Portada » Lengua y literatura » Narcís Oller y la Novela Catalana del Realismo y Naturalismo
Guimerà toma una gran relevancia en la historia de la literatura catalana por varios motivos:
La recuperación de la lengua catalana en narrativa fue lenta y especialmente dificultosa en el caso de la novela. Entre las causas de este retraso, hay que destacar la falta de una tradición próxima, ya que la producción narrativa medieval de las grandes novelas, como Curial e Güelfa o Tirant lo Blanch, se había estancado durante la Edad Moderna.
A principios del siglo XIX, gracias al proceso de alfabetización de nuevas capas sociales, ya existía un público lector de novelas y una industria editorial, compuesta por editores, impresores y libreros, sobre todo en las ciudades de Valencia y Barcelona. Los lectores tenían que recurrir a las novelas románticas extranjeras, traducidas al español.
El género narrativo que predominaba en Europa era la novela histórica, como consecuencia de la visión romántica que idealiza a los personajes y los hechos históricos del pasado, y potencia la emoción y espectacularidad de las tramas argumentales en perjuicio de la verosimilitud.
A partir de 1830, aparecieron los primeros escritores catalanes que producían novelas propias, pero escritas en español. Eran novelas históricas que trataban temas de la historia general española y que adaptaban los modelos de los grandes autores extranjeros del género, como el escocés Walter Scott (Ivanhoe). La novela se publicaba por capítulos.
Esta modalidad potencia los elementos dramáticos y sentimentales e imprime una finalidad moralizante a la historia. La literatura catalana incorporó las tendencias de folletín de autores franceses, como Eugène Sue (Los misterios de París) o Alejandro Dumas (Los tres mosqueteros).
El uso de la lengua catalana en la novela no se produjo hasta pasados treinta años. En 1862 Antonio de Bofarull publicó la primera novela contemporánea en lengua catalana: L’orfeneta de Menàrguens o Catalunya agonitzant, una novela histórica situada a principios del siglo XV que trata la crisis dinástica de la corona catalano-aragonesa a raíz de la muerte, sin descendencia, de Martín I el Humano, último rey de estirpe catalana.
El novelista romántico más importante es Martí Genís i Aguilar que, con la obra Julita (1874), introdujo una nueva propuesta de novela sentimental e idealista que no tuvo continuidad.
La prosa costumbrista abre una nueva vía en relación con la novela romántica, ya que toma la realidad inmediata como materia literaria. Valores como la imaginación, la emotividad y el dramatismo son sustituidos por la capacidad de observación, la descripción y el humor. Esta corriente narrativa preparó el camino de la novela realista posterior.
Los escritores costumbristas eran conscientes de que vivían en una época en que las formas de vida tradicionales estaban a punto de desaparecer debido a los cambios sociales provocados por la industrialización, y se propusieron reflejarlas en sus obras con un sentimiento acusado de nostalgia. El género más representativo de esta modalidad narrativa es el artículo (periódicos) o el cuadro de costumbres (por lo que tiene de escena teatral). Se trata de una pieza breve, de tono humorístico o festivo, que describe escenas de la vida cotidiana (celebraciones, fiestas populares o familiares, conversaciones de calle, oficios artesanos…) y personajes típicos (el tendero, el viudo, el barbero…), preferentemente de los barrios menestrales o del mundo rural. Se caracteriza por el intento de reproducir la viveza y la gracia de la lengua coloquial del pueblo (el catalán que ahora se habla), por el predominio de la descripción sobre la trama argumental (reduce las composiciones a pequeñas anécdotas) y por la abundancia de diálogos espontáneos.
La obra de Emili Vilanova (1840-1905) es considerada como el mejor ejemplo de la narrativa costumbrista. Consta de una cantidad considerable de cuadros de costumbres de una gran riqueza documental, en los que el autor, mezclando el buen humor, la nostalgia y la ternura, hace una elegía del mundo popular y menestral de la Barcelona del Ochocientos.
El Realismo, corriente artística de mediados del siglo XIX, se caracteriza por la representación de la realidad inmediata a partir de una descripción objetiva.
Los aspectos que más influyeron en su nacimiento fueron: la fe en el progreso, el positivismo, los descubrimientos de las ciencias naturales, la fotografía y la difusión de nuevas ideologías sociales.
