Metodología de la Planificación por Objetivos

La planificación por objetivos se estructura en una serie de fases interconectadas:

1. Identificación de una meta: Se define la meta global a la que contribuirá el proyecto.
2. Definición de resultados esperados: Se establecen los resultados concretos que permitirán alcanzar el objetivo.
3. Planificación de actividades: Se detallan las actividades necesarias para producir los resultados esperados.
4. Cálculo de medios: Se determinan los recursos (humanos, financieros, materiales) necesarios para cada actividad.
5. Planteamiento de supuestos: Se identifican las condiciones previas necesarias para el éxito del proyecto.

La intervención en el proyecto se produce durante la ejecución de las actividades, generando una cadena de consecuencias que va de lo particular (actividades) a lo general (meta). El razonamiento es el siguiente: si se cumplen las condiciones previas y se dispone de los medios, se inician las actividades, se obtienen los resultados y, si se cumplen los supuestos, se desencadena una serie de consecuencias que permiten alcanzar el objetivo del proyecto.

Esta metodología implica una conexión intrínseca entre todos los elementos de la planificación. Cada recurso se asigna a una actividad específica, la cual solo tiene sentido si contribuye a un resultado que, a su vez, facilita la consecución del objetivo. Se establecen procedimientos de control (indicadores y fuentes de verificación) para monitorizar el progreso en cada etapa.

Fases de la Metodología

Fase 1: Análisis de la Situación

Esta fase inicial se centra en el análisis de la situación actual:

• Identificación de participantes: Se identifican todos los actores involucrados, incluyendo beneficiarios directos e indirectos.
• Examen de problemas: Se analizan los problemas que afectan al grupo más vulnerable.
• Selección del problema central: Se elige el problema principal sobre el que intervendrá el proyecto.
• Planteamiento de alternativas: Se proponen diferentes soluciones al problema central.
• Elección de la mejor alternativa: Se selecciona la alternativa más viable y efectiva, que se convertirá en el objetivo específico del proyecto.

Fase 2: Identificación y Formulación de Problemas

La identificación de los participantes se realiza en dos etapas:

1. Reconocimiento previo del campo: Los expertos realizan una evaluación inicial de la situación.
2. Taller participativo: Se organiza un taller con todos los participantes (beneficiarios y otros actores) para diseñar el proyecto de forma conjunta.

La formulación de problemas debe seguir estas condiciones:

1. Los problemas deben definirse en función de la situación de los colectivos afectados, no de las necesidades percibidas por ellos o por los expertos. Por ejemplo, en lugar de «falta de albergues para inmigrantes», se formularía como «existen colectivos de inmigrantes que no alcanzan unas mínimas condiciones de vida». Esto evita que las soluciones se incluyan en la propia formulación del problema.
2. El problema central debe ser un hecho observable y constatable, respaldado por evidencia empírica numérica. Esto facilita la evaluación del proyecto.
3. Todos los elementos relacionados con la comprobación de los resultados deben ser medibles y observables numéricamente. Por ejemplo, el absentismo escolar se mediría por el descenso de las ausencias registradas en los centros educativos.
4. La relación entre la mejora de la situación de los beneficiarios y el cumplimiento del objetivo se basa en una lógica causa-efecto. Se asume que al incidir sobre las causas de un problema, se generarán efectos positivos.

Los objetivos se formulan como si se tratara de un problema solucionado.