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5 —Contraponemos a esto, por fin, el modo tan distinto como nosotros (— digo nosotros por cortesía…) vemos el problema del error y de la apariencia. |
Nietzsche expone en este parágrafo su opinión sobre el problema clásico de la metafísica: la dualidad realidad/apariencia. Obsérvese de nuevo la ironía del “nosotros”, pura cortesía.
En otro tiempo se tomaba la modificación, el cambio, el devenir en general como prueba de apariencia, como signo de que ahí tiene que haber algo que nos induce a error. |
Critica a la tradición filosófica dominada por el platonismo. Antes el error y la apariencia se creía que estaban del lado de lo cambiante, del devenir. Piénsese una vez más en la tradición Parménides, Platón, Descartes…
Hoy, a la inversa, en la exacta medida en que el prejuicio de la razón nos fuerza a asignar unidad, identidad, duración, sustancia, causa, coseidad, ser, nos vemos en cierto modo cogidos en el error, necesitados del error; |
Tras la crisis de la metafísica y la muerte de Dios es evidente para Nietzsche, que el error está allí donde el prejuicio de la razón nos obliga a hablar de unidad, identidad, sustancia, cosa, duración. Estas categorías de la razón son un error, una apariencia en la que estamos atrapados, de la que estamos necesitados para sobrevivir. Para Nietzsche la única justificación de las categorías de la razón es su capacidad para favorecer la vida, para conservar la especie. Es Nietzsche a este respecto un claro defensor del pragmatismo.
aun cuando basándonos en una verificación rigurosa, dentro de nosotros estemos muy seguros de que es ahí donde está el error. |
A pesar de que las categorías de la razón nos sean útiles no cabe duda de que tras una verificación rigurosa observaríamos que son ellas las que hablan de un mundo engañoso, aparente. El mundo verdadero es un mundo cambiante, devenir perpetuo y las categorías de la razón no son más que un boceto del mundo que utilizamos como guía pero que no tiene fundamento alguno de verdad.
Ocurre con esto lo mismo que con los movimientos de una gran constelación: en éstos el error tiene como abogado permanente a nuestro ojo, allí a nuestrolenguaje. |
Para aclarar estas consideraciones Nietzsche expone una metáfora muy clara: al igual que cuando contemplamos el movimiento de una constelación nuestro ojo nos engaña sistemáticamente haciéndonos creer que es la constelación quien se mueve, en el problema realidad/apariencia el abogado permanente de nuestro error es el lenguaje.
Por su génesis el lenguaje pertenece a la época de la forma más rudimentaria de psicología: penetramos en un fetichismo grosero cuando adquirimos consciencia de los presupuestos básicos de la metafísica del lenguaje, dicho con claridad: de la razón. |
Así, el lenguaje nace al tiempo que la psicología rudimentaria del hombre primitivo. De éstos no podía esperarse más que un fetichismo grosero, es decir, una vida espiritual dominada por la idolatría y la superstición. Pero en lugar de superar este estado hemos perpetuado la adoración a esos falsos ídolos que subyacen a nuestro lenguaje y a la razón. Obsérvese cómo Nietzsche vuelve a comparar a los filósofos con una tribu primitiva ansiosa por adorar a sus ídolos.
Ese fetichismo ve en todas partes agentes y acciones: cree que la voluntad es la causa en general; cree en el “yo“, cree que el yo es un ser, que el yo es unasustancia, y proyecta sobre todas las cosas la creencia en la sustancia-yo—así es como crea el concepto de “cosa“… |
El primer dato evidente que el sujeto percibe es su propio yo, una voluntad, una causa que produce efectos. Es decir, percibimos el yo como algo que permanece en nosotros debajo de los cambios que nos afectan. Este primer dato se convierte en un fetiche y es aplicado a todo lo que nos rodea. Como ejemplo podemos pensar en los dioses de la mitología: cualquier fenómeno de la naturaleza era interpretado como el producto de un yo (un dios) que lo provocaba. Esta extensión del yo a todo lo que ocurre en el mundo es el origen del concepto “ser” o “cosa”, de algo que permanece debajo de los cambios, y se expresa en el lenguaje en la estructura sujeto-predicado.
El ser añadido con el pensamiento, es introducido subrepticiamente en todas partes como causa; del concepto “yo” es del que se sigue, como derivado, el concepto “ser“… |
Introducimos el ser en el mundo porque en todo terminamos viendo una sustancia-causa (derivado del yo-causa) que es sujeto de los accidentes, sus efectos.
