Portada » Economía » Optimización de Costes en la Gestión del Mantenimiento: Enfoque Contable y Estratégico
Medir, analizar, registrar y controlar los costes asociados al mantenimiento para optimizar recursos y apoyar decisiones empresariales.
Facilitar información detallada y analizada para optimizar el uso de los medios disponibles y apoyar decisiones operativas y de control de gestión.
El CMI (Cuadro de Mando Integral) es una herramienta útil para interrelacionar los resultados financieros y no financieros del mantenimiento, alineándolos con los objetivos empresariales.
Las etapas generales incluyen:
Consiste en equilibrar la necesidad de garantizar la disponibilidad operativa de los equipos con los costes asociados al almacenamiento de repuestos. Es inviable operar sin stocks debido a la imprevisibilidad de las averías, los tiempos de entrega y la necesidad de asegurar la disponibilidad.
Los costes de mantenimiento han evolucionado desde ser considerados un mero coste indirecto a ser vistos como una actividad estratégica fundamental, alineada con los objetivos globales de la empresa. Herramientas como el CMI permiten analizar tanto los resultados financieros como los no financieros de esta actividad.
La contabilidad financiera se enfoca en generar información para usuarios externos (inversores, acreedores, reguladores), siguiendo normativas estandarizadas. La contabilidad de costes (o de gestión) se centra en el análisis y registro detallado de los costes internos para facilitar la toma de decisiones operativas y de gestión dentro de la empresa.
Es el equivalente monetario de los recursos consumidos (materiales, mano de obra, servicios, etc.) para producir bienes o prestar servicios.
Los costes directos se pueden asignar de forma inequívoca y directa a un objeto de coste (producto, servicio, orden de trabajo). Los costes indirectos, al ser comunes a varios objetos de coste, requieren un criterio o base de reparto (ej. horas máquina, metros cuadrados) para su imputación.
También conocido como umbral de rentabilidad, es el nivel de actividad (ventas, producción, horas de servicio) en el que los ingresos totales igualan a los costes totales (fijos más variables). En este punto, la empresa no obtiene ni beneficios ni pérdidas.
Es el documento contractual que define de manera precisa el alcance, los límites, los criterios de calidad y las condiciones técnicas y administrativas para la contratación externa de servicios de mantenimiento. Facilita el control y establece bases claras para la relación con el proveedor.
El LCC (Life Cycle Costing) es una metodología que evalúa todos los costes e ingresos asociados a un activo a lo largo de toda su vida útil (desde la adquisición hasta el desmantelamiento). Destaca la importancia de considerar los costes de operación y mantenimiento a largo plazo, no solo el coste inicial de compra.
Es un inventario adicional que se mantiene por encima del stock operativo normal para cubrir contingencias inesperadas, como retrasos en la entrega de proveedores, picos de demanda imprevistos o averías no planificadas. Su objetivo es prevenir roturas de stock y garantizar la continuidad del mantenimiento.
Los costes de recursos humanos en mantenimiento incluyen:
La mano de obra se clasifica, como se mencionó anteriormente, en: directa, indirecta y ocasional.
El stock de repuestos comprende todos los materiales necesarios para realizar las actividades de mantenimiento. Incluye:
El objetivo principal es garantizar la disponibilidad de los repuestos necesarios en el momento adecuado, minimizando al mismo tiempo los costes totales asociados al inventario (coste de pedido, coste de almacenamiento, coste de rotura). Se utilizan conceptos y herramientas como:
Un pliego de condiciones bien redactado es crucial porque:
Debe contener, como mínimo:
Un pliego mal redactado puede generar:
Los principales factores que influyen en la gestión de repuestos incluyen la variedad de materiales requeridos y las políticas internas de mantenimiento (preventivo vs. correctivo). El dilema fundamental reside en equilibrar dos extremos: mantener un amplio surtido con bajo stock por artículo (riesgo de rotura) frente a un surtido reducido con gran stock por artículo (altos costes de inventario). El Método ABC ayuda a gestionar este dilema clasificando los stocks según su valor económico anual (consumo anual x coste unitario), permitiendo aplicar un control más estricto a los artículos ‘A’ (de mayor valor) y más flexible a los ‘C’ (de menor valor) para optimizar el esfuerzo y los costes de gestión.
El Modelo de Wilson busca determinar la cantidad óptima a pedir (lote económico) en cada orden de reposición para minimizar los costes totales de inventario (coste de realizar pedidos + coste de mantener inventario). Se basa en los siguientes supuestos:
Sus fórmulas permiten calcular el lote óptimo (Q*) y el plazo óptimo entre pedidos, considerando la demanda anual, el coste por pedido y el coste de almacenamiento por unidad. Su utilidad radica en proporcionar una base matemática para la toma de decisiones sobre cuánto y cuándo pedir, aunque sus supuestos restrictivos limitan su aplicación directa en entornos complejos, sirve como punto de partida para modelos más sofisticados.