Portada » Filosofía » Moral, ética y felicidad: una exploración filosófica
Del latín mos, que significa costumbre, modo de vivir. Es una forma de conducta específica, regulada por valores y normas. Por ello, está presente en todas las sociedades. Basándose en tradiciones y costumbres, se establece lo bueno y lo justo. Surgen problemas cuando hay conflictos entre distintas normas morales.
Del griego ethos, que significa modo de ser o carácter. Parte de la filosofía que reflexiona sobre la moral. Analiza cuáles son las características de la conducta moral. Estudia los valores y las normas. Determina en qué consiste la responsabilidad moral. Investiga sobre la libertad; analiza qué es la obligación moral.
Todas las personas tenemos una estructura moral que nos lleva a elegir entre distintas posibilidades.
Como podemos encontrar diversas maneras de vivir, podemos hablar de distintas morales: occidental, cristiana, budista, esquimal, ecologista.
Tratan de orientar las acciones humanas y establecen normas. La moral y la religión no solo dan normas, también se ocupan de averiguar qué es lo que hace felices a las personas. Incluso en lo que se refiere a las normas, no es igual la forma de tratarlo. Al reflexionar sobre las normas, podemos distinguir en ellas dos aspectos:
Diferencia entre los tres:
Afirma que lo justo o injusto está en el interior de cada grupo y solo vale para él; cada grupo tiene sus costumbres y son incomparables con las de otro. Lo malo y lo bueno es relativo. Grecia con los sofistas, Protágoras. Siguientes posiciones:
Es imposible diferenciar entre el bien y el mal, ya que no existen criterios que los definan.
En el terreno científico es posible ponerse de acuerdo atendiendo a los datos; en el caso de los juicios morales no se puede recurrir a ellos. Max Weber: el subjetivismo moral se ha extendido en el mundo moderno en un proceso de racionalización que ha dado lugar al triunfo de la racionalidad instrumental, que nos capacita para adaptarnos a los medios adecuados a los fines que nos proponemos. Sin embargo, la racionalidad evaluativa, encargada de fijar los fines o valores últimos, ha retrocedido hasta el punto de que en ese ámbito no tenemos razones.
Según David Hume, no existen valores universales porque la bondad y la maldad solo se pueden percibir por los sentimientos que producen sobre nosotros, sobre cada individuo, por lo que no se podría ser subjetivo. En el siglo XX, Julius y Leslie: los predicados morales no añaden nada comprobable, sino que expresan aprobación o desaprobación. Tienen una doble función: expresar sentimientos o emociones subjetivas e influir en los interlocutores para provocar en ellos la misma actitud del que habla.
Para ser feliz es indispensable entrenarse, cultivar un conjunto de virtudes: la prudencia. Es prudente quien sabe actuar buscando lo que le conviene. Es prudente la persona que sabe encontrar el justo medio entre el defecto y el exceso, entre la temeridad y la cobardía, entre el despilfarro y la avaricia; apreciar la amistad y la lealtad.
Saber ser justo es ser capaz de tener en cuenta no solo el interés de un grupo o de alguno, sino el interés de todos. Lo justo se refiere a aquello que es exigible a cualquier ser racional que quiera vivir moralmente, mientras que lo bueno, lo que proporciona la felicidad, lo es solamente para una persona, un grupo o una cultura.
Se ocupa de la dimensión universalizable del fenómeno moral, de aquellos deberes de justicia exigibles a cualquier ser racional y que definitivamente componen unas exigencias mínimas.
Intentan ofrecer ideales de vida buena, en los que el conjunto de bienes de que las personas podemos gozar se presentan jerarquizados para producir la mayor felicidad posible.
Aconsejan seguir su modelo, nos invitan a tomarlo como orientación de la conducta, pero no pueden exigir que se siga, porque la felicidad es cosa de consejo e invitación.
Reconocer en la moral la doble faceta de lo justo y lo bueno nos permite explicar dos fenómenos:
Por eso, la circulación de mínimos y máximos permite: