Portada » Historia » Oposición y Descomposición del Sistema en España (1903-1923): Republicanismo, Nacionalismos y Conflictos Sociales
Fue la principal fuerza de oposición. En 1903 nació la Unión Republicana, una coalición de grupos republicanos liderada por el veterano político Salmerón y Lerroux. La Unión Republicana consiguió diversos éxitos electorales y se acercó a los nacionalismos regionalistas. Lerroux fundó el Partido Radical, de marcado carácter anticatalanista, con un discurso demagógico, anticlerical y revolucionario. A excepción de Lerroux, la colaboración del republicanismo con el PSOE llevó a la creación de la Conjunción Republicano-Socialista que obtuvo cierto éxito. Además, apareció un nuevo grupo político republicano, el Partido Reformista fundado por Melquíades Álvarez.
En Cataluña destacó el predominio político de la Lliga Regionalista liderada por Enric Prat y Francesc Cambó, que obtuvo éxitos electorales. Paralelamente, se fue consolidando un catalanismo de adscripción republicana. Se constituyó la coalición electoral Solidaritat Catalana, que agrupaba a catalanistas, republicanos y carlistas y que obtuvo un gran éxito en las elecciones hasta 1931, cuando Esquerra Republicana de Catalunya lograría el triunfo en las elecciones.
El nacionalismo vasco estuvo marcado por las disputas sobre el independentismo, el autonomismo o el catolicismo. A pesar de la fragmentación política, el gran auge económico del País Vasco favoreció el crecimiento del nacionalismo, sobre todo en Vizcaya. El PNV creó su propio sindicato de confesionalidad católica, Solidaridad de Obreros Vascos. A partir de 1917, el nacionalismo vasco empezó a tener representación parlamentaria notable.
A inicios del siglo XX falleció el pretendiente Don Carlos de Borbón, siendo sucedido por su hijo Don Jaime de Borbón. Tanto integristas como carlistas aceptaron la participación electoral y siempre dispusieron de representación en el Parlamento. La derecha reclamaba la necesidad de una dictadura que impusiese el orden social, apoyando a Primo de Rivera. Con la llegada de la República en 1931, los tres grupos consiguieron unificarse en la Comunión Tradicionalista.
Entre las fuerzas sociales que el régimen fue incapaz de incorporar figuraron el PSOE, la Unión General de Trabajadores (UGT) y la CNT. A partir de 1917, el sindicalismo socialista empezó a crecer en Madrid, País Vasco, Asturias, Andalucía y algo menos en Levante. El auge del sindicalismo socialista estuvo acompañado por el crecimiento del partido socialista. En 1918, Besteiro y Largo Caballero consiguieron actas de diputado por Madrid, mientras Indalecio Prieto las obtuvo por Bilbao. Sus nuevos dirigentes se mostraron claramente partidarios del parlamentarismo y de una política reformista y moderada. El estallido de la Revolución rusa dio lugar a que algunos militantes del socialismo se mostraran partidarios de los bolcheviques y se escindieran del PSOE, fundando el Partido Comunista de España.
Al iniciarse el siglo XX, Solidaridad Obrera impulsó la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). La CNT se definía como revolucionaria y presentaba una ideología basada en la independencia del proletariado, la necesidad de la unidad sindical de los trabajadores y la voluntad de derribar el capitalismo. La acción revolucionaria debía llevarse a cabo mediante huelgas y boicots hasta proceder a la huelga general revolucionaria. En la etapa de la Primera Guerra Mundial se abrió una etapa de colaboración con la UGT, mientras que en los años posteriores a la guerra se tomaron importantes acuerdos, como la creación de los Sindicatos Únicos de la Industria y se reafirmó el apoliticismo y la necesidad de negociación directa entre obreros y patronos.
El régimen de la Restauración entró en una progresiva descomposición. Los partidos políticos se fragmentaron y se recurrió con frecuencia a los gobiernos de concentración. El más relevante fue el Gobierno Nacional impulsado por Maura. Fracasados los gobiernos de concentración, se volvió al turno dinástico. Hubo en total 10 cambios de gobierno y fue constante el recurso de medidas de excepción, a la suspensión de las garantías constitucionales y a la clausura del Parlamento.
Los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial fueron de gran conflictividad en toda Europa. El triunfo de la revolución bolchevique y el establecimiento del Estado soviético en Rusia dieron alas y esperanzas a todos los grupos revolucionarios. En España, el final del conflicto europeo propició un cambio brusco de las condiciones económicas, lo cual provocó de nuevo la movilización obrera y un espectacular crecimiento del sindicalismo. El movimiento huelguístico fue en Barcelona donde alcanzó mayores dimensiones. En Andalucía, la situación de miseria del campesinado dio lugar al trienio bolchevique (1918-1921). Los anarquistas y los socialistas impulsaron revueltas campesinas motivadas tanto por el hambre de tierras como por el deterioro de los salarios y de las condiciones de vida. Se quemaron cosechas, se ocuparon tierras y muchos municipios llegaron a estar controlados por los comités de huelga. Córdoba se convirtió en la punta de lanza del movimiento campesino. La declaración del estado de guerra y la detención de sus líderes pusieron fin a la rebelión.
La conflictividad laboral degeneró en una radicalización de las posiciones de los sindicatos y de la patronal, sobre todo en Cataluña. Los patronos instituyeron la Federación Patronal, contrataron a pistoleros a sueldo para asesinar a los dirigentes obreros y fundaron el Sindicato Libre, que emplearon en su favor fomentando las acciones violentas contra el sindicalismo anarquista. Algunos grupos de la CNT respondieron a esta situación practicando también un activismo violento. La Federación Patronal barcelonesa exigía medidas de fuerza y el gobernador civil de Barcelona protagonizó una política de protección de los pistoleros de la patronal; ejerció una dura represión contra los sindicalistas. Todo ello originó la época conocida como el pistolerismo (1916-1923).
En 1921 se nombró al General Silvestre, partidario de atacar a las cabilas rifeñas. El ejército español fue derrotado en Annual y se produjeron unas 13000 bajas. Sería discutido en el Parlamento el caso de Annual y se iban a pedir responsabilidades que podrían implicar al propio monarca, lo que movilizó a los sectores del ejército y de la derecha, que desde hacía tiempo veían la solución a la crisis en una dictadura militar.