Al comienzo está ese grande y funesto error de que la voluntad es algo queproduce efectos,— de que la voluntad es una facultad… Hoy sabemos que no es más que una palabra… |
Al comienzo del error metafísico está no sólo el error del lenguaje sino también el error de la voluntad, ese prejuicio primitivo, rudimentario por el que pensamos que somos sujetos que “duran”, permanecen, causas de nuestras acciones. Hoy, afirma Nietzsche, sabemos que la voluntad no es más que una palabra. Ya conocemos las críticas de Nietzsche a la idea de voluntad libre: ésta junto con la idea de pecado no es más que un invento de los teólogos para poder culpar y castigar. Nietzsche entiende que cada individuo es un fragmento de destino.
Mucho más tarde, en un mundo mil veces más ilustrado, llegó a la consciencia de los filósofos, para su sorpresa, la seguridad, la certeza subjetiva en el manejo de las categorías de la razón: ellos sacaron la conclusión de que esas categorías no podían proceder de la empiria,—la empiria entera, decían, está, en efecto, en contradicción con ellas. |
Más tarde, cuenta Nietzsche, en un mundo mil veces más ilustrado, la Grecia clásica, les pareció que tales conceptos, las categorías de la razón (sustancia, causa, unidad…) no podían provenir de la experiencia, de la empiria, pues lo que los sentidos mostraban era diferencia, devenir, y lo que esos conceptos expresaban era semejanza, unidad, eternidad.
¿De dónde proceden, pues?—Y tanto en India como en Grecia se cometió el mismo error: “nosotros tenemos que haber habitado ya alguna vez en un mundo más alto (—en lugar de en un mundo mucho más bajo: ¡lo cual habría sido la verdad!), nosotros tenemos que haber sido divinos. ¡Pues poseemos la razón!”… |
Como solución se propuso la anámnesis platónica: los metafísicos pensaron que el hombre, para conocer tales conceptos, tuvo que haber habitado en un mundo mucho más alto, el mundo de las Ideas. Para Nietzsche este mundo no es más alto sino más bajo pues es el producto del resentimiento hacia la vida, es el producto de una voluntad débil, de una vida decadente.
De hecho, hasta ahora nada ha tenido una fuerza persuasiva más ingenua que elerror acerca del ser, tal como fue formulado, por ejemplo, por los eléatas: ¡ese error tiene en favor suyo, en efecto, cada palabra, cada frase que nosotros pronunciamos! |
El error de la razón, el error del “ser”, tiene su origen en el lenguaje y cada frase que pronunciamos lo refuerza puesto que el lenguaje no se adapta a la diferencia que nos muestran los sentidos sino que se esfuerza en ponerla entre paréntesis para quedarse con la sustancia, con la esencia. Es decir, los conceptos buscan lo semejante, la unidad olvidando la pluralidad, el devenir, el cambio. Desde el momento en que empezamos a hablar ya disguimos sujeto de predicado siendo el sujeto aquello que permanece, que no cambia. Pensemos también en la palabra yo, es un concepto que designa mi identidad, aquello que permanece de mí a través del tiempo. El lenguaje es es el origen del error acerca del ser.
También los adversarios de los eléatas sucumbieron a la seducción de su concepto de ser: entre otros Demócrito, cuando inventó su átomo… |
Parménidessucumbió a este error y también Demócrito pues aunque pertenecieron a escuelas opuestas identificar el ser como aquello que permanece y no cambia. Parménides, de la Escuela de Elea seducida por la religión y las matemáticas, y Demócrito, de la Escuela Jónica, materialista y científica, concluyeron igual, es decir, que el ser no era lo que se daba a los sentidos sino inmutable, eterno, verdadero, perfecto. Estas son características que comparten tanto el ser de Parménides como el átomo de Demócrito.
La “razón” en el lenguaje: ¡oh, que vieja hembra engañadora! Temo que no vamos a desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática… |
Ya que el origen del error metafísico es es la razón oculta en el lenguaje Nietzsche usa una comparación bastante misógina para ridiculizarlo. Ese razón “habladora” que inventa el ser es comparado con esas viejas de iglesia, tan familiares a Nietzsche, que no hacen sino difundir falsedades y calumnias.
Termina Nietzsche con una ironía: Dios, el ser o sustancia por excelencia, es consecuencia del error metafísico que tiene su origen en el lenguaje y la razón. Nietzsche cree que no podremos prescindir de Dios mientras sigamos usando el lenguaje. Estamos cogidos por el error metafísico del mismo modo en que Kant hablaba de la ilusión trascendental: no conocemos la respuesta a las preguntas metafísicas pero no podemos dejar de hacerlas.