Portada » Geografía » Movimientos migratorios y estructura de la población en España
La población de un lugar depende no solo de su crecimiento natural, sino también de los movimientos migratorios: las personas que llegan a ese lugar (inmigrantes) y las que lo abandonan (emigrantes). Las migraciones son desplazamientos de la población que implican un cambio del lugar de residencia. La diferencia entre el número de inmigrantes y el número de emigrantes registrados en un territorio durante un año determina el saldo migratorio, necesario para calcular el crecimiento real de una población, que es el resultado de sumar el crecimiento natural y el saldo migratorio.
Desde la Edad Moderna hasta finales del siglo XX, en España predominaron los movimientos de salida de población debidos, sobre todo, a motivos económicos y políticos. Hasta finales de los años 50, el destino preferente fue Latinoamérica (Argentina, Cuba y Brasil), el cual tuvo su auge entre la segunda mitad del siglo XIX y 1914. La mayoría de los emigrantes españoles procedían de Galicia, Asturias o Canarias y eran por lo general, varones de bajo nivel de cualificación. En 1955 la ONU levanta el aislamiento internacional en el que estaba España, por lo que la emigración hacia América perdió intensidad a favor de Europa, sobre todo a partir de los años 60. En ese momento España experimentaba un gran crecimiento demográfico (baby boom) y la mecanización del campo provoca excedente de jornaleros. Sobre todo emigraron varones poco cualificados de Andalucía y Galicia con destino a Francia, Alemania y Suiza. Desde 1973 se frena esta emigración por la crisis energética; disminuyen los empleos, cierran fábricas, hay retornos… Así, a mediados de esta década, el número de entradas empezó a superar al de salidas, dando como resultado un saldo migratorio positivo que se mantuvo hasta el año 2010.
Los movimientos migratorios interiores comenzaron a aumentar a partir del último tercio del siglo XIX, impulsados por la actividad industrial y la mejora de los transportes. La superpoblación de las zonas rurales, la crisis agraria y la incipiente mecanización de las tareas agrícolas propiciaron el inicio de un intenso éxodo rural. En una primera etapa las principales regiones emisoras fueron Galicia, las dos Castillas. Cantabria, Navarra, Andalucía y el litoral levantino. Las regiones receptoras eran las zonas industriales de Cataluña, País Vasco y Madrid, a las que se añadirán las principales zonas mineras. La crisis económica tras el crack del 29, la guerra civil española y las condiciones que se dieron durante la primera etapa del franquismo frenaron el éxodo rural, que cobró nuevo impulso en la década de 1950 y alcanzó su auge en los años sesenta y principios de los setenta.
Lo primero a destacar es la existencia de un mayor número de mujeres que de hombres. Esto se explica porque la mujer tiene mayor resistencia biológica que el hombre, con lo que,- aunque nacen más hombres que mujeres. A partir de los 24 años esta diferencia tiende a igualarse y, además, la esperanza de vida de la mujer es mayor. Los movimientos migratorios también pueden descompensar la proporción entre hombres y mujeres, cuando emigra más un sexo que otro.
La principal característica de la pirámide de población española es el progresivo envejecimiento y la falta de relevo generacional. Las causas son por un lado el descenso de la natalidad y la fecundidad, y, por otro, el aumento de la esperanza de vida. En las ciudades el índice de envejecimiento es claramente inferior a la población rural. El grupo de jóvenes, población comprendida entre los 0 y los 14 años, representan aproximadamente el 15% de la población. El grupo de los ancianos (65 años y más) constituye alrededor de un 19% de la población. La población adulta, entre 15 y 64 años, ocupa aproximadamente el 66 %, pero son mayoría el grupo de más de cuarenta años. Por tanto, la tendencia de este grupo es a disminuir y a que aumente el grupo de ancianos. Este envejecimiento de la población, con la pérdida de población activa, supone un problema que se va agravando.
La población activa es aquella que se encuentra en condiciones de trabajar (16 a 65 años) y se han incorporado al mercado laboral, es decir, trabajan o han trabajado y están buscando empleo (población ocupada y desempleada). La población inactiva es la que, estando en edad laboral, no quieren o no pueden trabajar: estudiantes, prejubilados, rentistas, amas de casa, personas con incapacidad laboral… La tasa de paro expresa el porcentaje de población desempleada con relación a la población activa que hay en un lugar en un momento determinado. El paro, hasta 1975 no superaba el 3% de la población. Desde entonces no se ha conseguido volver a estos niveles (en aquella época la mujer no se había incorporado al mundo laboral y se había producido una gran emigración a los países europeos.). En la actualidad, la elevada tasa de paro del país es uno de sus principales problemas.