Portada » Arte » Obra del Renacimiento español
Estructura política que suele tomar la forma de una monarquía y que se basa en la supeditación de una serie de pueblos a otro que los domina.
Si nos referimos al arte, es toda aquella obra que, además de cumplir con su función estética, cubre una necesidad y se diseña teniendo en cuenta su utilidad práctica.
Urna o recipiente tallado en piedra, madera o terracota, destinado a albergar el cuerpo de un difunto.
Banquete que se da en honor a un finado.
Es aquella cuyos edificios sirven para uso y disfrute de la población general, al contrario que la arquitectura religiosa (dedicada al culto de los creyentes de una fe) o la militar, con edificios destinados a la defensa.
Luchador que en Roma se enfrentaba en combates a otras personas o animales, a veces a muerte, en espectáculos celebrados en los anfiteatros que atraían a las masas.
Tablero de ajedrez. Disposición de una superficie en cuadrículas separadas por líneas perpendiculares.
Arte promovido por el estado, en cualquier lugar o época.
Conjunto de las leyes, costumbres y procedimientos legales usados en la antigua Roma, base del derecho occidental.
Aquella lengua que se se usa entre personas o pueblos que hablan distintos idiomas. En el caso del mundo contemporáneo, la lengua franca es, sin ninguna duda, el inglés.
Mezcla de argamasa de cal y arena con grava y cantos rodados.
Bustos de tradición etrusca hechos a partir de mascarillas de cera que se aplicaban al rostro del difunto para crear un molde.
Espacio cóncavo, generalmente semicircular o poligonal, que se abre en un muro o paramento arquitectónico para dotarlo de profundidad. Cuando está cubierta y se encuentra en el interior de una construcción se convierte en un ábside.
Recurso ornamental arquitectónico romano usado en los edificios con varias plantas o pisos, de manera que en cada uno de ellos se coloca un orden arquitectónico distinto, siempre de modo que el orden toscano o el dórico se sitúa por debajo del jónico, y este por debajo del corintio o del compuesto. Raramente se superpónían más de tres órdenes.
Conducto de gran longitud usado para llevar el agua desde los manantiales a los núcleos urbanos. Apenas tenían pendiente, por lo que necesitaban arcos para salvar valles y túneles para atravesar montes.
Que no está destinando a perdurar. En Arte, es lo opuesto a permanente.
Técnica pictórica usada para crear sensación de volumen y tridimensionalidad graduando el tono del color.
Escritor dramático, autor de obras de teatro.
Utelería, conjunto de enseres que aparecen en escena.
(Lapintura romana técnica al fresco) A partir del siglo II a.N.E. Las decoraciones murales de palacios, villas y templos son pictóricas. Son pinturas de variados temas, destacando los costumbristas y los mitológicos, son hechas al fresco y se distinguen cuatro estilos pictóricos, los llamados estilos pompeyanos (por haberse constatado en el yacimiento arqueológico de la ciudad de Pompeya):
1. Primer estilo o de incrustaciones. Aparece hacia el siglo II a.N.E. Se imitan materiales nobles, como el mármol, con sus vetas de colores. Se representa un zócalo de piedra y el resto se pinta de colores mates o imitando grandes placas de mármol. Por último, se acaba con un remate a modo de friso, de manera que la estructura compositiva es tripartita. 2. Segundo estilo o arquitectónico (a partir del siglo I a.N.E.). Se simulan arquitecturas, como arcos, frontones, columnas, etc., que enmarcan escenas con ricos efectos de trampantojo. Los muros se asemejan a auténticas pinacotecas.
3. Tercer estilo u ornamental. Aparecen grandes paneles en el centro de los muros, a la manera de cuadros de caballete. Las figuras se hacen más realistas, perdiendo el contorno y ganando en volumen y claroscuro.
Florecíó al inicio del Imperio. 4. Cuarto estilo (escenográfico o ilusionista). Es clara evolución del estilo ornamental. Los efectos de trampantojo del segundo estilo se funden con los paneles del tercero para dar lugar a unos efectos ricos y complejos de sensación tridimensional, de manera que el muro se funde con la pintura, desmaterializándose. Además, los retratos y rostros humanos están mucho más logrados y llenos de verismo, y los pintores ya dominan los rudimentos de la perspectiva, aunque no tengan a un punto de fuga único. Además de los frescos, conservamos algunas pinturas sobre tabla que nos hablan del Realismo y la maestría alcanzados por la pintura romana, en la estela de la griega. Se trata de los ya conocidos Retratos de El Fayún, conservados gracias al estable clima egipcio.
