Portada » Lengua y literatura » Panorama de la Poesía Española Posterior a 1936: Del Exilio a los Novísimos
La Guerra Civil provocó el exilio de gran parte de la intelectualidad española. La dispersión geográfica y el prolongado destierro dificultan la clasificación en tendencias, pero comparten características como la evocación de la España perdida, el recuerdo de la guerra, el deseo de recuperar el pasado, la nostalgia y la experiencia del destierro.
La mayoría de los escritores de la Generación del 27 se exiliaron. Otros, como Moreno Villa, Juan José Domenchina y León Felipe, continuaron su labor en el destierro.
Las consecuencias de la Guerra Civil se sintieron con intensidad. El afán pedagógico de la República dio paso a una educación clasista al servicio del régimen. Se estableció una rígida censura previa para los libros. La necesidad de evasión propició el auge de la subliteratura: novela rosa, tebeos, etc.
Los poemas eran belicistas y panfletarios, exaltando a los vencedores. Revistas como Escorial y Garcilaso publicaban poemas sobre una España gloriosa, con una visión del mundo optimista. Dámaso Alonso denominó a esta corriente «poesía arraigada».
Autores:
En 1944, Vicente Aleixandre publicó Sombra del paraíso e Hijos de la ira. En León, surgió la revista Espadaña, que mostraba desasosiego existencial e indicios de poesía social, etiquetada como «poesía desarraigada».
Dámaso Alonso tuvo dos etapas: una inicial de corte juanramoniano y otra posterior, con la obra excepcional Hijos de la ira.
Espadaña propuso una poesía antiformalista. Destacaron Victoriano Crémer (La espada y la pared), Eugenio de Nora (Amor prometido y España, pasión de vida). En la poesía de posguerra, sobresalió Cántico, de Pablo García Baena. Otro grupo poético fue el postismo, con Carlos Edmundo de Ory, Ángel Crespo y Juan Eduardo Cirlot. Miguel Labordeta destacó en la poesía surrealista.
La característica principal fue su gran diversidad, con predominio del realismo social, caracterizado por un lenguaje sencillo y coloquial. La poesía debía contribuir a transformar la realidad y dirigirse a la mayoría. Se revalorizó la figura de Antonio Machado.
Blas de Otero evolucionó hacia la poesía desarraigada. Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia (ambas agrupadas en Ancia) son ejemplos de ello.
Gabriel Celaya escribió Marea de silencio (años 40), La soledad cerrada y Cantos iberos.
José Hierro publicó Corcel de Valencia y Proel de Santander.
La promoción poética de los años 60, formada por poetas nacidos entre 1925 y la Guerra Civil (Alonso Costafreda, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José María Valverde, entre otros), buscó superar la poesía social y la poesía como vehículo de comunicación. Los temas se centraron en la preocupación por el hombre, huyendo del patetismo, con una actitud crítica, irónica y satírica. Se prestó especial atención al lenguaje, alejándose del prosaísmo de la poesía social. Predominó el verso libre y la metapoesía (reflexión sobre la propia poesía).
Autores:
José María Castellet publicó en 1970 la antología Nueve novísimos poetas españoles, que incluía a autores como José María Álvarez, Félix de Azúa, Guillermo Carnero, Pere Gimferrer y Antonio Martínez Sarrión, todos nacidos después de la Guerra Civil. Estos poetas mostraron una voluntad rupturista con la tradición literaria española, fijándose en autores extranjeros como Eliot, Pound, Yeats, Cavafis, Sade, Lautréamont, Rimbaud, los surrealistas franceses, Octavio Paz o Lezama Lima.
Tenían una rica formación literaria y mostraban gusto por lo decadente y exquisito. Sus temas incluían la sociedad de consumo, problemas íntimos o colectivos, y la poesía misma. Utilizaron un lenguaje de experimentación radical, con procedimientos vanguardistas y eliminando artificios retóricos innecesarios.
El grupo de los novísimos no se limitó a los recogidos en la antología de Castellet. Algunos abandonaron la poesía por la novela o el ensayo. Otros poetas relevantes fueron Panero, Carvajal, Jover, Talens, de Cuenca, Jaime Siles y Villena. No todos los poetas siguieron estas pautas; la revista Claraboya, con Agustín Delgado, se opuso a los novísimos.
Obras destacadas: