Portada » Historia » Orígenes y desarrollo de la Segunda Guerra Mundial
Los tratados de paz de la Primera Guerra Mundial dejaron postrados a los países vencidos. Alemania, que había perdido parte de su territorio, vio cómo su economía era embargada para satisfacer a los países vencedores, lo que hacía prácticamente imposible su recuperación. Esta situación generó un clima de resentimiento hacia los vencedores, del que se nutrió un incipiente nacionalismo extremista alemán.
Además, el triunfo del comunismo en la Revolución rusa fue recibido entre la admiración de muchos y el miedo de otros. Los países occidentales crearon Estados nuevos para frenar un posible avance revolucionario y surgió un nacionalismo extremista que se presentaba como la fuerza de choque más eficaz contra el comunismo.
En tercer lugar, la Gran Depresión de los años treinta sumió a muchos países en una terrible crisis. Las soluciones extremas se presentaban como las únicas salidas.
En estas circunstancias, la debilidad de los países democráticos y de la Sociedad de Naciones mostró un pacifismo ineficaz en la práctica y toleró el expansionismo y el rearme de Alemania e Italia.
Tras la crisis de 1929, Japón, Italia y Alemania iniciaron políticas exteriores agresivas y expansionistas para controlar mercados y materias primas básicas, y para acabar con la crisis social mediante el fomento de un feroz nacionalismo. Así, Japón ocupó Manchuria en 1931.
En ese año Alemania abandonó la Sociedad de Naciones, y en 1934 realizó su primer intento de anexión de Austria.
En 1935, Italia invadió Etiopía y reorientó su política hacia la colaboración con la Alemania nazi, dispuesta a reconocer sus conquistas. Las relaciones entre Italia y Alemania se fortalecieron cuando en julio de 1936 se inició la guerra civil española y ambas potencias apoyaron al bando sublevado. En octubre de 1936 formaron el Eje Berlín-Roma.
Francia inició, con ayuda británica, una ofensiva en el Sarre, pero fracasó. La URSS, por su parte, aprovechó la coyuntura para atacar Finlandia en noviembre de 1939, pero topó con la resistencia del ejército finlandés. La ofensiva naval británica fracasó. Un mes más tarde, Hitler conquistó los Países Bajos y Bélgica y desde aquí preparó la gran ofensiva sobre Francia. La retirada de Dunkerque abrió las puertas de Francia a los alemanes, quienes se adentraron en la región de las Ardenas en junio de 1940. La anticuada estrategia franco-británica de defensas estáticas se estrellaba ante una moderna concepción de la «guerra relámpago» alemana o Blitzkrieg, que permitió conquistar el país en solo diez días.
El empuje del Eje duró hasta la primavera de 1942, cuando comenzaron las ofensivas aliadas.
En el Pacífico, el 4 de junio de 1942 Japón tomó la isla de Midway, donde se enfrentaron las flotas nipona y estadounidense. La victoria norteamericana igualó las fuerzas navales en este océano.
En octubre de 1942, el general británico Montgomery derrotó al ejército alemán del general Rommel en el norte de África. El Afrika Korps se rindió en mayo de 1943.
En febrero de 1943, el Ejército Rojo lanzó una fuerte contraofensiva contra las tropas alemanas, que fueron derrotadas. A partir de este momento, la guerra en el este de Europa cambió de rumbo: la ofensiva alemana se detuvo y los soviéticos iniciaron avances hacia occidente.
En 1944, el ejército ruso lanzó una ofensiva de gran éxito que le llevó a las puertas de Alemania. Los aliados, comprobando que Alemania no tenía capacidad de respuesta y que la expansión rusa suponía una importante amenaza, iniciaron el 6 de junio de 1944 el desembarco de Normandía, en las costas francesas, coordinado por el general estadounidense Eisenhower. La intención era abrir un frente en el oeste para llegar a Alemania antes que los rusos. Además, los aliados continuaron los bombardeos estratégicos contra las ciudades alemanas, que mantenían desde el comienzo de la guerra. Los soviéticos lanzaron una última ofensiva y ocuparon Berlín en abril de 1945. Estados Unidos siguió su avance ocupando, a costa de numerosas bajas, las islas de Iwo Jima (febrero de 1945) y Okinawa (abril de 1945). Acabar pronto con la guerra para evitar bajas fue el argumento que dio el presidente estadounidense Harry Truman para ordenar el lanzamiento de bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki el 6 y el 9 de agosto de 1945. Así concluía la Segunda Guerra Mundial.