(mosaicos) Los romanos fueron un pueblo culto y refinado que solía embellecer sus viviendas con toda clase de lujos a su alcance, pero sobre todo gustaba de elementos prácticos que le hicieran la vida más cómoda. En este sentido, los romanos fueron grandes maestros de la pavimentación, desde los lisos suelos de mármol pulido de los edificios oficiales a los mosaicos, que gozaron de gran popularidad y en general decoraban los suelos de las estancias privadas de quienes podían permitírselo (los pobres se conformaban con suelos de tierra pisada o batida o con baldosas de barro cocido o ladrillo). A partir de la época tardorromana también se cubrirán de mosaico los muros, por influjo oriental (el Imperio Romano de Oriente, futuro Imperio Bizantino). Los mosaicos, llamados a veces por su nombre griego, lithostroton, son superficies polícromas formadas mediante la composición de formas y dibujos a base de trozos de piedra (y, a veces, de ladrillo, vidrio, metal o cerámica polícroma) llamadas teselas. Hay diferentes clases de mosaicos: Opus sectile. Se usaban piezas realizadas con grandes trozos de piedra (desde dos o tres centímetros hasta trozos grandes, de diez o veinte), generalmente de mármol, que se recortaban y ajustaban al dibujo. Opus tesselatum. Se elaboraba con piedrecitas de colores talladas en forma de cubo (teselas), de uno a dos centímetros de grosor, que formaban dibujos de viva policromía. En la villa de Carranque (Toledo) o en la Casa de Orfeo (Zaragoza) se pueden encontrar algunos de los más hermosos de Europa y de los mejor conservados. Opus vermiculatum. Era como el anterior, pero las teselas alcanzaban tamaños diminutos (del orden de milímetros), aumentando las posibilidades cromáticas y compositivas, produciendo obras de gran calidad pictórica. Opus signinum. Eran mosaicos realizados con una base de argamasa en la que se incrustaban teselas o guijarros, de diferentes calidades. Era el más antiguo y rudimentario, pero también el más usado al resultar su fabricación mucho más barata que el resto de variantes musivarias. A veces se colocaban en medio de los mosaicos los emblemata, cuadros de pequeñas teselas (de opus vermiculatum), de gran colorido, Realismo y dominio de los efectos volumétricos.
(Arquitectura religiosa y conmemorativa ) Templos. Los templos romanos eran parecidos a los griegos, pero aquí las columnas no eran sustentantes, sino que estaban adosadas a la estructura, estando exentas sólo en el frontal. Además, el orden dórico se sitúa sobre un pódium, pierde las estrías y se estiliza, pasando a denominarse toscano. La estructura de los templos romanos es herencia directa de los etruscos, conservando en algunos casos la cella tripartita de la Tríada Capitolina: Júpiter, su hermana y esposa Juno y Minerva (asimilada a Atenea). Entre los templos romanos más importantes que se conservan se encuentran el de la Fortuna Viril, en Roma y la Maison Carrée, en Nimes, ambos del siglo I a.N.E. Existe otra tipología de templo romano, esta vez con planta central, circular, a la manera del tolos griego pero con las columnas adosadas a la estructura (como es habitual en el arte romano), como el caso del Templo de Vesta, en Tívoli, o el Panteón de Agripa, del siglo II a.N.E, reconstruido por Adriano varios siglos después. En este caso se le añadió un pórtico presidido por un frontón a la entrada, y se cubríó por una cúpula (con el interior cubierto a base de casetones y con un amplio óculo o lucernario en su centro, para iluminar el interior del edificio) que fue durante muchos siglos la mayor cúpula jamás construida
Monumentos conmemorativos. Era habitual, tanto durante la República como durante el Imperio, que se erigieran monumentos en honor de un general victorioso, o un emperador o como recuerdo de un hecho memorable. En un principio estos monumentos eran un claro ejemplo de arquitectura efímera, ya que se desmantelaban cuando acababa la celebración, pero muy pronto se empezaron a construir en piedra y se monumentalizaron. Las tres tipologías más importantes fueron: Columnas conmemorativas, como la Columna de Trajano, del siglo II d.N.E., erigida para conmemorar la conquista de Dacia (en la actual Rumanía), que destaca por el novedoso uso del relieve (como se verá). Aunque la de Trajano es un buen ejemplo, por lo general eran mucho más pequeñas y solían coronarse por figuras conmemorativas. Arcos de triunfo, como el Arco de Tito, del siglo I d.N.E, o el de Constantino, del siglo IV d.N.E. Los arcos de triunfo podían tener un sólo vano o tres, con uno central de mayores proporciones, y presentaban las típicas columnas adosadas. Se coronaba con un ático, consistente en un trozo de entablamento con una inscripción conmemorativa, sobre el que se erigía la estatua del homenajeado, generalmente en bronce sobre una cuadriga. Suele tener relieves y casetones en las enjutas y el intradós y adornos como roleos (volutas o adornos en espiral), grutescos (motivos caprichosos animalísticos, vegetales o monstruosos, representados sobre un eje de simetría vertical), clípeos (círculos con el busto de un personaje) y guirnaldas (adornos en forma de colgaduras vegetales, formados por hojas, flores y frutos unidos por cintas). Altares, en honor de diversas divinidades. Destaca, por su monumentalidad e importancia de los relieves que lo cubrían, el Ara Pacis de Augusto. En el Renacimiento, los relieves del Ara Pacis se convertirán en todo un catálogo para el repertorio decorativo de los artistas, que copiarán sus guirnaldas, medallones, grutescos, etc.