En el campo de la literatura se impulsa la novela realista, que se considera la más apta para reproducir el mundo real y exterior del escritor. Se abandonan los temas fantásticos, legendarios y maravillosos con el objetivo de acercarse a la realidad inmediata (la vida diaria de la época). También muestra un gran interés por todos los aspectos de la sociedad, incluso los desagradables, y los recoge y analiza en toda su amplitud.
La trama argumental intenta reproducir tanto los ambientes familiares y sociales donde se mueven los personajes, como sus conflictos anímicos procurando hacer una descripción objetiva y detallada.
El novelista opta por el narrador omnisciente para mantener un tono neutro y objetivo.
Durante el último tercio del siglo XIX los escritores naturalistas intentaban demostrar que sus personajes estaban sometidos al determinismo universal: su carácter y conducta están sujetos a unas leyes similares a los fenómenos físicos o naturales.
El escritor naturalista Emile Zola pretendía convertir la novela en un estudio científico con una finalidad reformadora, como él le atribuía.
Fueron los críticos literarios José Yxart y Joan Sardà quienes impulsaron la novela catalana hacia el Realismo y Naturalismo y los que influyeron sobre Narcís Oller.
Oller nació en 1846. Huérfano de padre a la edad de siete años, fue educado bajo la tutela de un tío abogado en un ambiente acomodado, culto y liberal. Tras cursar la carrera de Derecho en Barcelona, se dedicó a su actividad profesional (procurador de tribunales), que compaginó con su vocación literaria a lo largo de su vida.
Políticamente se decantó por el catalanismo de carácter conservador, que representaba la burguesía, la clase social que describió detalladamente en sus novelas. Murió en Barcelona en 1930.
La publicación de Pilar Prim (1905) significa el final de la trayectoria novelística de Oller y su último intento de adaptarse a las nuevas fórmulas narrativas que, a través del Modernismo, se imponían en la literatura catalana.
Narcís Oller se inició en la literatura escribiendo narraciones de carácter romántico y costumbrista en español. Diversos factores le hicieron decidir cambiar de lengua, como las relaciones que mantuvo con los escritores de la revista La Renaixença y la vivísima impresión que le causaron los Juegos Florales de 1877.
Pero, además de las razones sentimentales o políticas, había otras estrictamente literarias: muy influido por la lectura de autores franceses coetáneos, especialmente de Zola, y una vez convencido por los críticos Josep Yxart y Joan Sardà de las posibilidades de la narrativa europea realista y naturalista, no vio otra manera de reflejar fielmente la realidad que usar la lengua propia del mundo que describía: «Escribo novela en catalán porque vivo en Cataluña, copio costumbres y paisajes catalanes y catalanes son los tipos que retrato, en catalán los siento hablar cada día».
Su producción novelística es escasa: seis novelas. También publicó un gran número de cuentos y unas Memorias literarias, que nos ayudan a la hora de estudiar sus novelas.
Oller tuvo contacto con novelistas importantes de dentro y fuera del ámbito hispánico, lo que le dio una fama insólita en la literatura catalana de entonces. Émile Zola escribió el prólogo a la edición francesa de La papallona, en la que la calificaba como «un estudio de personajes ligeramente idealizados a través de un medio ambiente muy exacto». La inclinación idealista y moralista de raíz romántica que muestra Oller es una constante en su obra, lo que contrasta con el Realismo naturalista que intentaba seguir.
En 1882 publicó su primera novela, La papallona, con la que obtuvo fama internacional al ser traducida a varios idiomas. Obra considerada de transición, contiene varios aspectos románticos, como la trama argumental, más propia de las novelas de folletín (Toneta, una chica huérfana, pobre, ingenua y analfabeta es seducida por Lluís, «un papallona», de clase social alta, que la deja embarazada), y la presencia de elementos truculentos, de la casualidad y de un final moralista (Toneta, a punto de morir, consigue unirse en matrimonio con el seductor). Sin embargo, también aparecen aspectos realistas e incluso naturalistas, como las descripciones minuciosas del ambiente (la Barcelona menestral en proceso de cambio hacia la industrialización) y la explicación de los antecedentes biológicos y psicológicos de la protagonista.
Considerada una de las mejores obras de Oller. A partir de la recreación del tema del avaro, la novela se inserta de lleno en el Realismo por el marco histórico en que se ambienta: la descripción de la sociedad rural en vías de industrialización. Pero, tal y como señala el subtítulo («estudi d’una passió») se acerca al Naturalismo, ya que estudia el proceso de la avaricia, personificada en Oleguer, «L’Escanyapobres», y su esposa. La pasión por el dinero, descrita en términos eróticos, es llevada hasta las últimas consecuencias: el aislamiento progresivo, el miedo obsesivo y, finalmente, el desequilibrio mental.
