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La nutrición parenteral (NP) se define como el aporte de nutrientes por vía venosa. Dudrick consiguió rentabilizarla en 1968.
Su finalidad es:
La NP debe aportar todos los nutrientes esenciales: agua, carbohidratos (CHO), lípidos (LP), proteínas (PS), sales minerales, vitaminas y oligoelementos. Es necesario aportarlos de forma elemental ya que se evita el paso por el aparato digestivo y el filtro hepático.
La preparación de las fórmulas se realiza en industrias farmacéuticas y/o centros de mezcla donde se hace de forma estéril, esto permite reducir la contaminación bacteriana.
Al conjunto de aminoácidos, glucosa y lípidos en una sola bolsa se le llama «todo en uno».
Se aportan todos los nutrientes inmediatos (CHO, LP, PS, vitaminas y minerales), así como oligoelementos para intentar cubrir los requerimientos, y se administra por vía central.
Se administra por vía periférica, suele ser incompleta. Su principal inconveniente suele ser la elevada aparición de flebitis debido a la alta osmolaridad.
Es poco habitual hoy en día.
Cubre las necesidades proteicas pero con bajo aporte energético.
Está indicada en postoperatorio inmediato o cuando se requiere una NP de corta duración.
Se administra con frecuencia por vía periférica.
No debe mantenerse más de 5-7 días.
Es para complementar la nutrición enteral (NE) o vía oral. Se administra por este medio todo lo que por algún motivo no puede suministrarse por vía digestiva.
Se administra fuera del hospital, estando el paciente en su propio domicilio. Suele ser cíclica o intermitente.
Requiere de un entorno familiar adecuado para soportar el control de la NP.
La NP está indicada para aquellas personas que no pueden, no deben o no quieren comer.
Un carbohidrato ideal debe tener:
Los CHO’s alternativos están lejos de ser ideales.
El uso de este nutriente es imprescindible. A pesar de que al principio había baja tolerancia ya que era procedente de semillas de algodón.
Los productos actuales son emulsiones lipídicas que contienen triglicéridos de cadena larga (TCL) procedentes del aceite de soya.
Se usan fosfolípidos que provienen de la yema de huevo (lecitina) como emulsionante y glicerol para isotonizar la emulsión y conseguir un pH fisiológico.
Existen presentaciones de 10, 20 y 30%.
Recientemente se le han incorporado triglicéridos de cadena media (TCM) provenientes del aceite de coco.
Se presentan comercialmente en mezclas del 50-50 (TCL-TCM).
Su inconveniente es que no cuentan con ácidos grasos esenciales (AGE) por lo que no puede ser utilizado como fuente única de lípidos.
Se sugiere la incorporación de aceites de pescado con elevada concentración de ácidos grasos omega 3, que influyen en el sistema inmunológico y disminuyen los eicosanoides, así como los ácidos grasos de cadena corta (butirato) que es esencial para el colonocito y que produce cuerpos cetónicos y glutamina, esencial para evitar la atrofia de la mucosa intestinal.
Hay una reciente aparición de lípidos estructurados a partir de mezclas aleatorias de TCL/TCM y de las grasas con ácido oleico (monoinsaturado).
El primer día se suele administrar una dosis de 0.8 – 1 g/kg/día, a una velocidad de 30 ml/hrs y las calorías no deben representar más del 60% del total de kcal no proteicas.
Son preferibles las soluciones al 20 y 30% por presentar una concentración menor de fosfolípidos, ello disminuye los efectos adversos que podrían producirse sobre la membrana celular y evita repercusiones sobre el sistema inmune.
Se realiza en forma de soluciones con 18-20 aminoácidos en forma levógira.
Es obligatorio aportar los aminoácidos esenciales: valina, leucina, isoleucina, treonina, lisina, fenilalanina y triptófano.
Se deben añadir otros aminoácidos que se requieran según la enfermedad y la edad del paciente. (Enfermos renales: histidina, niños: histidina y cisteína, neonatos y prematuros: taurina y tirosina, adultos en estrés hipermetabólico: arginina y glutamina.
El aporte proteico se mide en gramos de nitrógeno: 1 g de N = 6.25 g de proteína de alto valor biológico.
El coeficiente E/T es la proporción entre la cantidad de gramos de aminoácidos esenciales (esenciales y no esenciales) (E) y la cantidad total de gramos de nitrógeno (T). Se considera que en soluciones estándar la relación debe estar en torno a 3.
El porcentaje de aminoácidos ramificados debe ser entre 20-25%.
También existen patrones para situaciones especiales cuyo fin es ejercer un efecto terapéutico además de nutrir. Ej. Hepatopatías con proporción aumentada de aminoácidos ramificados (34-36%) y disminuida de aromáticos. En insuficiencia renal solo con aporte de aminoácidos e histidina, en situaciones de estrés mayor proporción de aminoácidos ramificados (45%) o glutamina, administrada en forma de dipéptidos debido a su inestabilidad.
La glutamina y la arginina se consideran semiesenciales en situaciones de estrés. La glutamina estimula la síntesis de glucógeno y proteínas, inhibe la degradación proteica, y transporta nitrógeno entre los tejidos, siendo fuente esencial para los enterocitos, células de división rápida, macrófagos y linfocitos. La arginina interviene en el transporte, almacenamiento y excreción del nitrógeno, es precursor del óxido nítrico y actúa de forma favorable en el sistema inmune.
