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Daniel. J.
Capítulo III:
El concepto de mediación:
– Concepto de Mediación:
La mediación es
un proceso único que tiene una
característica esencial que la define, y que los distintos ámbitos de trabajo
son formas de adecuar una forma de hacer las cosas a un tipo de conflicto
determinado.
La mediación es
un proceso que permite apropiarse de sus conflictos a los actores para hacer
algo con ellos, con independencia de que se llegue o no a un acuerdo que ponga
fin. No tiene una función educativa, aunque puede serlo; no tiene una función
terapéutica, aunque puede serlo; y no tiene por función regular derechos y
obligaciones, aunque también puede hacerlo.
Es decir, el objetivo
de la mediación no es legal, ni psicológico ni educativo, es la autocomposición
en la resolución del conflicto por parte de los actores del mismo, desde sus
propias pautas culturales, en aquella agenda que ellos mismos decidan elaborar
y adecuar a lo largo del proceso, en función de las necesidades emergentes como
consecuencia del mismo y con las formas de comunicación que lea sean más
útiles.
La tarea del
mediador es crear las condiciones para que esto pueda producirse ayudando a las
partes, por medio de las técnicas correspondientes, a que puedan adquirir toda
la información que necesiten y en forma compartida respecto de las decisiones
que tienen que tomar; que puedan crear las mejores condiciones posibles, en
función de las características culturales de las partes, para que estas puedan
comunicarse de forma útil para el objetivo que les reúne en la mediación.
– El lugar del mediador:
El lugar del
mediador va a depender del concepto de mediación con el que trabajemos y con la
clara diferenciación que hagamos entre la mediación y otras formas de
intervención (terapia, conciliación, intervención socioeducativa, etc.)
Si el objetivo
de la mediación es el acuerdo, el
lugar del mediador estará vinculado y comprometido con el resultado
preestablecido, que es la obtención de un acuerdo y por lo tanto la absoluta y
libre disposición de la voluntad de los mediados estará directamente o
indirectamente “manipulada” por el mediador.
Si el objetivo
de la mediación es la modificación de conductas de tal forma que, una vez
efectuada esta, la gente cuente con recursos de los que no disponía antes del
proceso, para poder llegar a acuerdos frente a una situación de conflicto, el
mediador ocupará un lugar no sólo de poder sino también de responsabilidad
profesional tal que sólo los psicólogos podrían hacer esta tarea.
Si el objetivo
es el restablecimiento de la comunicación
y la modificación de la narrativa,
para que una vez lograda esta los mediados puedan a partir de ella restablecer
una relación fluida en forma tal que puedan enfrentar la resolución del
conflicto, podríamos estar frente a una situación que debería dar un proceso
similar a lo establecido en el caso anterior, y por lo tanto, se trataría de
una terapia familiar sistemática. El lugar del mediador sería, por lo tanto, un
lugar de poder, desde su saber el cual está al servicio de un resultado ajeno a
la voluntad de las partes.
Si el objetivo
de la mediación es que los mediados puedan tomar decisiones relativas a su
conflicto de forma autónoma e independiente de los valores, creencias o
criterios del mediador, apropiándose de su conflicto de tal forma que decidan
hacer algo con él, sea esto llegar a un acuerdo como lo entendemos
tradicionalmente, o a uno menos formal, como puede ser aceptar que no puedan o
no quieran llegar a un acuerdo en ese sentido de la palabra y “acuerdan” ir a
otro lugar (tribunales) para que un tercero lo resuelva por ellos.
Si realmente
creemos que los mediados son quienes realmente saben lo que les pasa, lo que
quieren, y confiamos en que ellos tienen las capacidades para resolver la
situación como lo han hecho antes de que se presente, el lugar del mediador
será un lugar propio, específico.
Desde esta
perspectiva la formación previa del mediador es útil, pero no determinante.
La mediación es
un saber hacer y estar frente a los clientes y al conflicto desde un paradigma
cultural, distintos como es aceptar el conflicto como una oportunidad, estar
convencido de que los conflictos pueden resolverse desde la perspectiva ganador
–ganador y el mediador está dispuesto a hacer la renuncia narcisista que
implica renunciar a hacer juicios de valor o suponer que tiene solución al
conflicto de sus clientes.
El lugar del
mediador es aquel en que en mejor forma puede ayudar que la gente se apropie activamente de su
conflicto, para hacer con él lo que estimen más oportuno. Para ello, debe colocarse
en el mismo plano de sus clientes, ir a la cultura y al lenguaje de ellos y no
a la inversa; renunciar al poder profesional del saber la respuesta para que
sean ellos los que la indagan y la busquen, renunciar a dar asesoramiento
profesional para que ellos sean los que la deben buscar fuera de la mediación.
Renunciará a hacer juicios de valor en relación a los discursos de los
clientes, centrando su hacer en crear con sus clientes las condiciones para que
estos puedan trabajar, estableciendo conjuntamente con ellos unas reglas de
juego útiles para ellos.
El lugar del mediador está representado de la siguiente manera:
El primer
esquema muestra al mediador en la parte más alta, esto significa tener más
poder. En general nos parece más razonable la primera versión pues los
profesionales tendemos a colocarnos en un lugar “superior” a nuestros clientes,
ya sea por el saber, por el poder formal que tenemos, por el cargo que
ejercemos o por necesidades subjetivas de seguridad o narcisismo.
Siempre se elige la altura para indicar poder, en la mediación esto no es así.
En la mediación
la ubicación del mediador es en el mismo plano, pero con un distinto rol. La
tarea del mediador es la de crear un espacio virtual en el cual todos ocupen el
mismo plano para que puedan apropiarse activamente del conflicto. Esto no
quiere decir que el mediador no tenga poder. Lo que queremos indicar es que no
tiene más poder que sus clientes.
El mediador no
tiene el control del proceso, este se construye con los clientes, porque ellos
pueden dejarlo cuando quieran, ellos tienen el poder de hacer que el proceso
continúe o no.
Por lo tanto,
estar en el mismo nivel de poder es la manera de ayudarles a que se
responsabilicen de su conflicto pueden asumir que son los únicos capaces de
obtener una solución al mismo. No ayudan a la mediación todas esas acciones en
las que asumimos el rol de encontrar las soluciones y en las que aceptamos la
transferencia de la responsabilidad del resultado de ellos a nosotros.
Por eso mismo,
si lo que pretendemos es que sean ellos quienes encuentren la solución a su
conflicto será necesario mantenernos lo más lejos posibles de este lugar.
– Función del Rotafolio en el presente modelo de
mediación:
El recurso de
Rotafolio responde precisamente a un intento de avanzar justamente en la
dirección de atenuar, no de eliminar, la subjetividad del mediador, ya que la
experiencia le ha ido demostrando que eso es imposible; ha sido precisamente
por el reconocimiento inconsciente de la inevitable interferencia que la
palabra hablada del mediador pueda producir.