Portada » Español » Mecanismos de cohesión texto de opinión
Nos encontramos ante un texto de opinión, de carácter argumentativo, escrito por Rosa Montero y publicado en el diario El País en Octubre de 2007. La periodista escribíó este texto con motivo de un suceso de reciente actualidad en ese momento (un caso de agresión racista en un tren) que tuvo mucha repercusión en los medios de comunicación.
Rosa Montero no centra su artículo en el agresor, ni tampoco en la víctima, sino en otro chico, también inmigrante, que presenció los hechos sin hacer nada. Trata de que reflexionemos sobre las razones por las “Ese chico” actuó de esa manera y de que nos cuestionemos qué habríamos hecho nosotros en su lugar.
El texto está dividido externamente en dos párrafos y presenta una coherencia evidente, que se manifiesta lingüísticamente en la presencia de distintos mecanismosde cohesión que ahora vamos a analizar, y que afectan a los distintos niveles de la lengua.
Respecto a la COHESIÓN LÉXICA, podemos comenzar analizando los casos de repetición léxica.
Además de la palabra “chico”, se repiten también otros términos en distintos lugares del texto (bochornosa, miedo, límites, tren, duda, peligroso…). Para evitar la repetición de palabras y dotar al texto de una mayor riqueza léxica, aparecen numerosos casos de sinonimia, por ejemplo: “chico”, “muchacho” y “adolescente”; “espeluznante” y “estremecedor”; “bochornosa” y “patética”; “duda”, “inquietud” e “incertidumbre”; “agresión” y “ataque”; “humillación” y “vergüenza”; etc.; además, hay varios mecanismos de sustitución por expresiones que se refieren al agresor: “el energúmeno”, “ese tipo” y “alguien tan feroz”, mientras que al testigo de los hechos aluden otras como “ese chico”, “el chico del tren” o “el pobre”.
También se establecen, entre algunas palabras del texto, relaciones de hiperonimia:
Por ejemplo, el hipónimo “ecuatoriana” se sustituye más adelante por el hiperónimo “inmigrante”, el hiperónimo “sentimiento” se sustituye a lo largo del texto por muchos hipónimos, todos ellos con connotaciones negativas (“miedo”, “inseguridad”, “fragilidad”…).
Algunas palabras y expresiones del texto se vinculan o relacionan entre sí precisamente por tener sentidos opuestos (antonimia)
: por ejemplo, ante una de estas situaciones límite, la reacción puede ser de “pasividad”, “no hacer nada” y “mirar para otro lado”, o, por el contrario, “enfrentarse”, “oponerse” y “socorrer” a la víctima.
En cuanto a los campos semánticos, es evidente el predominio de palabras relacionadas con la violencia. Por una parte, aparecen varios sustantivos que se refieren a actos violentos (agresión, ataque, golpe), otros que se refieren a quienes son o han sido con frecuencia víctimas de esa violencia (víctima, ecuatoriana, inmigrante, judío), y muchos otros que aluden a los sentimientos que experimentan esas víctimas (miedo, fragilidad, inseguridad, intimidación, humillación, cobardía…).
En cuanto a la COHESIÓN GRAMATICAL, podemos hablar, en primer lugar, de la deixis personal.
Encontramos una clara presencia de este tipo de deixis, tanto del emisor, pues la autora se hace presente en el texto a través de la primera persona del singular (“yo tampoco entiendo…”, “no sé si…”), como del receptor, al que la autora se dirige mediante la segunda persona del singular (“qué habrías hecho tú en su lugar”) o incluyéndose junto con ellos en formas de la 1ª persona del plural (“Ojalá la vida no nos ponga…”); se trata de un plural globalizador a través del cual nos involucra en esa situación, lo mismo que cuando utiliza la 2ª persona del singular refiriéndose a todos nosotros (“sentías vergüenza ajena”). Respecto a la deíxis temporal, únicamente aparecen verbos, tanto en presente (“hablo del muchacho”, “ese chico es…”), que indican que es un tema de actualidad, como en pretérito perfecto simple (“presenció”, “encarceló”) o compuesto (“hemos visto”), que se refieren al hecho acaecido recientemente; además aparecen algunos tiempos en futuro (“…será capaz de superarlo”), refiriéndose al futuro del muchacho que presenció la agresión.
