Portada » Filosofía » Nihilismo y voluntad de poder la muerte de dios
Lo apolíneo y lo dionisiaco
Apolo y Dionisos son dos símbolos, modelos o dioses (de la mitología griega) que sirven para entender dos posturas contrapuestas ante la vida.
Apolo es el dios de la luz y de la medida, modelo de las formas y las ideas más perfectas. Racionalidad científico-racionalista. Hace caso omiso del puro devenir. En verdad ese espíritu y razón sólo se encuentra en la imaginación humana y no en la realidad según Nietzsche.
Dionisos (Baco en la tradición romana) representa lo informe y lo desmedido, la noche, lo terrible e inabarcable. Acorde a la vida, verdadera realidad.
En su crítica a la filosofía occidental, aunque Nietzsche denunció que se le ha dado una exagerada prioridad a postura apolínea, reivindicó la necesidad de conciliar ambas tendencias, la apolínea y la dionisiaca, para conseguir equilibrar lo que ambos habitan en el ser humano.
La voluntad de poder
El futuro está absolutamente abierto a todas las posibilidades, lo cual permite que la humanidad, cuya naturaleza es esencialmente histórica, se desarrolle plenamente.
Garantiza por un lado, la libertad humana, y por otro lado, es condición necesaria para la voluntad y el espíritu humanos. Es ser humano solo se desarrolla en este mundo, en el mundo natural, sin necesidad de recurrir a mundos sobrenaturales.
La voluntad de poder no solo pertenece a los seres humanos: la voluntad de conseguir alcanzar un mejor nivel de vida es, norma general para todos los seres vivos.
También el conocimiento, según Nietzsche, supone a veces una fértil herramienta para alcanzar el poder.
Algunos hombres y mujeres someten a la realidad y la postran ante si por medio del conocimiento, no porque busquen saciar su sed de sabiduría ni porque pretendan alcanzar la verdad absoluta, sino para controlar y dominar la realidad.
La muerte de Dios
Dios es la representación de todo lo opuesto a la vida. El ateísmo es la única forma de alcanzar la fuerza, la libertad y la independencia del espíritu. La idea de Dios es pura ensoñación. El propio ser humano podría ocupar el espacio vacío dejado por Dios ya que es el único capaz de crear los valores y de legislar sobre ellos.
Al desaparecer Dios, deberían desaparecer también todos los valores que se le han adscrito. La definitiva muerte de Dios traerá antes o después la muerte de los valores absolutos y de las leyes morales objetivas. También en este punto, el rechazo de los valores por parte de Nietzsche supone un acendrado nihilismo.
En “La gaya ciencia” anuncia la muerte de Dios e ilumina el destino europeo. De su decadencia se seguirá inevitablemente que el ser humano recupere su fuerza creadora y que, abandonando todo intento por alcanzar el más allá, se concentre de una vez por todas en el mundo real.
El superhombre
A la muerte de Dios le sigue la llegada del superhombre pero éste no aparecerá sin más, es más bien una esperanza para el futuro. La antropología de la época defendió dos tesis sumamente importantes: no existe distinción entre alma y cuerpo y el ser humano no fue creado a partir de la nada. Frente a ello, Nietzsche constata que es necesario abonar adecuadamente el terreno (destruyendo todo lo innecesario), de manera que de ello resulte una tierra propicia para que el ser humano se desarrolle plenamente según todas sus posibilidades.
Romper con el pasado significaba que los hombres y mujeres pudieran alcanzar un nuevo estadio en el que cada cual pudiera labrar su propio futuro, para llegar a ser, al fin, dueño y señor de su propio futuro.
EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN DEL SER HUMANO:
La naturaleza humana es cambiante. Estos cambios o procesos de transformación, se ilustran por medio de una serie de imágenes:el camello (que representa la grandeza de la ley moral ante la que el ser humano no tiene otro remedio que postrarse), el león (que comienza a actuar según su propia voluntad) y el niño (que posee la fuerza creadora necesaria para crear una nueva vida).
Crítica al cristianismo
El origen de la religión es el miedo, los sentimientos de angustia e impotencia que el ser humano desarrolla a lo largo de su vida.
La religión reivindica para sí la trascendencia y el mundo sobrenatural. Alejado de todo contacto con el mundo real. El cristianismo rechazó los valores dionisiacos de la antigüedad clásica inventando un mundo ideal, inexistente, alejado de todo contacto con el mundo real.
El cristianismo es un simple platonismo de naturaleza popular, una filosofía y una moral vulgares para personas débiles y esclavos.
Las religiones han impedido desarrollar a los seres humanos las herramientas necesarias para su proceso de superación personal. Frente a una vida plena, la religión ha propugnado una vida débil y una moral mansa, las propias de los esclavos en vez de ensalzar valores como la fuerza y la valentía de la moral del superhombre.El cristianismo desprecia todo lo que el cuerpo desea y anhela.
La religión inventó a su voluntad la vida más allá de la muerte, el juicio final o la resurrección, de tal forma al bienaventurado se le pudiera premiar su mansedumbre en una vida que nada tuviera que ver con la real. El único fin es reducir a sus miembros al estrecho ámbito del rebaño, para lo cual generó en ellos miedo y temor cuya pieza clave ha sido el pecado.
Cuando Nietzsche ataca al cristianismo está atacando a toda la tradición metafísica de Occidente, única responsable del rechazo a todo lo real, lo terreno, lo corpóreo, a los que ha considerado mera apariencia.
Nihilismo
El nihilismo es consecuencia de la muerte de Dios. Los valores tradicionales han quedado ya reducidos a cenizas. La trascendencia está en pleno proceso de decadencia.El cristianismo, con sus llamadas a la resignación como medida de resistencia ante la desdicha y la angustia, negó la vida y convirtió la mansedumbre en modelo de comportamiento, lo cual supuso el primer paso hacia el nihilismo.
El ser humano ha dejado de creer en las falsas apariencias propuestas por el idealismo. El individuo debe llegar a afirmarse entusiasta y valiente ante la vida. Existe un estrecho vínculo entre el nihilismo y la voluntad de poder.
la humanidad que se halla aún atrapada en las garras de un nihilismo pasivo, ha de recorrer cuatro etapas;
En una siguiente fase: el ser humano se niega a sí mismo, y afloran en él sentimientos de piedad y de inquina, se convierte, en definitiva, en un ser resentido, como consecuencia de lo cual intenta destruirse. Es entonces cuando ocurre su verdadera transformación y se alcanza la fase final de su proceso de decadencia, momento en el que se crean nuevas creencias, abriéndose definitivamente a un tiempo final eterno retorno de lo mismo.
Una vez alcanzada la transformación de todos los valores (transmutación de los valores), se impondrá al fin la moral de los vencedores, los más perseverantes y más fuertes (los que defienden una moral-unos valores acordes a la vida); momento en el que cada cual actuará según su voluntad sin subordinarse a nadie (en libertad absoluta).