Portada » Psicología y Sociología » Objetivos y metas de aprendizaje de orientacion intrinseca y extrinseca
Esto se puede ejemplarizar al observar la conducta de un maestro cuando revisa el cuaderno de tareas del alumno:
Primero se preocupa por la ortografía y signos de puntuación, que por lo que el estudiante expresa sobre el tópico tratado; cuando el objetivo era dar a conocer la fecha y puerto donde llegó Colón en su primer viaje. Hay reportes de investigación sobre el particular de Susan Florio-Ruane y AnnemariePalincsar (1988).
Cambiar ese tipo de maestro requiere la implementación de actividades que los involucre en el nuevo paradigma. Ello es sumamente difícil, pues esas personas acostumbradas a dar año tras año lo mismo, con la misma secuencia y actividad; comprometerlos en algo que rompe con sus modos de actuación y que implica trabajo adicional; necesariamente conlleva al diseño de estrategias que los incentiven a ejecutar la nueva tarea.
Generalmente, el mejor incentivo es el incremento salarial por su mejoramiento profesional.
El papel de los formadores de docentes es el de proporcionar el ajuste de ayuda pedagógica, asumiendo el rol de profesor constructivos y reflexivos.
La formación de docentes debe abarcar los siguientes planos conceptuales, reflexivos y prácticos.
El maestro debe crear situaciones de aprendizaje que permitan al alumno PENSAR, es decir:
• Diferenciar • Clasificar • Descubrir • Analizar • Anticipar • Deducir • Reinventar
• Comparar • Reflexionar • Discutir • Autocorregirse.
Obsérvese como el rol del docente cambia: Es moderador, coordinador, facilitador, mediador y también un participante más
. Lanza preguntas movilizadoras con el objeto dedesestabilizar algunas hipótesis promoviendo conflictos cognitivos que se manifiestan en interesantes debates.
El docente suma argumentos y pide argumentación y definición de conceptos obvios. Es el momento más enriquecedor. No censura la opinión o el punto de vista con un:
Frente a los ACIERTOS también busca acuerdos y desacuerdos.Ante el ERROR o el ACIERTO pide al grupo que emita opinión:
No acepta un SÍ o un NO sin argumentos…
Con preguntas guía al grupo a descubrir el error y SÍ explica y expone, si la pregunta del alumno o del grupo lo pide (surgimiento de lanecesidad lógica).
La oportunidad de que surja la necesidad lógica de la explicación debeser promovida por el docente desde los planteamientos y preguntas.Depende de la habilidad didáctica del conductor del grupo.Otra estrategia: lo es el invitar a consultar bibliografía, buscardocumentación o iniciar un trabajo de investigación para descubrir larespuesta.Una actividad interesante: enseñar a disentir hasta con el mismodocente. Es fundamental que este último acepte que el alumno puedeno estar de acuerdo y debe abrir espacios para el debate y laargumentación porque es una actividad que promueve el pensamientoreflexivo.
Enseñar a perder el miedo a manifestar su opinión con argumentos y documentación es también tarea pedagógica. Les otorga confianza en sí mismos, desarrolla el lenguaje, el pensamiento y favorece la autoestima y la posibilidad de vincularse positivamente con el conocimiento. En esto la actitud científica y abierta del mismo docente será todo un modelo para ellos.
-«No estoy seguro pero lo averiguaré para la próxima clase…» (y en la clase siguiente demostrar que realmente lo hizo es una prueba de interés por el conocimiento y por el mismo alumno que mostró la inquietud. Esto es muy valorado y tomado en cuenta).
Yo tengo otro punto de vista pero no soy dueña de la verdad…
Yo traeré lo que tengo…
Se estimula el «saber», el «saber hacer» y el «saber ser». Lo conceptual, lo procedimental y lo actitudinal.
II.1 Los procesos motivacionales y de personalidad de los alumnos en el aula.