(escultura romana) La escultura romana tuvo grandes influencias griegas y etruscas, de los primeros en cuanto al canon de belleza y de los segundos el Realismo, heredero de las imagines maiorum. Se cultivó el retrato y el relieve. Se esculpen los retratos en todas sus posibilidades: busto, ecuestre, de cuerpo entero, sedente, etc… Los materiales habituales son la piedra, el bronce y el mármol. Fueron policromadas hasta el siglo II d.N.E. El arte griego ejercíó una notable influencia. De hecho, se conservan númerosísimas copias romanas de originales griegos. La escultura de la etapa helenística griega, con su detallismo, verismo y representación psicológica del pathos se confunde con la escultura romana hasta tal punto que se ha descubierto hace escasas fechas que el grupo del Laocoonte es, en verdad, una copia romana, y no un original griego. El relieve aparece en las columnas y en los arcos de triunfo. Cumple la función de narrar acontecimientos históricos y pretenden difundir los grandes hechos de la historia de Roma de una manera propagandística. Excelentes ejemplos son la Columna de Trajano y el Ara Pacis de Augusto. Durante el periodo republicano, la escultura romana bebe de dos fuentes claramente discernibles: el Realismo funerario etrusco y el helenismo griego. Fruto de esta interacción es la ingente producción de retratos de todo tipo, caracterizados por su Realismo extremo. Destaca el Brutus Barberini o las decenas de retratos de patricios y cónsules que se conservan, como el caso de Julio César. Estos retratos suelen ser bustos, aunque también los hay de cuerpo entero. En la etapa imperial (desde el siglo I a.N.E.) el retrato se idealiza y adquiere muchas de las carácterísticas de la escultura clásica griega (como se comprueba en el Augusto de Prima Porta), aunque sin perder naturalidad y Realismo. Prolifera en este periodo clasicista el retrato de los emperadores, como el de Caracalla, de gran verismo y profundidad sicológica, y nuevas tipologías propagandísticas, como los retratos ecuestres, de los que el de Marco Aurelio, en bronce, es paradigmático. Las facciones se idealizan y dulcifican a la par que los gestos se humanizan, y se tiende a buscar un equilibrio clásico que recupera los modelos del pasado (como el caso del Doríforo, que sirvió de clara inspiración para Augusto de Prima Porta, como vimos). En la etapa imperial el retrato femenino se barroquiza y se exhiben complicados peinados, como se observa, por ejemplo, en la llamada Dama de la permanente, donde los artistas pugnan para demostrar su maestría en efectos de claroscuro logrados con el trépano (taladro).
Destaca de esta época el llamado relieve histórico, de carácter pura y netamente propagandístico de los emperadores, que se inaugura con el Ara Pacis de Augusto y que continúa con obras maestras como los relieves de los arcos de triunfo (como los del Arco de Tito) o las columnas conmemorativas (como la de Trajano). Se caracteriza, además, por integrar el escenario en forma de paisaje o de arquitectura para lograr sensación de profundidad, además de otros recursos técnicos, como disponer las figuras en dos planos, el más profundo menos definido. Por último, en el Bajo Imperio o periodo tardorromano (siglos II al V d.N.E.) el arte en general y la escultura en particular se tornan más expresionistas, cobran rigidez y las formas se tornan monumentales, solemnes, casi anticipando el mundo bizantino, muy influidas por la nueva religión oficial, el cristianismo. Prolifera el simbolismo y el relieve historiado de los sarcófagos, que suelen mostrar ahora temas cristianos, esencialmente bíblicos, símbolos referentes a Jesucristo, como el pez o el lábaro, y las formas se esquematizan, perdiendo las proporciones clásicas.
