Portada » Economía » Necesidades de Inversión y Financiación en Proyectos Empresariales: Claves para el Éxito
Se distinguen tres grupos:
Es necesario estudiar los gastos relacionados con la puesta en marcha de la empresa. Aunque no constituyen un activo fijo en sentido estricto, se debe contar con el pago de estos gastos.
Hay que contemplar los gastos derivados de la realización de todos los trámites y operaciones necesarios para iniciar las actividades, como:
Se estudian los gastos por la adquisición o cesión de elementos que forman parte de este tipo de inmovilizado. Los principales elementos para una empresa que inicia su actividad son la adquisición de patentes, concesiones para la explotación de actividades por parte del Estado, comunidades autónomas o municipios, y la adquisición de programas y aplicaciones informáticas.
Aquí se contemplan todos los bienes que la empresa necesita para su actividad. Es necesario estudiar no solo las inversiones necesarias para el momento inicial, sino también las inversiones a medio plazo, sobre todo aquellas que puedan representar una cuantía significativa. Junto con las inversiones en activo fijo, también es necesario estudiar las amortizaciones que se van a aplicar y estimar sus cuantías. Se recomienda recoger en un cuadro resumen todos estos datos, estimaciones y cálculos sobre la inversión y amortización de todo el inmovilizado del proyecto.
El capital circulante o fondo de maniobra es una magnitud que expresa la inversión neta de la empresa en activos a corto plazo, y está formado por la existencia, la tesorería y las cuentas a cobrar y a pagar a corto plazo. Además de los elementos del activo inmovilizado, las empresas deben disponer de un fondo de maniobra adecuado, y es fundamental que los medios líquidos sean suficientes para poder desarrollar la actividad sin que se vea imposibilitada, limitada o excesivamente condicionada por la falta de liquidez.
Componentes del capital circulante:
Las empresas tienen que adquirir las primeras materias primas o los primeros artículos para poder iniciar la actividad. También es necesario prever las sucesivas compras para desarrollar la actividad. Se deben agrupar y valorar las decisiones tomadas para considerar la inversión necesaria.
Este componente no aparece en la inversión inicial de la empresa, ya que, lógicamente, hasta que la empresa no empiece a funcionar y realice las primeras ventas no podrá existir. Pero para prever las inversiones posteriores en capital circulante, es conveniente estudiar la evolución del saldo de las facturas pendientes de cobrar a los clientes que la empresa estima que va a mantener en los primeros años de actividad. Este cálculo estará directamente relacionado con la política de ventas fijada en el plan de negocio. Las cuentas a cobrar se irán convirtiendo en cobros y formarán parte del estudio de la tesorería para establecer las necesidades iniciales de liquidez.
Para prever las inversiones posteriores en capital circulante, es conveniente estudiar la evolución del saldo de las facturas pendientes de pagar a proveedores que se estime que la empresa vaya a mantener en los primeros años de actividad. Esto estará directamente relacionado con la política de compras fijada en el plan de negocio. Las cuentas a pagar se irán convirtiendo en pagos y formarán parte del estudio de la tesorería para establecer las necesidades iniciales de liquidez.
En el momento inicial de la puesta en marcha del proyecto, la empresa debe disponer de la tesorería suficiente para realizar los pagos a corto plazo, que se deberán a dos razones:
a) Pagos estructurales:
b) Pagos operativos:
Una vez adquirido el inmovilizado y realizados los trámites de constitución, la empresa deberá disponer de un saldo de tesorería que le permita atender a las operaciones, teniendo en cuenta los cobros y pagos que se van generando. Es muy importante que la empresa disponga de liquidez suficiente para desarrollar su actividad.
Estas necesidades de tesorería, que podemos denominar necesidades operativas de fondos, deben permitir cubrir día a día las operaciones de la empresa y disponer de una cantidad adicional de liquidez para atender o amortiguar las contingencias que puedan presentarse.
Esta previsión se puede obtener a través de la elaboración de un presupuesto de tesorería, que es un documento en el que se recogen todos los cobros y pagos que se van a producir en un periodo determinado.
Un dato importante para la realización de estas previsiones es determinar el periodo de tiempo total que debe abarcar la previsión o presupuesto de tesorería, así como las unidades de tiempo, o subperiodos, en que se van a agrupar las entradas y salidas de efectivo y se van a ir determinando los saldos de tesorería.
