Portada » Español » Novela existencial
A partir de 1975 se produce una profunda transformación en el teatro, ya que se
consolidan los teatros independientes que se transforman en compañías estables. Por
otro lado, proliferan compañías de aficionados que difunden el teatro por todos los
lugares de España, acercándolo a un público más amplio.
La evolución teatral se traduce en las innovaciones escenográficas como la interacción
entre actores y público, la utilización de diferentes espacios escénicos, la recreación
de obras clásicas y el empleo en escena de medios de comunicación y nuevas
tecnologías.
La nómina de dramaturgos y compañías es muy extensa; entre ellos podemos destacar
los siguientes:
José Sanchís Sinisterra, que añade dosis de humor a la reflexión histórica y la
meditación sobre el propio teatro. Autor de ¡Ay, Carmela!
José Luis Alonso de Santos, que es autor de comedias en las que reflexiona sobre
problemas de la juventud de fines del Siglo XX, como Bajarse al moro.
Albert Boadella, que funda la compañía Els Joglars, con atrevidas innovaciones en la
representación combinando sátira, tragedia y comicidad, como en el montaje Yo tengo
un tío en América.
Surgen en la etapa final del franquismo y continúan siendo la vanguardia en la
experimentación teatral. Algunas de ellas son:
–
. Transforman la relación entre los actores y el público, que
participa activamente en la representación.
–
Se caracteriza por integrar diferentes lenguajes
audiovisuales, y actuar en teatros, calles o naves industriales.
–
. Integra en sus montajes elementos de la cultura popular con una
fuerte carga de denuncia política.
–
. Comienzan con espectáculos humorísticos y después dan paso
en sus obras a la fantasía y la comedia musical.
Tras cuarenta años de dictadura, el país despertó a la libertad con entusiasmo, lo que
originó una convulsión inicial que se reflejó en un intenso despertar cultural.
Desde finales de la década de los setenta se produce una eclosión creativa que se
manifiesta en la abundancia de antologías, revistas, premios literarios y, especialmente,
en la diversidad de tendencias.
Son varias las corrientes poéticas más significativas de esta época:
El poeta con un lenguaje accesible traslada a la poesía la experiencia vivida. Luis
García Montero se adscribe a este grupo.
Poesía de textos breves próxima a la mística, a la poesía pura y a la estética. José Ángel
Valente sigue esta línea.
Recupera elementos surrealistas tales como el verso largo y el mundo de los sueños.
Surge con la aparición del poemario de Blanca Andreu.
Se caracteriza por el anhelo de belleza, la sensualidad y una cuidada elaboración formal.
Sobresale Luis Antonio de Villena.
Poesía cultivada por escritoras que transforman los tópicos de la poesía amorosa
tradicional, invirtiendo su punto de vista y los roles desempeñados por el sexo
femenino. Destaca la obra de Ana Rossetti.
Sin pertenecer a ninguna tendencia, precisamente por salirse de toda tendencia
establecida, destacamos al escritor malagueño Rafael Pérez Estrada, con obras como
Obeliscos , El tratado de las nubes y El ladrón de atardeceres
La novela de Eduardo Mendoza titulada La verdad sobre el caso Savolta inicia un
cambio que recupera el interés por la trama y por el placer de contar y de leer
historias. Este cambio se enriquece con las aportaciones de escritores que darán lugar a
las diferentes corrientes.
Adaptación de un producto típicamente norteamericano al que los escritores
españoles aportan una personalidad propia. Destacan en este grupo, entre otros, Manuel
Vázquez Montalbán con obras como Galíndez y Antonio Muñoz Molina con El
invierno en Lisboa.
Sitúan la acción en un tiempo pasado que sirve como soporte para una reflexión sobre
problemas universales, escenario de aventuras o desmitificación de ciertos hechos.
Se pueden mencionar dentro de esta corriente algunas obras como El capitán Alatriste,
de Arturo Pérez-Reverté; La vieja sirena, de José Luis Sampedro; o Soldado de
Salamina, de Javier Cercas, entre otras.
El tema central es el mundo de la creación literaria y el protagonista es con frecuencia
un escritor. En esta línea destacan buena parte de las narraciones de Enrique Vila-
Matas, como Dublinesca.
Estas novelas abordan asuntos como el amor, la soledad, la memoria, la propia
identidad o la incomunicación, vividos por un protagonista inmerso en la realidad
contemporánea, difuminando en ocasiones las fronteras entre la vida real y el mundo
de la fantasía.
A esta línea se adscriben novelas como La soledad era esto, de Juan José Millás; La
lluvia amarilla, de Julio Llamazares; Juegos de la edad tardía, de Luis Landero; o
Corazón tan blanco, de Javier Marías.