Portada » Filosofía » Nietzsche: Crítica a la Razón Ilustrada y la Moral Occidental
La filosofía de Nietzsche se presenta como una filosofía de la «afirmación» de la vida, que se desarrolla en dos fases: una fase destructiva, en la que Nietzsche derriba todos los valores pesimistas, y una fase constructiva, caracterizada por un optimismo filosófico que afirma la vida mediante la transmutación de todos los valores establecidos. Nietzsche convierte la negatividad en positividad, y por eso su filosofía puede considerarse un ateísmo estético. Se plantea la destrucción del pensamiento anterior, al que ve como una época de decadencia del ser, y luego realiza su propuesta a-sistemática de concepción del mundo y de la moral. Nietzsche será uno de los «maestros de la sospecha» al destapar lo que sucede en su sociedad. Atacará la sociedad alemana de entonces, el cristianismo y el judaísmo para desenmascararlos.
La realidad económica y social europea se encuentra dirigida por los valores de la eficacia. El triunfo del positivismo implicaba una democratización social, es decir, la masa puede acceder al protagonismo social como actores y como consumidores de la industria. La irrupción de esta produce una inversión democrática que implica entregar al hombre útil a la máquina del estado y la producción. Un ejemplo de ello es el científico, quien vive humildemente investigando y solucionando algún problema, aportará a la sociedad un avance que pronto será olvidado, pero aun así, esto le hace feliz porque se siente útil, aunque él no decide el valor que tiene su intervención. Este no decide qué es bien o qué es mal, sino que colabora con otro que es quien decide si es útil. Este otro, según Nietzsche, era el filósofo, pero ahora es la masa ansiosa por producir y consumir. La enfermedad de Europa se encuentra en que el soberano se ha convertido en un ser anónimo y sin rostro, sin responsabilidad y sin creatividad alguna. Los diferentes socialismos repiten los mismos patrones. El socialismo es una máscara y un chantaje de la masa para ser omnipotente.
La metafísica ve como existente y real lo que sólo es una ilusión: «el ser», y rechaza como no existente lo real: el devenir. Solamente existe el mundo experimentable por los sentidos. No existe un mundo más allá del espacio y del tiempo, inmóvil, sustancial o esencial. Es necesario superar la oposición entre «mundo verdadero» y «mundo aparente». Ninguna cosa ni objeto está parado durablemente, sino en continuo movimiento de la vida. Los humanos pueden engañarse a sí mismos e inventar. Crean valores, verdades, conceptos en los que apoyarse para dar una seguridad que nos permite seguir viviendo. La filosofía, la historia, la ciencia, la política, etc., son efectos «colaterales» de la lucha evolutiva por la supervivencia. Pero, por vanidad y soberbia, el espíritu humano acaba creyéndose «más allá de lo humano» y, lo que es más grave, acaba creyéndose sus propios productos y los llama verdad. Ahí radica el error. Los sentidos nos engañan, y la razón muestra el camino hacia lo verdadero. Los sentidos se reducen a recibir impulsos, y es la razón la que miente en sus juicios acerca de lo real y comete errores que se originan en el lenguaje. Según Nietzsche, si no nos libramos de la gramática, tampoco lo haremos de Dios.
Nietzsche propone como límite de la verdad la experimentación. La nueva ciencia nos enseñará a abandonar las convicciones y a asentarnos en hipótesis «creadoras» que den a la vida un sentido y un valor positivo, en lugar de alienarla y anularla bajo conceptos.
La verdad estabiliza, tranquiliza y da solidez a nuestra efímera existencia. Nos sirve de apoyo ante lo absurdo y cruel. Nuestra creencia en la verdad se pone curiosamente en contra de la vida, es decir, pierde la conciencia de su vinculación con la vida, cree estar «por encima de la vida» y se convierte en una mentira que aliena, anula y degrada al hombre.
a) La Patología de la Moral Tradicional:
La patología surge cuando el hombre se engaña y crea mundos como sustitución de esta realidad. La tradición posterior a la filosofía de Platón no buscará un sentido para el sufrimiento que provoca la posibilidad de dejar de ser, porque supone que algo ha empezado mal y desarrolla el rencor contra la vida, lo que Nietzsche llama «espíritu de venganza», y también se embriaga con consuelos «meta-físicos». Nos preguntamos: ¿quién ha sido el culpable de la mentira del más allá? Pues serían la religión, el sacerdote y la filosofía. La actitud contraria a la afirmación de la vida es la renuncia, el aferrarse a la felicidad y a los pequeños placeres, huir de los dolores… Es antivitalista la actitud cristiana ante la vida, según la cual los males del mundo son un castigo por sus pecados, y la actitud ascética que pretende alcanzar una vida buena. Hay diferencia entre los dioses griegos y el cristiano, pues estos, a diferencia del dios cristiano, se enamoran, luchan, etc., y se parecen más al hombre.
b) Nihilismo Pasivo y Activo:
El hombre, antes de no querer, prefiere querer la nada. Los ideales calman el dolor, pero no curan su causa, y te llevan al pesimismo. Con esto aparece el nihilismo, y de este derivan el pasivo, como decadencia y retroceso del poder del espíritu, y el activo, como signo del creciente poder del espíritu.
c) La Muerte de Dios (Ateísmo):
Transmutar los valores significa cambiarlos. Cuando se dice «Dios ha muerto», no se toma literalmente tal cual es, no significa solo la pérdida de la fe. Dios es el ideal moral que sostiene la cultura occidental, y su muerte significa el derrumbamiento de esa moral. La pérdida de Dios es algo duro porque toda la responsabilidad recae sobre el humano, y este debe sustituirlo por el superhombre.