Portada » Filosofía » Nihilismo y el superhombre
Frente al Nihilismo pasivo ya instalado en la cultura europea, reacciona Nietzsche con un Nihilismo activo. En su propuesta los viejos valores no se hunden por si mismos, sino que son hundidos por la voluntad de poder que dice no a esos valores. Una vez finalizada su tarea, el ser humano fuerte estará en condiciones de crear nuevos valores desde el cuerpo y el instinto. Nietzsche afirma que el hombre es un puente entre el mono y el superhombre, es decir, el hombre surgido de la cultura occidental, defensor de valores humanistas propios de una tradición cristiana. Para explicar el transito del Nihilismo pasivo al superhombre utiliza la metáfora de la triple metamorfosis. En primer lugar nos encontramos al camello, símbolo de obediencia ciega, el que se arrodilla ante su amo, ejemplo de sacrificio y de humillación. Es el cristiano que carga durante toda la vida y el ser humano occidental capaz de soportar las obligaciones sociales por pura tradición. Es el que ha llevado a Occidente hacia el Nihilismo pasivo. Ha de ser eliminado y para eso el camello habrá de transformarse en león. El león es el gran negador, el critico, el destructor. A el le corresponde derrumbar los cimientos de la cultura occidental, el sera el encargado de anunciar al mundo la muerte de Dios. El león simboliza el Nihilismo activo que acaba con Dios y todos sus sucedáneos. Para vencer el miedo ante lo experimentado es también matar la Razón, la Verdad, las costumbres burguesas… La muerte de Dios es la muerte de una cultura. El león, el asesino de Dios, pretende conquistar su libertad, no es capaz de crear nuevos valores, pues esta dominado por la venganza. Sabe de que quiere ser libre, pero no sabe para que quiere ser libre. Esta lleno de odio hacia el camello y todo su pensamiento se dirige a devorarlo. Precisamos una nueva metamorfosis. –
Entre las personas cultas la religión era algo superfluo. La biología se halla en pleno avance y el darwinismo hacen que, aunque se siga pensando mas allá del humano, no sea hacia lo lato, sino hacia abajo. En vez de Dios, el tema es ahora el mono. Una vez hemos matado a Dios es el momento de la nueva valoración sobre la vida. Ahora ya podemos convertirnos nosotros mismos en dioses y contruir mundos a nuestra imagen y semejanza. Muerto Dios nos consagramos en el mas aca. Pero para esta labor el adecuado no es el león sino el niño.
El niño es el ultimo paso de la metamorfosis. Representa al ser libre que no lucha ya contra nada, sino que disfruta su propia existencia. El si que es capaz de crear. Su modo de vida es una existencia lúdica, entregada al azar y al destino: ni se arrepiente de nada ni espera nada del futuro. Vive para jugar pues en el juego se disuelve la moral. Aquel que juega nunca lo hace por deber, ninguna otra finalidad le hace intermediario de su acción. La metáfora del niño nos lleva al superhombre, aunque mas que superhombre es el suprahumano, el que va mas allá de lo que hasta ahora los occidentales han llamado humano. Con el llegamos al proyecto de futuro de Nietzsche, pues el superhombre es un proyecto posible. Como esta por hacer y es un creador de valores, pocas características comunes concretas se pueden decir de el, como mucho el esqueleto oseo que permita diferenciarlo del hombre cercano a la chusma. En primer lugar no es creador, es trepador por arboles ajenos. En segundo lugar, su modo de hacer se corresponde con el siguiente esquema:
Superhombre: -Moral → Moral de señores –
Perspectivismo –
Potencia máxima. Es poderoso porque solo se debe a si mismo. Engendra sentidos, es un perspectivista lúdico y un artista de la vida. Camina ignorando su destino, sin fin ultimo, sin descanso. Alegre, sin resentimientos, sin miedo al azar, sabe organizar el caos que habita en su interior y sabe moverse en el caos exterior sin sucumbir a el. Ser humano intuitivo, pasional, con capacidad para utilizar el dolor como trampolín de la voluntad. Orgulloso, frio ante los sufrimientos humanos, sin compasión ni misericordia. No es un santo, no es bueno sino fuerte, lo suficientemente fuerte para poder vivir cada instante su voluntad de poder con todas sus contradicciones. Puede ser una bestia que se concede el derecho de aniquilar a cualquier extraño que no este a su altura, siempre y cuando ambos procederes sean una consecuencia necesaria de la autoafirmación. No es un Narciso enamorado solo de si mismo, tampoco es un revolucionario. Hay un acmino de liberación para habitar en un mundo distinto al vivido hasta ahora. La liberación consiste en la recuperación del sentimiento de potencia. Liberarse de la mala conciencia y de la culpa y gozar de nuevo. Hay que entender esta liberación como una conquista, es el resultado de un proceso al que no todos están llamados.