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Conforme avanza el Siglo XVII tiene cada vez más importancia del teatro cortesano, que se representaban en los palacios de los nobles o en el del rey. Este teatro es más complicado escenográfica y formalmente que el de los corrales. A veces el texto literario tenía un carácter secundario en beneficio del puro espectáculo, en el que era ingrediente fundamental la música.
Las representaciones estaban hechas por actores profesionales, aunque, en ocasiones, intervénían los nobles e incluso el propio monarca.
El auto sacramental
El auto sacramental es una obra en un acto, con personajes alegóricos, que desarrolla un tema religioso con intención didáctica y que concluye con la exaltación de la Eucaristía. Tenía su origen en el teatro religioso medieval y su precedente inmediato en las farsas y otras piezas sacramentales y alegóricas del Siglo XVI.
Se representaban en plazas públicas con ocasión de la fiesta del Corpus, la asistencia era libre y el montaje estaba costeado por los ayuntamientos. Se trataba de una auténtica fiesta barroca con presencia masiva de público. El escenario estaba constituido por carros, inicialmente muy sencillos, pero luego muy sofisticados, con utilización de maquinaria para mover la muy rica escenografía.
Los autos sacramentales tenían una gran importancia para toda la organización teatral de la época, porque proporcionaban un gran prestigio a las compañías elegidas cada año para su representación.
Reducción a tres actos o jornadas
La necesidad de mantener la atención del público puede explicar también la división en tres actos o jornadas de las comedias españolas, frente a los cinco actos del teatro clasicista. Así, de forma directa, el escritor puede exponer el asunto en la primera jornada, desarrollarlo en la segunda y concluirlo en la tercera: planteamiento, nudo y desenlace.
Ruptura de la regla clásica de las tres unidades (lugar, tiempo y acción)
Proporciona mayor variedad y espectacularidad:
– La unidad de lugar exigía que la obra se desarrollara en un mismo lugar o lugares próximos, pero en las comedias españolas es frecuente que los hechos sucedan en sitios diversos.
– La unidad de tiempo prescribía que el argumento dramático transcurriera como máximo durante un día, prescripción que no cumplen las comedias barrocas.
– La unidad de acción establecía que los sucesos dramatizados estuvieran todos relacionados con un caso central y único, en las que se desarrolla una acción principal,aunque el carácter de esta segunda acción depende muchas veces del tema de la comedia.
La renovación de la comedia con Calderón tenderá a un lenguaje más complejo.
Para asuntos de mayor trascendencia: endecasílabos y heptasílabos; para temas ligeros, versos castellanos de arte menor).
Estos consejos no se siguen al pie de la letra, pero sí la variedad de estrofas, que rompe la monotonía expresiva según el desarrollo de la acción. El romance para una historia o narración; el soneto para el que espera; la redondilla y la quintilla son frecuentes en los diálogos; las estrofas de versos de arte mayor para asuntos serios.
guapo y valiente.
hermosa y enamoradiza.
Puede ser un viejo o el mismo rey, hace la función del poderoso que soluciona fácilmente el conflicto.
Antagonista, que se opone al galán.
Criada, acompañante y confidente de la dama
Criado, también confidente del galán y que suele desempeñar la función de gracioso.
Temas
b)
de la Antigüedad, de la Edad Media europea, leyendas locales, asuntos tomados de crónicas hispánicas medievales, del Romancero…
c
d)
son las más frecuentes. Se desarrollan en un ambiente desasosegado, propicio para el enredo, con profusión de quejas, riñas, celos. En estas comedias el final feliz es lo normal, aunque existen excepciones.
Pese a la variedad argumental y temática, existe en las comedias españolas del Siglo XVII una visión del mundo esencialmente idéntica. Se presenta una sociedad jerarquizada, en la que cada cual conoce muy bien el lugar que le corresponde. En la cúspide de la pirámide social se halla el rey, encarnación de la monarquía, concebida como institución teocrática cuya fuente de poder se encuentra en Dios mismo. Evidentemente, se trata de una sociedad cristiana en la que no caben disensiones ni herejías.
Se defiende asimismo la necesidad de un orden que, de ser alterado, ha de ser restaurado, lo que explica que las jerarquías resulten imprescindibles. El teatro Barroco defiende, por tanto, el sistema social del momento y sirvió como eficaz medio de propaganda de las ideas que sustentaban este sistema social, sin olvidar que el elemento cómico resultaba también un medio de evasión de la realidad.
El teatro Barroco contó con la oposición de moralistas diversos que pretendieron su prohibición porque decían que era una fuente de malos ejemplos y enseñanzas, criticaban a los cómicos por su vida licenciosa y censuraban a los dramaturgos por contribuir a la degradación moral. Por breve tiempo, lograron la prohibición del teatro (en 1588 y en 1644), pero la importancia institucional del fenómeno y la propia estructura de las compañías sirvieron de freno a la prohibición porque tanto los municipios, como corona y la Iglesia se servían de él para sus fines económicos, propagandísticos o ideológicos.