(Literatura romana) El teatro romano, al contrario que el griego, apenas fue utilizado para elevar la educación del pueblo o como elemento moralizante, sino que la mayoría de las obras se plantearon solo como pura diversión, de modo que tanto los dramaturgos como las compañías de actores (algunas de las cuales, ya profesionales, recorrían amplias regiones en giras como las actuales) se esforzaban en conseguir el favor del público con elementos escenográficos y efectistas, como el recurso al deus ex machina. El vestuario era parecido al griego, y se usaban también máscaras, pero era frecuente el uso de decorados muy realistas, e incluso se aprovechaban los entreactos de las obras para incluir malabaristas, payasos, músicos, etc., y el género preferido era la comedia, aunque también se escribieron tragedias. Al principio, las obras eran muy parecidas a las griegas, pero pronto tomarían derroteros propios. Pese a la influencia griega, siempre se escribieron en latín. Por todo lo anterior, como hemos visto más arriba, en el edificio para albergar funciones de teatro (el auditórium) primaba la acústica y la comodidad más que el entorno, que apenas se tenía en cuenta (lo que sí hacían los griegos). En los teatros se dispónían toldos para el sol o la lluvia, y los espacios de la cávea estaban bien delimitados según las clases sociales, que según su rango se situaban más o menos cerca de la orchestra: la poedria estaba reservada a senadores, la ima cávea a caballeros, la media cávea al resto de ciudadanos libres, la suma cávea a libertos y esclavos y el matroneo a las mujeres. Curiosamente, la ley impedía la erección de teatros permanentes, por lo que los primeros estaban construidos en adobe y madera y se desmantelaban al acabar las representaciones. El primer teatro permanente del que se tiene constancia histórica es el Teatro de Pompeyo, construido en Roma en 55 a.N.E., mediante una estratagema para burlar la ley: incluyó el templo de Venus Victoriosa en su estructura, además de un bello jardín porticado situado tras la scaena. El Teatro de Pompeyo se convirtió en modelo a seguir en el futuro, tanto para teatros como para anfiteatros, no solo en la disposición interior, sino también en el uso de órdenes superpuestos en la fachada exterior y en el uso de arcos y bóvedas para elevar la estructura del edificio.
Uno de los primeros autores reconocidos fue Plauto (256184 a.N.E.), que escribíó sobre todo comedias palliatas (inspiradas en las griegas), pero también togatas, en las cuales enriquecíó el latín con retruécanos y neologismos. Sus personajes eran arquetípicos y muy parecidos a los griegos: soldados fanfarrones, esclavos astutos, viejos verdes, etc. Algunas de sus obras, como Aulularia (la Comedia de la Olla) o Anfitrión, se convirtieron en ejemplo a seguir para el teatro Barroco, como el de Shakespeare o Molíère, quienes recurrieron a sus personajes y sus recursos dramáticos, como la anagnórisis. Terencio (de origen esclavo y más joven que Plauto, aunque fue contemporáneo suyo) también escribíó algunas comedias adaptadas de las griegas, pero al contrario que Plauto, prefería no romanizarlas. También, como Plauto, incluía música y canciones en sus obras, lo que las hacía amenas y divertidas, como en el caso de La suegra o de El eunuco. Entre los mejores autores de tragedias encontramos al hispano Séneca, autor de Las Troyanas o de Fedra. Séneca fue, además, un literato excepcional y reputado filósofo de la corriente estoica, muy respetado durante la Edad Media y el Renacimiento. Aunque no escribíó ninguna obra en la que expusiera sistemáticamente su filosofía, esta se desgrana a lo largo de sus obras, tanto en sus tragedias como en sus diálogos, cartas o epigramas. Es famoso, además, por su trágico suicidio ordenado por el emperador Nerón en el año 65. La literatura romana forma un cuerpo amplio y extenso en el tiempo. Hay que destacar entre los géneros el de la historiografía, ya que de historiadores como Tito Livio, Suetonio o Tácito, cuyo estilo estaba muy influido por los griegos, como Herodoto o Polibio. Incluso Julio César escribíó una importante obra de carácter historiográfico: De bello gallico (La guerra de las Galias). En poesía destacan, por encima de los demás, Ovidio autor de El arte de amar y de Las Metamorfosis, un compendio de las creencias y los mitos latinos, o Virgilio, autor de la monumental Eneida, obra cumbre de las letras latinas, que narra la historia del héroe troyano Eneas y la fundación mítica de Roma, que queda retratada como heredera de Troya.