La faceta más brutal de la política racial nazi fue el Holocausto o la Shoah, es decir, el exterminio premeditado, planificado y sistemático de las comunidades judías en Europa. La persecución afectó también a otros colectivos, como los gitanos y los homosexuales.
Hay que entender el Holocausto como un proceso que se inició con la llegada de Hitler al poder en 1933 y que atravesó distintas fases.
Las primeras medidas contra los judíos se adoptaron en 1933 y consistieron en eliminarlos de la vida pública y mermar su capacidad económica. Se despidió a los funcionarios y se destruyeron las obras de autores judíos. La noche del 9 al 10 de noviembre de ese mismo año se produjo en Alemania y Austria la «noche de los cristales rotos», en la que miembros y fuerzas de asalto del Partido Nazi y de las Juventudes Hitlerianas saquearon sinagogas, viviendas y establecimientos judíos. 000 fueron arrestados y enviados a los primeros campos de concentración (Buchenwald y Dachau).
Se calcula que en la Segunda Guerra Mundial hubo más de 60 millones de muertos, unos 35 millones de heridos y alrededor de 3 millones de desaparecidos. Más de la mitad de los fallecidos fueron civiles. La URSS fue el país más afectado.
Además, la guerra provocó grandes desplazamientos de población como consecuencia de la liberación de prisioneros o por los tratados de paz y los cambios de fronteras. En mayo de 1945, unos 40 millones de personas buscaban en Europa un lugar en el que establecerse, entre ellos cerca de 13 millones de alemanes expulsados de Checoslovaquia y de las zonas anexionadas por Polonia y la URSS.
Los supervivientes sufrieron un intenso trauma, conscientes de la crueldad que el ser humano es capaz de alcanzar. Todos los valores éticos fueron cuestionados. El descubrimiento de los campos de concentración nazis, las masacres japonesas en China, los bombardeos aliados sobre ciudades alemanas y el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki fueron muestra de esta brutalidad.
Se formó un tribunal internacional para juzgar estas atrocidades y se definió un nuevo concepto jurídico, el de crímenes contra la humanidad.
Esto permitió un gran desarrollo de su capacidad productiva y su consolidación como potencia industrial y financiera. Para evitar que en un futuro se produjera una situación similar a la crisis de 1929, se crearon en 1944 en Bretton Woods el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de Reconstrucción y Desarrollo, llamado más tarde Banco Mundial. El objetivo era ayudar a reconstruir la economía tras la guerra y configurar un nuevo sistema mundial que facilitara los acuerdos económicos entre países.
Europa occidental perdió la hegemonía política mundial, que pasó a manos de Estados Unidos y la URSS, y también sus imperios coloniales. Ante esta situación de pérdida de peso internacional se gestó la necesidad de la unificación de Europa. Muy pronto las relaciones entre Estados Unidos y la URSS se tensaron, derivando en la Guerra Fría. Además, en Europa occidental se restablecieron la democracia parlamentaria y el sistema económico capitalista, mientras que en Europa oriental se impusieron las llamadas democracias populares, dictaduras comunistas bajo la hegemonía de la URSS.
En el verano de 1941, con la invasión alemana de la Unión Soviética, donde vivían millones de judíos, se entró en la fase más brutal del genocidio y del Partido Nazi y algunos empresarios alemanes. Se adoptó la llamada Solución Final, que provocó la eliminación masiva y planificada de los judíos en cámaras de gas y su desaparición en los hornos crematorios de los campos de exterminio; algunos de los campos de exterminio más terribles fueron Sobibor, Treblinka, Belzec, Majdanek, Chelmno y Auschwitz-Birkenau. En este último se asesinó a más de un millón de judíos y unos tres mil gitanos, además de llevarse a cabo en él terribles experimentos genéticos y médicos.