En todo proceso de aprendizaje hay alguien, hay un sujeto, que aprende. Este alguien (sus características, su capacidad, aptitudes e intereses, pero también sus energías, sus procesos propios, su autoconciencia) es relevante para los procesos mismos por los que el aprender se construye.
Cuando nos encontramos con sujetos que no se esfuerzan ni parecen mostrar interés por lo que la escuela les ofrece, la pregunta que nos hacemos es qué hacer para motivarles. La cuestión es saber qué hay en el contexto inmediato o remoto que define el significado de la actividad escolar para el alumno que resulte motivante para algunos alumnos o para un alumno en determinados momentos y desmotivante para otros, y por qué. Esto es, por qué los contenidos, el modo en que son presentados, las tareas, el modo en que se plantean, la forma de organizar la actividad, el tipo y forma de interacción, los recursos, los mensajes que da el profesor, la evaluación –la persona que la hace, la forma en que se hace y el contexto en que se inscribe-, unas veces motivan a los alumnos y otras no.
Este hecho ha llevado a los psicólogos a estudiar qué tipos de metas persiguen los alumnos, de qué modo influyen en su comportamiento y qué variables contextuales influyen en que se perciba en un momento dado la consecución de unas como más viables que la de otras.
Las metas que los alumnos persiguen y que determinan su modo de afrontar las actividades escolares, de acuerdo con las aportaciones de diferentes autores que se han ocupado de identificarlas, clasificarlas y describirlas (Atkinson y Feather, 1966; Smith, 1969; Heckhausen, 1972; Deci, 1975; de Charms, 1976; Dweck y Elliot, 1983; Maher, 1984; Nicholls, 1984; Kozeki, 1985), pueden agruparse en cuatro categorías:
a.
En esta categoría se incluyen tres tipos de metas que no siempre se han distinguido bien y a las que con frecuencia se hace referencia cuando se habla de «motivación intrínseca». Estas son:
Experimentar que se ha aprendido algo o que se va consiguiendo mejorar y consolidar destrezas previas, esto es, el deseo de incrementar la propia competencia.
Experimentar que se está haciendo la tarea que se desea hacer, que se hace algo no porque otro lo quiere, para su interés, sino porque uno lo ha elegido.
Experimentarse absorbido por la naturaleza de la tarea, superando el aburrimiento y la ansiedad, por lo que aquélla tiene de novedoso y revelador sobre algún aspecto de la realidad o sobre uno mismo.
A veces los alumnos han de realizar sus tareas de modo que alcancen un nivel de calidad preestablecido socialmente, nivel que con frecuencia corresponde al alcanzado por los demás compañeros. Esta situación hace que los sujetos busquen una de estas dos metas:
Aunque las dos metas señaladas parezcan las dos caras de una misma moneda y como hemos podido comprobar (Alonso Tapia, 1987), en parte lo son, no ocurre exactamente así, dado que son parcialmente independientes.
Estrictamente hablando, las metas que se incluyen en esta categoría no son metas directamente relacionadas con el aprendizaje o el logro académico. Sin embargo, son muy importantes, ya que tienen que ver con la experiencia emocional que deriva de la respuesta social a la propia actuación. Se incluyen en esta categoría de metas a conseguir:
La experiencia de aprobación de los padres, profesores u otros adultos importantes para el alumno y la evitación de la experiencia opuesta de rechazo.
La experiencia de aprobación de los propios compañeros y la evitación de la correspondiente experiencia de rechazo.
La consecución de estas metas puede ser un instigador importante de la motivación por conseguir los objetivos académicos, si bien cuando es la única fuente de motivación, éstos adquieren valor instrumental.
Este tipo de metas -ganar dinero, conseguir un premio, un regalo, etc.- tampoco se relaciona directamente con el aprendizaje o el logro académico, aunque pueden y suelen utilizarse para instigarlo.
