Portada » Historia » Paises beligerantes de la guerra fría
Aunque el conflicto de Corea entra en 1951 en una vía muerta, el armisticio oficial se firma en 1953, tras la contienda la tensión se relaja notablemente entre los dos bloques.
Sin embargo, tras la muerte de Stalin en 1953 no se suavizó el dominio que la URSS ejercía sobre sus aliados de la Europa del Este, sino que se continuó reprimiendo cualquier huelga, protesta o revuelta que se produjese en Europa oriental. El mejor ejemplo de esta política fue la intervención en Hungría en 1956 para acabar con una revuelta anticomunista. Los tanques soviéticos invadieron Budapest y restablecieron la situación anterior. Más de 200.000 húngaros se exiliaron a Occidente. Los países del bloque occidental no intervinieron, por lo que esta crisis supuso el reconocimiento y la consolidación del reparto de esferas de influencia en el continente europeo.
Fuera de Europa, la estabilidad internacional fue más difícil de conseguir, ya que el debilitamiento y retroceso de los antiguos imperios francés y británico en Asia y en África generaban graves problemas. En los lugares en los que las metrópolis europeas concedían la independencia a sus antiguas colonias, existía el peligro de que los nuevos estados pidieran ayudas económicas o militares a la URSS y a sus aliados si encontraban grandes dificultades para su desarrollo. En las zonas en las que las metrópolis se resistían a otorgar esa independencia, cabía la posibilidad de que las guerrillas y movimientos nacionalistas se convirtieran en comunistas o se aliaran con Moscú. Estados Unidos se encontraba, por tanto, en una situación difícil: tenía que evitar la influencia soviética y hacer frente a la falta de flexibilidad y, en ocasiones, a la incompetencia de sus aliados europeos como potencias coloniales. Aunque los países árabes en Oriente Medio no se mostraron proclives al comunismo soviético, sí aumentó su nacionalismo y su rechazo a Occidente tras la proclamación del Estado de Israel en 1948, consentido y alentado por EEUU, Francia y Gran Bretaña. En esta área, los occidentales tenían importantes intereses estratégicos, como el petróleo y el canal de Suez. Estados Unidos formó una alianza militar permanente, para la contención de la URSS, con Gran Bretaña, Turquía, Irak, Irán y Pakistán, llamada Organización del Tratado Central (CENTO, 1959), ampliación del anterior Pacto de Bagdad de 1955. Por este acuerdo, cualquier intento de atentar contra los intereses occidentales en la zona por parte de los dirigentes árabes nacionalistas más radicales sería identificado con una posible expansión del comunismo en el mundo árabe. Más importante fue la crisis de Suez. El Gobierno egipcio de Nasser nacionalizó el canal, en manos del capital francés y británico. La respuesta de Francia y Gran Bretaña fue la ocupación militar del canal en 1956. EE UU condenó la operación y obligó a sus aliados europeos a firmar un alto el fuego y a aceptar la decisión del Gobierno egipcio. Con ello tomaba el relevo definitivo de las viejas potencias en la zona y dejaba claro su liderazgo. Aunque la URSS no consiguió que en los países árabes se implantaran regímenes comunistas, en Oriente Medio siguió desarrollándose un sentimiento antioccidental bastante generalizado y la zona se convirtió en una de las áreas internacionales más inestables durante las décadas siguientes.
Para contener los avances comunistas, EE.UU recurrió a alianzas militares permanentes que protegiesen el Pacífico, potenció el crecimiento económico de Japón, Corea del Sur y Taiwan, y estableció bases militares en los países aliados, imitando el modelo de la OTAN. Entre ellas destacaron el Tratado del Pacífico o ANZUS, entre Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda (1951), y la Organización del Tratado del Sudeste Asiático o SEATO, formada por los países citados, más Gran Bretaña, Francia, Filipinas, Pakistán y Tailandia (1954). En la Indochina francesa también se adoptó una solución similar. Los comunistas, dirigidos por Ha Chi Minh, proclamaron la República Democrática de Vietnam al término de la Segunda Guerra Mundial. Francia no reconoció a este Gobierno, establecido al norte del país y apoyado por China. La Guerra de Indochina se prolongó hasta 1954, cuando se reconoció la independencia de la región y Francia se retiró como potencia colonial. También se decidió la división de Vietnam en dos zonas separadas a la altura del paralelo 17°: Vietnam del Norte, comunista, y Vietnam del Sur, prooccidental. Sin embargo, la situación no se estabilizó, como en Corea o en China, y las guerrillas comunistas se mantuvieron activas en Vietnam del Sur. Esto hizo que Estados Unidos tomase el relevo de Francia y apoyase económica y militarmente al régimen survietnamita.
Desde comienzos del siglo XX, EE.UU. era la potencia hegemónica en el continente americano, donde realizaba intervenciones militares en países iberoamericanos, en defensa de sus intereses, tanto estratégicos como económicos. Después de la Segunda Guerra Mundial, su liderazgo se incrementó con la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1948, controlada por Estados Unidos. Mediante acciones militares directas o golpes militares promovidos por la CIA se derrocaba a todo Gobierno que intentase nacionalizar empresas o adoptase medidas excesivamente proteccionistas o sospechosas de socialismo (como se hizo en Guatemala en 1954). Paradójicamente, EEUU., en nombre de la democracia, sostuvo a diversos dictadores en toda lberoamérica y, especialmente, en el Caribe. En este contexto, cualquier revolución tenía que mostrarse antiestadounidense para sobrevivir. Esto fue lo que ocurrió con la revolución triunfante en Cuba en 1959, que puso a Fidel Castro al frente del Gobierno de la isla. El régimen de Castro, que evolucionó rápidamente hacia el comunismo, estableció un sistema de partido único e intentó exportar la revolución a otros puntos de lberoamérica. Ante las crecientes presiones y el bloqueo económico de Washington (suspensión de las compras de azúcar cubano), Castro buscó el apoyo de la URSS, que le proporcionó ayuda económica y militar. El peligro y la humillación para EE UU parecían evidentes: el “enemigo comunista” estaba a 150 km. de sus costas, en una isla que había sido casi una colonia suya. Por ello, la CIA organizó una invasión militar con exiliados anticastristas, que desembarcaron en la bahía de Cochinos (1961) con el propósito de derribar al régimen de Castro. La operación fue un fracaso total y Cuba se convirtió en un estado satélite de la URSS. Los soviéticos decidieron instalar misiles en la isla apuntando a Estados Unidos. Se trata de la denominada crisis de los misiles (1962). Estados Unidos bloqueó la isla e impidió el establecimiento de los misiles. Finalmente, la URSS cedió y no los instaló, evitando así lo que todo el planeta temía:una guerra nuclear. Aunque la URSS y su dirigente Kruschev parecieron derrotados ante la opinión pública internacional, hoy se sabe que lograron sus objetivos secretos: la retirada de misiles estadounidenses de Turquía y la promesa del presidente Kennedy de que no se volvería a atacar Cuba. Esta amenaza de una guerra generalizada supuso el comienzo de una etapa de mayor diálogo y distensión, caracterizada por la tolerancia mutua entre los dos bloques.