elaboran taxonomías o clasificaciones de capacidades o de objetivos a alcanzar y sistemas fiables de evaluación.
Las principales críticas se centran en los siguientes aspectos: La ciencia no es neutral, como tampoco lo es el conocimiento científico. Toda acción científica comporta pronunciamientos que van más allá de la asepsia y objetividad científica: valores implícitos, orientaciones filosóficas, modelos de conocimiento, imágenes sociales…