Dweck y Elliot (1983) han estudiado de qué modo varía la forma en que los alumnos afrontan las tareas escolares según que su atención se centre en metas de aprendizaje -incrementar la propia competencia- (en adelante, MA) o de ejecución (metas relacionadas con el «yo»)- conseguir quedar bien frente a otros, tener éxito, o evitar fracasar- (en adelante, ME). Incluso han propuesto un posible determinante de las diferencias observadas: la concepción que los sujetos tienen de la inteligencia. Según estas autoras, por un lado se da una asociación entre concebir la inteligencia como un repertorio de conocimientos y habilidades que se puede incrementar mediante el esfuerzo, esfuerzo que se concibe o experimenta como una inversión rentable para incrementar la propia competencia, y la búsqueda de metas de aprendizaje. Y, por otro lado, entre concebir la inteligencia como algo estable cuya calidad se manifiesta en los logros de la propia actuación, con relación a la cual el esfuerzo es un riesgo que puede poner de manifiesto una baja inteligencia, y la búsqueda de metas relacionadas con la ejecución. La búsqueda de uno u otro tipo de metas hace que el modo de afrontar las tareas varíe en los siguientes puntos:
Para los sujetos MA es el proceso mediante el que van realizando la tarea, mientras que para los sujetos con ME son los resultados.
. Para los sujetos con MA constituyen algo natural y de lo que se puede aprender, mientras que para los sujetos con ME constituyen fracasos.
Los sujetos con MA tienden a percibirla como unreto, mientras que los sujetos con ME tienden a percibirla comouna amenaza.
Los primeros (MA) prefieren aquéllas en las que pueden aprender, mientras que los segundos (ME) prefieren aquéllas en las que pueden lucirse.
Los sujetos con MA buscan información precisa sobre lo que saben y no saben para poder mejorar la propia habilidad, mientras que los sujetos con ME buscan información de carácter adulador, esto es, el éxito que les diga lo listos que son.
En el caso de los primeros (MA) sonpersonales, flexibles y su consecución se considera a largoplazo, mientras que en el caso de los sujetos con ME sonnormativos, inmediatos y rígidos.
Los sujetos con MA se apoyan en el esfuerzo que están dispuestos a realizar, mientras que los sujetos con SE ME basan en la percepción de su competencia actual.
En el primer caso (MA) se le considera como fuente de orientación y ayuda; en el segundo, como juez sancionador.
. Es intrínseco a la realización de la tarea -experiencia del incremento de la propia competencia- en los sujetos con MA, y extrínseco a la misma -reconocimiento de mi valía por otros- en los sujetos con ME.
Cuando un chico o una chica no están motivados por el aprendizaje o por hacer bien las cosas, cabe echar mano de premios y castigos para motivarles.
Su uso, sin embargo, tiene serias limitaciones (Leeper yGreene, 1978). Son efectivos en la medida en que están presentes, o almenos, después que desaparecen su uso no es muy duradero.
En las personas existe también lo que se conoce como «motivación intrínseca»
. Con este concepto se hace referencia, de acuerdo conDeci (1975), a que la meta que el sujeto persigue con su conducta es la «experiencia del sentimiento de competencia y autodeterminación», sentimiento que se experimenta en la realizaciónmisma de la tarea y que no depende de recompensas externas, dadoque se basa en la elección que el sujeto hace de la tarea a realizar y enla utilización óptima de las propias habilidades.Desde la perspectiva descrita, si se quiere motivar a los alumnos, espreciso tener presentes dos cosas: o Cualquier evento que aumente la competencia percibida estimula lamotivación intrínseca, y a la inversa.
o Para que haya motivación intrínseca es imprescindible que se dé la experiencia de autonomía. Siempre que el sujeto experimente que ha de hacer algo «porque otro lo quiere», su motivación intrínseca se verá afectada.
DeCharms (1976, 1984) ha estudiado en profundidad el efecto que tiene sobre el aprendizaje y el rendimiento, el hecho de que todos – también los niños- persigamos como meta básica la experiencia de actuar autónomamente. DeCharms piensa que nadie cambia a la larga, por mucho que se le presione desde fuera, si no quiere cambiar, y considera que el cambio en profundidad sólo se produce si el sujeto asume como propios los objetivos a conseguir, lo que le hace sentirse autónomo, y no si asume tales metas obligado, lo que le hace experimentarse como una marioneta
.
