Portada » Filosofía » Max Weber, Michel Foucault y Norberto Bobbio: Poder, Democracia y Sociedad
Max Weber, un destacado analista de las tendencias de la sociedad industrial, desarrolló su obra en el contexto de la disolución del imperio guillermino, el proceso de reconstrucción del sistema político alemán y la Primera Guerra Mundial. Su enfoque principal fue readaptar las ideas a una realidad más compleja que el liberalismo, replanteando la hegemonía burguesa, la sociedad autorregulada, el orden político legítimo y la organización de las relaciones entre Estado y sociedad. Al igual que Maquiavelo, consideraba que el poder se concentra en el Estado.
En Alemania e Italia, donde el capitalismo se desarrolló tardíamente, se vivió un proceso de cambio que reflejó la crisis del modelo para enfrentar las nuevas circunstancias. Las causas de esta crisis fueron:
El conflicto surgió en torno a la incorporación de los obreros al sistema político, que era restringido, transformando los partidos de notables en partidos de masas. Para Weber, ni la clase obrera ni la burguesía poseían la madurez política necesaria para dirigir un Estado moderno.
Weber propuso un modelo racional que articulaba democracia, capitalismo y sistema político a través del sufragio universal y la centralidad del Parlamento. Consideraba que la burocracia, con su eficiencia y jerarquización, define la técnica de la administración pública y ofrece a la política la herramienta para difundir sus ideas. La política se define como el esfuerzo por compartir el poder como medio para servir a fines ideales o egoístas, una búsqueda de poder a través de la lucha, independientemente del fin. Su punto de partida es la legitimidad, fundamento del poder político que establece que el Estado debe mandar y los ciudadanos obedecer, permitiéndole impartir poder. El Estado es el monopolio del uso legítimo de la fuerza dentro de un territorio, una relación de dominación que se apoya en la violencia legítima. El poder se entiende como la probabilidad de imponer la voluntad propia en una relación social, contra cualquier resistencia.
Weber planteó tres formas de dominación, unidades de medida para entender el tipo de dominación:
A partir de la construcción de instituciones, se moldea el Estado y sus relaciones, combinando Estado moderno, burocracia y capitalismo. El surgimiento del Estado es producto de un proceso de expropiación de los medios de administración. La relación entre burocracia civil y militar y el sistema político es conflictiva, ya que la primera plantea la separación de los cuadros administrativos y los políticos. La política, que se sustenta en ideas siempre válidas, tiene un cuadro empírico concreto que es la racionalidad. No se debe refundar permanentemente el Estado, ya que este existe y tiene una estructura funcional a las instituciones y la sociedad. Weber propone la secularización y racionalización de la política, separando el capitalismo usurero y definiendo al moderno con una nueva estructura y organización. El desarrollo y la consolidación requieren estructuras y técnicas sólidas. El avance de la burocratización en la modernidad se asocia con la división del trabajo y la separación del trabajador de los medios de producción. La extensión de la burocracia en el capitalismo moderno es causa y consecuencia de la racionalización del derecho, la política y la industria. Para Weber, la burocracia es el modo de organización más eficiente y productivo a través de la dominación legal-racional en la sociedad moderna capitalista.
Weber criticó al marxismo, considerando contradictoria la abolición de la propiedad privada como solución a los problemas sociales, y creía una fantasía destruir la burocracia estatal por medios revolucionarios. La socialización llevaría a una mayor expansión de la burocracia. Tanto el capitalismo como el socialismo se conducen irremediablemente hacia una burocratización.
Para Weber, se debe combinar burocracia y democracia, desarrollando cada una a través de partidos poderosos que controlen las masas. Se debe buscar un equilibrio para que los partidos no desvirtúen el sistema de gobierno parlamentario, a través del sufragio universal. En un sistema parlamentario, no hay presidente, sino primer ministro, con mandatos más flexibles en una crisis. La democracia exige un alto rol del Parlamento y partidos populares o de masas frente al riesgo de la burocratización. Se debe lograr un equilibrio institucional entre la burocracia, los partidos políticos, los grupos de interés y la figura presidencial. El valor fundamental de un gobierno parlamentario radica en el control efectivo de la burocracia y la educación de los líderes políticos. Existe tensión entre la burocracia, que es impersonal, y la política, que se basa en ideas y carisma.
La política se sustenta en tres elementos: pasión, sentimiento de responsabilidad y sentido de las proporciones (equilibrio). La política tiene dos conflictos: la ética de la convicción, que plantea las ideas y el «deber ser», y la ética de la responsabilidad, que implica medir las decisiones en un cargo político, ya que afectan a muchos. La acción política, como arte de lo posible, debe estar inspirada en convicciones, aunque esté regida por la ética de la responsabilidad. Weber reivindica la política como guía de acción.
Michel Foucault rompe metodológicamente con las concepciones tradicionales del poder. A diferencia de Maquiavelo, que analizó cómo obtener, mantener y ampliar el poder, y de Weber, que creía que el Estado concentra el poder legítimo, Foucault se centra en cómo se ejerce el poder en la sociedad moderna disciplinaria. Mientras que Marx analiza la realidad del sistema capitalista y construye teorías para luego verificarlas en la práctica (un juego dialéctico), y Weber formula categorías abstractas que luego compara con la realidad para lograr la comprensión sociológica, Foucault investiga la evolución del castigo en el derecho penal desde las sociedades antiguas.