El periodo y los subperiodos más aconsejables para realizar el presupuesto de tesorería se pueden determinar atendiendo a las siguientes características de cada proyecto empresarial:
Como subperiodos para agrupar los cobros y pagos se puede emplear tanto el mes como el trimestre. En función de los mismos, se van calculando para cada mes:
Para facilitar los cálculos y poder tomar la determinación sobre la cuantía de las inversiones iniciales, se pueden elaborar unos cuadros auxiliares, recopilando los datos que necesitamos:
Para determinar las necesidades de inversión total del proyecto y, a partir de éstas, las necesidades de circulante, vamos a realizar un presupuesto de tesorería. Una vez consignados en el documento todos los cobros y pagos, empezaremos por elaborar un primer borrador del presupuesto de tesorería. Este borrador lo realizamos siguiendo el modelo, pero partiendo de un saldo inicial de tesorería de 0. Lo normal es que se presenten saldos negativos de tesorería en los primeros meses del año e incluso que en algunos casos se mantengan a lo largo del mismo. Se considera además que todos los gastos previos al comienzo de la actividad se incluyen también en este mes.
Basándonos en los datos obtenidos podemos deducir las necesidades iniciales de inversión del proyecto a partir de los saldos mensuales negativos que se produzcan. La inversión requerida vendrá dada por el importe del saldo negativo de mayor cuantía producido y que en la mayoría de los casos corresponderá a enero. Tomando el importe del saldo negativo mayor como referencia, podemos fijar la inversión inicial necesaria el proyecto, que podrá ser esta misma cantidad o una cantidad mayor pero nunca una cantidad inferior.
Como inversión inicial tomaremos esta cantidad redondeada por exceso, siempre que esta sea superior a los pagos estructurales del proyecto y cubra además aquellos otros que hubiera que realizar de forma previa al inicio de las operaciones. En los casos en que esta cantidad resultara inferior a estos pagos, tomaremos, en su lugar, la suma de estos como cifra de inversión inicial necesaria para el proyecto.
Una vez determinada la inversión inicial, se realizará el presupuesto de tesorería definitivo, trasladando los datos del presupuesto realizado a una nueva hoja, donde, como saldo inicial, en lugar de cero pondremos la cantidad que hayamos determinado para la inversión inicial del proyecto. La inversión necesaria en capital circulante inicial se obtiene descontando de la cantidad fijada anteriormente el importe de la inversión en activo fijo, que habrá sido determinada previamente e incluida en el presupuesto de tesorería.
Para conocer la posibilidad de conseguir financiación ajena para los proyectos, es necesario llevar a cabo previamente un repaso de las diferentes fuentes de financiación ajena y, de este modo, estudiar las posibilidades de utilización de cada una de ellas en los proyectos empresariales. La financiación ajena para proyectos empresariales de creación de empresas puede obtenerse a través de diversas fuentes, siendo las más usuales las que enumeramos a continuación:
Es necesario calcular y analizar los costes de las diferentes alternativas o posibilidades de financiación ajena que podamos obtener en el proyecto con el fin de poder escoger entre ellas y decidir la más ventajosa para nuestro negocio. Con este fin debemos comparar el coste de la financiación ajena con los resultados esperados del proyecto. Esta comparación nos servirá para ver cómo podrá afectar a nuestro negocio el coste de la financiación.
En los casos en que el importe del coste de la financiación sea inferior a los resultados esperados del proyecto, podrá resultar conveniente tener en cuenta esta circunstancia para aprovechar en la medida de lo imposible esta diferencia. En estos casos no nos importará aumentar el endeudamiento, siempre que sea posible mantener la misma rentabilidad de nuestro negocio. Por ello se dice que existe apalancamiento financiero cuando el coste del endeudamiento es inferior a la rentabilidad económica esperada del proyecto.
Para los estudios de rentabilidad de inversiones, el beneficio no es la mejor variable que se pueda utilizar. El beneficio es un concepto contable que se utiliza para medir en conjunto las realizaciones de las empresas por lo que en su obtención interviene la observación de acuerdos y normas contables. El beneficio de la empresa se obtiene por la diferencia entre los ingresos y los gastos estimados. El resultado económico de la empresa puede ser distinto dentro de un proyecto empresarial, en función de las normas que se apliquen y de la política de amortizaciones que se haya decidido seguir.