La naturaleza de esta pasión no sólo es vista como una tara mental, sino también como un comportamiento inmoral (la muerte trágica de Oleguer hay que interpretarla como un «càstig») que impide la regeneración de la sociedad. Liquidar una conducta tan regresiva representa el triunfo de la nueva mentalidad de la sociedad en vías de progreso, que en la novela se simboliza con la llegada del ferrocarril a la sociedad rural.
Obra más ambiciosa y más realista de Oller, ya que su técnica se fundamenta en la observación. Crea unos personajes muy verosímiles y retrata fielmente el paso de una ciudad menestral a una sociedad burguesa e industrial, en un marco histórico muy concreto: el período de fiebre bursátil que vivió Barcelona entre 1880 y 1882, lo que convierte la novela en un rico documento histórico y social, sobre todo de la alta burguesía barcelonesa.
La novela está dividida en dos partes: La pujada, que narra la rápida ascensión económica y social de Gil Foix desde la menestralía hasta la alta burguesía gracias a sus hábiles especulaciones en la Bolsa, y El despenjament, en que el crack bursátil arruina al protagonista y lo vuelve a sus orígenes sociales: el oficio de carpintero.
Es la obra más naturalista de Oller, donde los principios teóricos de Zola son el tema central de discusión entre tres personajes de la novela, uno de los cuales, el narrador, pone en cuestión que el proceso de enajenación mental del protagonista, Daniel Serrallonga, sea debido a sus antecedentes genéticos (leyes de la herencia) y que sea agravado por las condiciones sociales y familiares que le rodean (determinismo ambiental).
Su tesis es que el alma humana no puede ser explicada exclusivamente por leyes deterministas ni estudiada con tanta precisión como lo puede ser la realidad física.
Técnicamente, es la obra más innovadora y moderna del novelista: por un lado, rompe con el procedimiento del narrador en tercera persona, externo a la historia y con una visión omnisciente, y en su lugar aparece un narrador en primera persona, interno (participa activamente en la acción) y limitado (juega un papel secundario: es uno de los testigos de los hechos).
Por otro lado, la descripción pierde relevo en favor de la narración y el diálogo; y la objetividad exigida por el Realismo se consigue con la combinación de tres perspectivas narrativas: la del médico Giberga, que da la versión científica y naturalista del caso; la de l’Armengol, que representa la actitud irresponsable de la sociedad hacia los enfermos mentales; y la del narrador, que se decanta por un punto de vista más sentimental, espiritualista o idealista.
El autor deja atrás la preceptiva naturalista y elabora una novela psicológica de carácter realista pero con nuevas técnicas, como el uso de símbolos y descripciones vagas, la creación de estados de ánimo, la correlación entre las descripciones del paisaje y los estados de ánimo de los personajes, la revelación de su intimidad, la potenciación de sus puntos de vista mediante el monólogo interior y el estilo indirecto libre, o el desenlace abierto de la novela.
Pilar Prim trata la historia de una mujer que lucha contra un ambiente hostil que le impide amar según sus inclinaciones y su íntimo sentido moral. Pilar Prim, viuda de mediana edad, se enamora apasionadamente de un joven abogado, pero encuentra muchos obstáculos para realizar su amor: la familia (su hija se opone), los prejuicios morales, las convenciones sociales (es mal visto el matrimonio de una viuda con hijos) y la injusticia legal (el testamento de su marido dispone que pierde el usufructo de sus bienes si ella se vuelve a casar).
Con esta novela Narcís Oller retoma un tema muy frecuente en la literatura europea del siglo XIX: el de la mujer insatisfecha y oprimida en una sociedad patriarcal y agresivamente moralista.
La obra de Narcís Oller, siguiendo el modelo de Balzac, tiene la pretensión de ser una suma novelística del lugar y la época en que vivió el autor, concretamente de la sociedad catalana de la Restauración. Para dar unidad al corpus novelístico, Oller hace aparecer a unos mismos personajes en novelas diferentes, limita todas las obras a un marco urbano (la ciudad de Barcelona) y un marco rural (dos pueblos arquetípicos inventados por el autor: Pratbell y Vilaniu), y repite temas secundarios, como el del ferrocarril, la bolsa o el caciquismo.