Portada » Filosofía » Nietzsche: De la Tragedia Griega al Superhombre y la Muerte de Dios
En El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, Nietzsche explora tres temas fundamentales: la vida, como fondo donde se origina todo; el arte, como interpretación de la vida; y la intuición, como forma de captar la vida. Según Nietzsche, la realidad vital es captada por la tragedia griega. Esta se compone de dos fuerzas en constante combate, pero inseparables: lo apolíneo, que representa el orden y la medida, y lo dionisíaco, que representa el flujo profundo de la vida y la unidad de todo por encima del principio de individuación. Sócrates se opone a la espontaneidad del instinto, y Platón propone un mundo nuevo. El cristianismo continúa con esta línea de pensamiento.
Nietzsche considera que el conocimiento racional es un recurso de los hombres débiles, cuya función es conservarlos en la existencia, pero engañándolos sobre su valor. Al vivir en sociedad, la razón inventa convenciones válidas y obligatorias, lo que da lugar a la contraposición entre verdad y mentira. La verdad depende del uso correcto de las convenciones del lenguaje. La palabra se transforma en conceptos, ya que sirve como medio de comunicación, y todo concepto se forma por la equiparación de casos no iguales, abandonando las diferencias individuales. El concepto tiene un carácter antropomorfista. Sustituye la intuición por la abstracción, la realidad por el concepto, y este último es tomado como una representación exacta de la realidad.
La realidad es considerada suprasensible; los sentidos no son capaces de captarla. Si estos captan el devenir, no captan el ser de las cosas, sino una mera apariencia. Esta actitud de rechazo ante el devenir es denominada por Nietzsche como la moral del ideal ascético. Nietzsche rechaza la contraposición entre ser y apariencia.
Lo más importante es el ser, que es suprasensible, y también lo más valioso. La moral del ideal ascético nace de una actitud de rechazo a esta vida, y lo peor es su falta de sentido. El hombre pone el sentido de la existencia en otro mundo. Es un ideal nihilista.
La preocupación moral es fundamental en Nietzsche. Pretende situarse más allá del bien y del mal. A través de la genealogía, busca el origen de los significados de «bueno», «malo» y «malvado». «Bueno» es sinónimo de noble y aristócrata, mientras que «malo» es sinónimo de despreciable y débil. Existen dos tipos de moral:
La moral de los esclavos se impone sobre la de los señores. A esta inversión, Nietzsche la llama «la rebelión de los esclavos», y ve al judaísmo y al cristianismo como iniciadores y difusores de esta inversión de valores. Para Nietzsche, esto significa un rechazo de los presupuestos de la vida; no deja de ser una voluntad de poder, pero que prefiere querer la nada: es nihilismo. El único camino para acabar con esta rebelión es la muerte de Dios.
Nietzsche afirma la necesidad de construir sobre las ruinas de la antigua civilización unos nuevos fundamentos para una nueva civilización. Esta tarea es llevada a cabo en Así habló Zaratustra a través de cuatro conceptos clave: «la muerte de Dios», «el superhombre», «la voluntad de poder» y «el eterno retorno».
La expresión «la muerte de Dios» es una metáfora que expresa la muerte de las verdades y de los valores absolutos. Anuncia que Dios ha sido asesinado e inaugura un tiempo nuevo: ya no hay ideales ni valores por encima de nosotros. Esto abre dos posibilidades: seguir en el nihilismo o afirmar la vida en su totalidad. Esta última debe hacer una propuesta a partir de los presupuestos teóricos de la crítica realizada: el ser es devenir, el devenir se aprehende metafóricamente, y la verdad de la metáfora se mide en función de su capacidad para promover la plenitud de la vida, cuya finalidad es su propia afirmación.
En Así habló Zaratustra, se describen tres transformaciones del espíritu:
Esta afirmación de la vida es también una afirmación del dolor y el sufrimiento que conlleva. Afirmar el sufrimiento es quererlo. Para Nietzsche, el sufrimiento es un reto que pone en juego los recursos del hombre. El superhombre es aquel capaz de querer el sufrimiento como parte de la belleza de la vida. Esta reflexión conlleva una actitud que requiere una sensibilidad especial, reconocer la belleza en cada instante del cosmos, y una voluntad especial, asentir a su devenir.
Esta actitud, voluntad y sensibilidad se plasman en la actividad artística. El sentido de la vida es la contemplación estética: no quedarse con una perspectiva única, sino aceptar un multiperspectivismo. La búsqueda de la verdad pasa a ser contemplación estética.
La voluntad de poder es el poder de los creadores, que se adueña de la situación por su propia grandeza. Se opone a la voluntad de igualdad. El ser solo es deviniendo.
Nietzsche pretende recobrar la eternidad para este mundo, anulando la división en dos mundos. Lo que está en juego es el problema del tiempo, cuya superación pasa por la eternización del presente: es su metáfora del eterno retorno de lo mismo.
La metáfora del eterno retorno adquiere una doble dimensión: cosmológica y antropológica.