Los requerimientos de nitrógeno oscilan entre 0.15-0.30 g/kg/día en función del grado de agresión con un máximo de 0.4.
La relación entre kcal y g de N debe disminuir a medida que aumenta la agresión (180-150 en agresión leve a 80-120 en agresión severa).
Se deben aportar entre 35-50 ml/kg/día, ajustándose en función del balance hídrico.
El sodio (>60 mEq/día) y el potasio (60 mEq/día) se ajustarán diariamente en función de las pérdidas y del nivel plasmático.
Calcio (10-15 mEq/día) y magnesio (8-20 mEq/día) se aporta diariamente. Se pueden agregar fosfatos (20-40 mmol/día) en forma de sales sódicas o potásicas en caso de ser necesario vigilando la compatibilidad física con el calcio.
Se debe aportar individualmente.
En situaciones de estrés se debe aumentar vitamina C (500-1000 mg/día).
La vitamina K se recomienda su administración 1-2 veces/semana controlando el tiempo de protrombina.
El ácido fólico, la cianocobalamina y la biotina pueden no estar presentes en los preparados multivitamínicos, se deberán agregar individualmente.
Las vitaminas se deben administrar desde el principio de la NP para evitar posibles deficiencias.
Son: zinc, cobre, hierro, manganeso, molibdeno, cromo, selenio, yodo y flúor.
Se debe prestar mayor atención al zinc ya que son frecuentes las deficiencias. En pacientes con estrés o drenaje de heridas deben administrarse 10-15 mg/día y en pacientes con pérdidas intestinales 12-17 mg/día.
Aceleran la degradación de algunas vitaminas, por ello es ideal añadir las vitaminas y oligoelementos en días alternos.
Pueden clasificarse en mecánicas, metabólicas y sépticas.
Son las más frecuentes, graves y temidas. Puede situarse en cualquier punto de la cadena de infusión:
Los gérmenes más frecuentes son: estafilococos, gram negativos, y ocasionalmente cándidas.
Se utiliza cuando la osmolaridad de la solución lo permita, inferior a 600 mOsm/L.
Los catéteres en el brazo limitan la movilidad del paciente pero tiene una técnica de inserción más sencilla.
Es preferible la vena basílica, ya que la cefálica tiene mayor índice de trombosis.
Impide el aporte adecuado de calorías y proteínas.
Es útil en pacientes:
Se utiliza como fase intermedia entre NPC y NE o como suplemento cuando estas se consideren insuficientes.
En el preoperatorio y postoperatorio inmediato en pacientes no complicados.
Es el de elección. Requiere implantación de catéter en una vena de grueso calibre, debe realizarse de manera aséptica.
La cateterización de la vena cava inferior a través de la vena femoral se asocia con alta incidencia de infección y sepsis.
La vena cava superior puede cateterizarse a través de las venas basílica, cefálica, yugular externa e interna y subclavia vía supraclavicular o infraclavicular.
La decisión depende del médico/nutriólogo y de la condición del paciente.
La yugular interna es de acceso fácil pero limita la movilidad.
La vía de elección para nutriciones de media o larga duración, es la subclavia infraclavicular que permite una perfecta sujeción torácica y libertad de movimientos, precisa personal con experiencia y tiene mayor índice de complicaciones. Poliuretano y silicona permiten canalizaciones prolongadas sin problemas añadidos e incluso en NPD.
La NP se presenta en una bolsa EVA (etil-vinil-acetato), exento de aditivos plastificantes solubles en la cual se mezclan los lípidos, aminoácidos y glucosa, permitiendo a los nutrientes una vida de 5 días.
La transición de la NP a la NE o a la vía oral es paulatina y progresiva disminuyendo los nutrientes vía parenteral a medida que se tolera por vía enteral.
La NP se suspende una vez que el paciente tolera ¾ partes de la dieta por vía oral o NE durante 3 días.
Los controles clínicos y bioquímicos deben valorar si los nutrientes surten el efecto deseado así como a la prevención y tratamiento de las posibles complicaciones, sobre todo metabólicas y sépticas.
Realizar mediciones al principio de la NP y después una vez a la semana medir: peso, perímetro cefálico (más importante) y circunferencia muscular del brazo. Inclusive los que se pudieran tomar (altura de rodilla, circunferencia de pierna y pantorrilla).
Control 2-3 veces/día hasta su estabilización. Estricto en pacientes diabéticos. Así como la revisión de la osmolaridad plasmática (química sanguínea) y urinaria (examen general de orina).
Control diario de cloro, sodio, potasio, calcio y magnesio en sangre durante la primera semana.
El objetivo de la NP es tratar de aumentar la síntesis proteica y frenar su degradación (por catabolismo).
Control semanal de proteínas séricas como la RBP (proteína sérica, cuando está baja, es signo de desnutrición), prealbúmina, transferrina y albúmina (biometría hemática).
Balance nitrogenado 1-3 días para saber si se está logrando el aporte suficiente de proteínas.
Recuento 2 veces/semana de hematíes, leucocitos, linfocitos y plaquetas y 1 vez/semana coagulación completa.
Revisión diaria de la zona del catéter para descartar fenómenos inflamatorios así como conexiones y equipo de NP.
Realizarse cultivos de la punta del catéter si hay presencia de fiebre, así como hemo y urocultivos seriados.
Estricto control, 1-3 días de urea y 1-2 veces/semana de transaminasas, bilirrubina y fosfatasas alcalinas.
Se debe priorizar la enfermedad que se tiene por base (enfermedad que requiere mayor atención).