Portada » Educación Artística » Movimientos de Vanguardia en Europa: De la Rebelión a la Crisis
Entre las dos guerras mundiales, Europa vio surgir una sucesión vertiginosa de movimientos artísticos conocidos como vanguardias. Estos ismos, aunque carentes de una coherencia conjunta e incluso con rasgos contradictorios, se manifestaron a través de proclamas que desafiaban el arte establecido. Su desarrollo se divide en tres etapas:
Desde los años previos a la Primera Guerra Mundial hasta su fin y la Revolución Rusa de 1917. Este período vio el nacimiento del Cubismo, Expresionismo y Futurismo, movimientos marcados por la rebelión contra la lógica racional, la moral y el honor.
Desde la Primera Guerra Mundial hasta la crisis económica de 1929. Surgen el Dadaísmo y los inicios del Surrealismo en Europa, junto con el Creacionismo y Ultraísmo en España. Esta etapa se caracteriza por una ruptura estética con el sentimentalismo y el realismo.
La crisis económica de 1929 y el auge de los totalitarismos (nazismo, fascismo y comunismo) intensificaron la tensión social y política, influyendo en el Surrealismo. El estallido de la Segunda Guerra Mundial marcó el fin de las vanguardias.
A diferencia de otros movimientos, el Expresionismo, predominante en Alemania y países nórdicos, no rechaza completamente la tradición, sino que intensifica ciertos aspectos del Naturalismo e Impresionismo. Busca reflejar el mundo interior del artista, deformando la realidad para expresar emociones. Se caracteriza por el uso de la caricatura, motivos grotescos, rasgos distorsionados y un lenguaje libre. Figuras destacadas son Franz Kafka, renovador de la novela, y Bertolt Brecht, renovador del teatro.
Fundado por Filippo Tommaso Marinetti en 1909, el Futurismo rechaza el pasado y exalta la civilización mecánica y técnica: máquinas, automóviles, aviones, luz eléctrica. Destierra los sentimientos humanos y promueve la acción y la violencia, lo que llevó a algunos futuristas a posturas fascistas. En cuanto al estilo, propone el uso de verbos en infinitivo, la abolición de adjetivos y adverbios, la eliminación de conjunciones y la supresión de la puntuación para lograr dinamismo y velocidad, reflejando la vida moderna.
Influenciado por el movimiento pictórico (1907), el Cubismo literario nace en 1913 con Guillaume Apollinaire. Se caracteriza por la fragmentación y reelaboración creativa de la realidad mediante la yuxtaposición de planos y el montaje arbitrario de elementos. Utiliza la técnica del collage: letras, números, recortes de periódicos y una disposición tipográfica especial, llegando al extremo de los caligramas (poemas visuales).
Surgido en Zúrich en 1916 con Tristán Tzara, el Dadaísmo, con un nombre de origen incierto (posiblemente relacionado con el balbuceo infantil), exalta lo absurdo, lo ilógico, lo irracional y el primitivismo como forma de rechazo al mundo devastado por la guerra. Polémicos, mordaces e inconformistas, los dadaístas atacan los principios de la razón, reivindicando la espontaneidad, la sorpresa y el lenguaje incoherente. Con el tiempo, evolucionarían hacia el Surrealismo.
Nacido a principios de los años veinte del Dadaísmo, el Surrealismo, impulsado por André Breton, busca liberar al ser humano de las ataduras de la lógica racional y las convenciones sociales. La obra de arte se convierte en el espacio donde aflora el inconsciente, reprimido por las normas morales. Influenciado por el psicoanálisis de Freud, el Surrealismo da gran importancia al sueño y al subconsciente. Se promueve la escritura automática, transcribiendo el flujo de la conciencia sin restricciones, lo que resulta en asociaciones insólitas de palabras, imágenes oníricas, metáforas sorprendentes, etc.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial marcó el fin de las vanguardias.