La obra de Foucault se divide en tres campos:
Foucault realiza críticas constructivas a Marx, señalando que, si bien planteó la explotación de las fuerzas productivas, omitió analizar cómo se manejaba el poder. Antes, el poder de decisión del castigo provenía del rey, delegado por Dios. Con el desarrollo de las sociedades, se llegó a otro tipo de castigo. En la modernidad, si pecamos, ofendemos a toda la sociedad, y nuestra vida depende de cada uno, no del rey ni de Dios. No se debe ver el centro de poder, sino observar todas las instituciones de la sociedad, ya que en ellas circula el poder.
Todos atravesamos por instituciones capilares como la escuela, la familia, el hospital, la fábrica, la cárcel y el psiquiatra. Estas instituciones contribuyen a formar individuos «normales» de acuerdo con las leyes, moldeándonos para ser funcionales al sistema capitalista y que la sociedad sea normal y disciplinada. A los anormales (locos o delincuentes) se los reeduca en la cárcel y el psiquiátrico. Otra función de estas instituciones es controlar a los individuos a través de la «mirada» o el «qué dirán», por lo que estamos vigilados constantemente. La disciplina es la autocoerción. Al plantear que «el saber es poder y el poder es saber», se puede conocer al individuo sabiendo por cuáles instituciones pasó. Así se crea la anatomopolítica y la biopolítica, que son las estadísticas de las características generalizadas de un grupo de individuos. La concepción del hombre es que es potencialmente peligroso, por lo que requiere control.
La cárcel, lejos de reincorporar normas a los individuos, es una fábrica de delincuentes que sirven para justificar el control y la policía.
Norberto Bobbio considera que la democracia directa es insensata, ya que plantea la participación de todos los ciudadanos en la toma de decisiones, algo imposible en sociedades desarrolladas y complejas. La democracia representativa es un reinvento de la directa, ya que no se podía reunir a todos para tomar decisiones. Marx indicó como meta del desarrollo civil de la humanidad al hombre total, pero el individuo roussoniano no lo sería, sino que sería el ciudadano total, la otra cara del Estado total. La democracia roussoniana fue interpretada como la democracia totalitaria en oposición a la democracia liberal. No todo Estado representativo fue democrático ni parlamentario, ya que los parlamentos surgieron antes de la ampliación del sufragio. En una democracia representativa, las deliberaciones involucran a toda la comunidad, pero las decisiones las toman las personas elegidas. Aunque hoy no hay democracias directas puras, los Estados tomaron elementos de ella, como la revocabilidad del mandato, la iniciativa popular para presentar leyes y el presupuesto participativo.
El cargo de delegado es un portavoz de sus representados, con un mandato limitado y revocable, pero no en cualquier momento, para evitar la paralización de la negociación. El fiduciario tiene autonomía para decidir en base a la confianza otorgada por sus representados, con libertad de actuar. Aunque el Estado democrático representativo actúa a través de fiduciarios, hay instituciones que se constituyen con delegados. Se propuso una reforma institucional para la representación de los intereses, con la desarticulación corporativa y territorial del Estado y la instauración de una representación funcional de los intereses constituidos. Los ciudadanos deben ser representados por ciudadanos, que se distinguen por las diferentes visiones globales que postulan. La representación por mandato es el punto intermedio entre la democracia representativa y la directa. Ambas democracias pueden integrarse recíprocamente. Se aprecia la democracia directa en instituciones como la asamblea de ciudadanos sin intermediarios y el referéndum. Desde que se prevé la legitimación y la reglamentación de la participación de la base, la forma que ésta asume es la de la democracia representativa.
Los Estados modernos presentaban una expansión del proceso de democratización, con demandas de una nueva participación. El proceso de expansión del poder ascendente se amplía de la esfera de las relaciones políticas a la esfera de las relaciones sociales. Es un cambio en el desarrollo de las instituciones democráticas: de la democratización del Estado a la de la sociedad. El avance de la democracia se medirá por la conquista de los espacios ocupados por centros de poder no democráticos.
Bobbio plantea acercarse a una sociedad pluralista y más democrática. Una democracia no implica una sociedad pluralista, ya que la sociedad feudal estaba constituida por centros de poder, un conjunto de oligarquías. En la sociedad antigua se desarrollaba la democracia, pero no era pluralista. La democracia de un Estado moderno es pluralista. La teoría democrática toma al poder autocrático (poder desde arriba), cuya solución es la democracia (poder desde abajo). La teoría pluralista toma al poder monocrático (poder centrado en uno), y el remedio es la sociedad pluralista, con distintos centros de poder. La democracia de los modernos es el Estado en el que la lucha contra el abuso de poder se desarrolla en dos frentes: desde arriba y contra el poder concentrado.
La democracia es un sistema político que presupone el consenso y el disenso. El disenso es inevitable, y donde es libre de manifestarse, puede llamarse democracia. En una sociedad pluralista es posible el disenso, lo que permite una mayor distribución del poder, abre las puertas a la democratización de la sociedad civil y amplía e integra la democracia política. El problema en la modernidad es que se debería democratizar a través de las instituciones, pero las principales, Estado y empresas, tienen un poder autocrático.