A partir del planteamiento anterior, DeCharms ha puesto de manifiesto que puede hacerse mucho para facilitar la percepción de autonomía en el contexto escolar, tales como promover:
6. La importancia de asumir la propia responsabilidad de asegurar la consecución de la experiencia de autonomía como condición necesaria -aunque no suficiente- para mejorar la motivación y el aprendizaje de modo duradero.
Algunos autores han sugerido que lo que realmente determina la motivación con que el sujeto afronta las actividades escolares no son tanto las metas que el sujeto persigue cuanto ciertos comportamientos y ciertas características psicológicas asociadas a las distintas metas pero no necesariamente dependientes de ellas sino, tal vez, determinantes de que el sujeto preste más atención a unas u otras. En concreto, nos referimos a las atribuciones (Weiner, 1986) y a la capacidad de autorregulación cognitiva (Kuhl, 1987).
Weiner (1986; Alonso Tapia y Mateos Sanz, 1986) ha formulado y depurado una teoría general de la motivación en la que las atribuciones o explicaciones que el sujeto se da a sí mismo de sus éxitos y fracasos o de la conducta de los demás desempeñan un papel central. De acuerdo con esta teoría, en la que la conducta se considera como un continuo de episodios dependientes unos de otros, cuando las personas obtenemos resultados inesperados, negativos o de gran importancia para nosotros, tendemos a preguntarnos por las causas que los han determinado y a buscar respuesta a tales preguntas. El alumno que esperaba aprobar y suspende se pregunta a qué se ha debido. Lo mismo ocurre con el profesor que esperaba que un alumno sacase mejor nota de la que ha sacado. En ambos casos, las respuestas que cada uno puede darse son múltiples dependiendo del tipo de información a que se atienda y de las ideas que uno tenga sobre qué causas es probable que determinen los hechos a explicar.
Habilidad, esfuerzo, suerte, dificultad de la tarea, fatiga, ayuda o no ayuda del profesor, etc., suelen ser las causas más frecuentes a las que se atribuyen éxitos y fracasos escolares.
Las atribuciones, sin embargo, no parecen influir por lo que tienen de específico en la motivación, sino según ciertas propiedades o dimensiones causales. Así, las causas pueden ser internas, situadas en el sujeto -como la habilidad, el esfuerzo o la fatiga- o externas, situadas en el sujeto -como la suerte o el profesor-; pueden ser percibidas como estables o variables, como controlables o no controlables. Cada una de estas propiedades tiene repercusiones diferentes sobre la conducta
. Lainternalidad o externalidad influye en las respuestas emocionales del sujeto ante el éxito o el fracaso (orgullo, autoestima o humillación); la mayor o menor estabilidad influye en las expectativas y, a través de ellas, en el sentimiento de esperanza o desesperanza; y la controlabilidad influye en las emociones (vergüenza, culpabilidad, cólera o gratitud). A su vez, emociones y expectativas influyen en el mayor o menor esfuerzo que pone el sujeto por lograr sus objetivos o, si trata de la conducta de otros, en el grado de ayuda que les prestamos.
De acuerdo con otros autores y tal y como hemos podido comprobar en nuestros propios trabajos, el patrón de atribuciones más perjudicial es el que define lo que se considera como indefensión. Los éxitos se atribuyen a causas externas, variables y no controlables y los fracasos a causas internas, percibidas como estables y no controlables. En consecuencia, lo que habría que hacer para mejorar la motivación de los niños es enseñarles a atribuir tantos éxitos como fracasos al esfuerzo, causa interna, presumiblemente variable y controlable.
Además, se ha encontrado que un hecho crítico que diferencia a los sujetos que parecen más motivados de los que no lo están, es el que los primeros, más que