También son numerosos los casos anáfora y de catáfora. Funcionan como elementos anafóricos varios pronombres personales (“al verlo”, que se refiere al modo en que el chico se esforzaba en mirar para otro lado; “el mérito de quienes lo hacen”, que se refiere a enfrentarse a los violentos, “piedad por él” o “Él mismo”, respectivamente, que
se refieren ambos a “ese chico”);
determinantes posesivos (“en su miedo…” o “en su condición de inmigrante”, que hacen referencia nuevamente a ese chico); un pronombre demostrativoneutro (“y eso va creando un sentimiento de inseguridad”, que hace referencia al hecho de que los ataques racistas sean bastante comunes) y un adverbio (“de ahí”, que se refiere a que es peligroso oponerse a los violentos).
Más raros son los casos de catáfora, aunque podríamos poner como ejemplo el adverbio “allí”, referido a “en lo más hondo”, y el pronombre interrogativo “qué” en la misma línea, que adelanta a “el miedo o la propia dignidad”. El hecho de que el texto comience con un sintagma nominal precedido de un determinante demostrativo (“Ese chico”) también podría considerarse como un caso de catáfora, pues no sabemos a quién se refiere la autora hasta que un poco después nos aclara que habla “del muchacho que presenció sin hacer nada la agresión”. Rosa Montero utiliza a propósito este mecanismo para darle cierto aire de suspense tanto al título, como al comienzo de su artículo.
En cuanto a la elipsis, en este texto hay bastantes casos de sujeto elíptico (“[Yo] Hablo…”, “[Nosotros] Hemos visto…”), algún otro caso de elipsis nominal (“[un sentimiento] de fragilidad”) y también varios de elipsis verbal: “[sentías] la enorme inquietud de preguntarte…”, “¿serías capaz de actuar como Daniel [actuó]”, etc.
Por último, dentro del nivel gramatical, cabe hablar también de la repetición de ciertas estructuras.
Por una parte, se repite el sintagma nominal que da título al texto (“Ese chico”) al comienzo de los dos párrafos, con lo que se consigue dar una mayor unidad al texto y a sus dos partes. La misma estructura sintáctica se repite en: “haciéndote más vulnerable a la intimidación, más entregado a la derrota. A la propia humillación de tu cobardía.” Muy importante es también la repetición de estructuras interrogativas en condicional con las que la autora nos hace cuestionarnos nuestra postura “¿serías capaz de….” “¿habrías escondido a un judío…?”
Los CONECTORES no son muy relevantes en el texto. Predominan claramente los marcadores textuales de adición, que se limitan a sumar ideas a otras anteriores: “Y digo…”, “Y no sé…”, “y también…
”, “además”… Aparece también un marcador adversativo (“Pero es que…”), aunque en realidad no sirve aquí para contraponer dos ideas o enunciados, sino que se opone más bien al hecho de que critiquemos a ese chico. En cuanto a la locución “de ahí”, que comentamos anteriormente por su valor claramente anafórico, funciona en este texto como conector consecutivo (es muy peligroso enfrentarse a los violentos y, en consecuencia, quienes lo hacen merecen ser dignos de admiración) y la conjunción “porque”, que trata de explicar el valor que le da al adjetivo bochornosa, con valor causal. También hay en el texto un modalizador que le sirve a la autora para insistir en la certeza de lo que está diciendo y resultar así más convincente: “sin duda era peligroso”. Todos estos marcadores son propios de este tipo de artículos de opinión.
Podemos concluir este comentario diciendo que la coherencia textual está garantizada en este texto por la presencia de numerosos mecanismos de cohesión en todos los niveles, teniendo especial relevancia los elementos deícticos y las reiteraciones de tipo semántico. Rosa Montero recurre a un sinfín de términos que insisten una y otra vez de modo efectivo sobre las ideas que quiere transmitirnos y de esa manera consigue su propósito: que empaticemos con las víctimas de la violencia, que experimentemos por un momento todo lo que ellos sienten (miedo, humillación, inseguridad…) y que dudemos de dónde están nuestros propios límites antes de juzgar la supuesta cobardía de los demás