Ingresos – Gastos = Beneficio
Fórmula en la que, si sustraemos de los gastos el importe de las amortizaciones, éstos se pueden descomponer en amortizaciones y otros gastos. Sustituyéndolo en la fórmula anterior, tenemos:
Ingresos – Amortizaciones – Otros gastos = Beneficio
Para eliminar el inconveniente anteriormente citado podemos no tener en cuenta las amortizaciones y utilizar entonces para estudiar la rentabilidad de los proyectos como magnitud, en lugar del beneficio, sólo la diferencia entre los ingresos y los otros gastos. Si despejamos en la fórmula anterior tenemos:
Ingresos – Otros gastos = (Beneficio + Amortizaciones) → Cash flow
Esta magnitud representa una de las acepciones de lo que denominamos cash-flow, expresión inglesa que se traduce por “flujo de caja” o “flujo de tesorería” y también por movimientos de fondo de la empresa. El cash-flow es la magnitud más adecuada para realizar el estudio de las inversiones y eso por lo tanto la más utilizada. El empleo de esta magnitud presenta la ventaja, como hemos visto anteriormente de no tener en cuenta las amortizaciones, por lo que éstas no le afectan y a diferencia del beneficio, el cash-flow representa un concepto más sencillo ya que es también la diferencia entre los cobros y los pagos realizados. Sin embargo, este término se emplea en diversas aceptaciones, pudiéndose suscitar en ocasiones cierta confusión sobre su significado:
El valor actual neto es un método de evaluación de inversiones que consiste en reducir a una sola cifra la corriente de flujos de fondos que se estima va a generar el proyecto. Esto se consigue descontando cada importe de los flujos de fondos a una tasa de descuento determinada y por el tiempo que medie entre el momento actual y el año en que se obtendrán los mismos. El valor actual neto se obtiene al restar la inversión inicial de la suma de los valores actuales de los flujos.
La interpretación del valor obtenido es la siguiente:
El VAN representa en valores monetarios actuales, la rentabilidad total que obtendrá un proyecto a lo largo del horizonte temporal que se haya considerado, una vez recuperada la inversión inicial del mismo. La dificultad principal para la aplicación correcta de este método es determinar la tasa de descuento que deba utilizarse para calcular el VAN y que nos pueda proporcionar una medida adecuada de la rentabilidad del proyecto.
Consideraciones para la determinación de la tasa de descuento:
La tasa interna de rentabilidad (TIR) es otra medida para evaluar la rentabilidad de los proyectos. Se puede definir como el tipo de interés que produce el dinero invertido en el proyecto. La tasa interna de rentabilidad es la tasa de descuento que hace que el VAN de un proyecto sea cero. Si se quiere calcular la TIR con una calculadora normal el método más adecuado es el de prueba y error. Consiste en calcular el VAN sustituyendo en la fórmula por un valor que se considere que pueda ser aproximado al valor de la TIR y realizando los cálculos correspondientes. En función del resultado obtenido, se vuelve a probar con otro valor, superior o interior al anteriormente utilizado como tasa de descuento, y se compara el nuevo resultado obtenido.
Si utilizamos la TIR como medida para la selección de proyectos empresariales, serán aconsejables aquellos proyectos que ofrezcan una TIR superior al coste de oportunidad del capital para el inversor. Hay que tener especial cuidado con esta medida porque puede presentar algunos inconvenientes para el análisis e inducir en ocasiones a elecciones de proyectos no muy acertadas. Otro problema que presenta la TIR consiste en que cuando hay más de un cambio de signo en los flujos de tesorería puede dar lugar a la aparición de varias TIR razón por la cual en estos casos carece de significado la aplicación de este método.
A través de este método se trata de calcular el periodo de tiempo que tarda un proyecto en recuperar la inversión inicial realizada. Uno de los aspectos que puede echar atrás al inversor a la hora de invertir en un proyecto es el riesgo en la recuperación, más ocasiones de riesgo pueden presentarse.
Periodo de recuperación = Inversión Inicial / Flujo anual
Cuando los flujos que se obtienen cada año no sean iguales, habrá que irlos sumando hasta que su importe acumulado iguale a la inversión inicial, siendo el periodo de recuperación el número de años necesarios para que se produzca esta igualdad. Si la igualdad se alcanza en un periodo situado entre dos años, habrá que calcular mediante una proporción la fracción de año que corresponda al mismo.