Portada » Filosofía » Modelos de Universo Soteriológico y Diálogo Interreligioso
El exclusivismo, o modelo de universo eclesiocéntrico, interpreta el axioma Extra Ecclesiam nulla salus. La salvación de todos y cada hombre llega desde Jesucristo por medio de la predicación y la acción sacramental de la Iglesia. Esta afirmación enfatiza la unicidad de Jesucristo y oscurece su universalidad, descalificando el punto de vista soteriológico de todas las religiones que no sean cristianas. Cristo se posiciona contra las religiones, donde todas son falsas y carecen de valor soteriológico. El cristianismo se presenta como la única religión verdadera por ser la revelada y el camino único de salvación.
El inclusivismo es un modelo de universo soteriológico cristocéntrico. Jesucristo, revelador definitivo de Dios y camino de salvación para los hombres, está presente por su espíritu en las religiones no cristianas. Toda salvación procede de Jesucristo, el Espíritu Santo es el agente protagonista de esta salvación y las tradiciones religiosas tienen un papel positivo, sacramental en la economía de la salvación. Cristo no está en contra, sino en las religiones.
El pluralismo es un modelo geocéntrico de universo soteriológico. Se aleja de las fórmulas de exclusivismo e inclusivismo, donde Cristo se posiciona contra o en las religiones. Las religiones son valoradas como caminos de salvación queridos por Dios para sus adeptos, como lo es la Iglesia católica para sus fieles. Así, se encuentra el universalismo de la salvación y el reconocimiento de la identidad de las religiones no cristianas, posibilitando un verdadero diálogo y encuentro interreligioso, cosa que no lograría la teoría inclusivista.
El diálogo tiene valor por sí mismo, como enriquecimiento y camino hacia una experiencia más rica y una comprensión más amplia hacia la conversión y vida más fiel. El diálogo no se opone al anuncio, sino que lo prepara y le imprime su forma, lo convierte en anuncio dialogal.
En el anuncio, el cristiano proclama su experiencia y su convicción de fe de que Jesucristo se encuentra en una forma de revelación y salvación, de autocomunicación de Dios al hombre, y que a través de él, por su mediación, llega a todos los hombres. Esta forma es única y lleva a plenitud todas las demás, por eso es normativa para todos los hombres.
El cristiano no puede exigir ese reconocimiento como condición de diálogo, deberá realizarse sin pretensiones de superioridad, pero el diálogo desemboca en el testimonio y esa es la forma de anuncio. Ese anuncio no se hace en el vacío, sino que el Espíritu está presente y activo en ambos interlocutores. Y este diálogo se traduce en formas de convivencia amistosa y se busca la justicia, liberación y paz.
Adela Cortina propone la ética del diálogo que parte de una distinción:
Esos mínimos se construyen en el diálogo entre máximos. La Iglesia debe entrar en el diálogo haciendo comprensible para la sociedad lo que ella piensa, no debe imponer.
El ateísmo enuncia la negación del contenido del término teísmo. El teísmo se podría definir como aquella actitud filosófica que intenta una demostración racional de Dios. Se trata de la pretensión de una demostración al modo de la lógica que lleve a una conclusión incontrovertible. Frente a esto surgen los contrarios que intentan demostrar la no existencia de Dios.
El ateísmo, pues, es el intento racional de negación del dios filosófico y no del Dios de la fe. Que los argumentos a favor de su existencia o de su no existencia sean antinómicos no supone que puedan ser concluyentes, revelando ambos su insuficiencia. A Dios no se le puede demostrar de un modo definitivo desde la razón, pero tampoco negar. Dios no se demuestra al modo de las verdades científicas, sino que se muestra al creyente en un nivel experiencial, se trata de la experiencia de encuentro en que consiste la fe.
Según Tierno Galván, en la expresión «ser ateo», el verbo subsume, mientras que en «ser agnóstico» el verbo ser predica. El ateo es alguien que dice no, una negación de una actividad que niega una afirmación. Se trata de la última negación posible, tras la cual no queda posibilidad de rectificación y que expresa una actitud global de la persona. Cuando el ateo niega a Dios, está diciendo que no quiere que exista. Está comprometido a que, al negar la existencia de Dios, da la posibilidad de la existencia de Dios. Es ser un hombre que necesita la posibilidad de Dios para poder negar lo que se afirma.
Con esto, Tierno Galván pretende tomar un posicionamiento descomprometido para su increencia en la opción agnóstica. Decir «soy agnóstico» implica que vives perfectamente en la finitud y no necesitas más. La finitud es su único compromiso. Es no echar de menos a Dios. Es aceptar lo imperfecto formando parte de la instalación perfecta en lo finito. Luego, el agnóstico puede admitir un Dios real en cuanto a finito.
Tierno afirma «soy agnóstico» y ese «ser» predica pero no compromete, solo acepta un hecho que impide aceptar otro, pero cae en una contradicción performativa, ya que el agnóstico puede admitir un Dios real en cuanto finito.
La Nueva Era es humus y fuente de inspiración de los nuevos movimientos religiosos. Según Danneels, no es una religión, pero es religioso; no es filosofía, pero es una nueva visión del hombre y el mundo; no es ciencia, pero se basa en leyes científicas. Es una nebulosa que contiene esoterismo, ocultismo, pensamiento místico y mágico sobre los secretos de la vida, con pinceladas de cristianismo mezclado con ideas de astrofísica.
Su difusión está ligada a la obra divulgativa: La conspiración de Acuario. En los 80 se empieza a sentir una campaña de divulgación que parece contar con la anuencia y los recursos de grandes multinacionales del cine. Son campañas de marketing para inducir ideas y comportamientos en la sociedad, que se aprovechan de esta con los interrogantes sobre el sentido, aunque sea de forma ficticia, y la asunción acrítica de un reencantamiento de la sociedad. Centros de poder han utilizado la New Age para llegar a una moral neocapitalista, ya que es difícil encontrar legitimidad doctrinal en las confesiones cristianas.