Portada » Economía » Materialismo Histórico de Marx: Infraestructura, Superestructura y Trabajo
En su materialismo histórico, Marx distingue dos niveles en cada sociedad: la infraestructura (la base económica material) y la superestructura (el sistema legal y judicial). La infraestructura se compone de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, basándose en el modo de producción (la economía). Para Marx, esta infraestructura tiene un componente material crucial. La superestructura, por otro lado, abarca las instituciones jurídico-legales del Estado, incluyendo la religión, la moral, la ciencia y la filosofía. El materialismo histórico sostiene que la superestructura está condicionada por la economía de cada sociedad en un momento determinado. Para Marx, toda idea tiene un trasfondo material; las ideas son consecuencia de lo material. La infraestructura condiciona a la superestructura; la superestructura es reflejo de la infraestructura.
El trabajo es la actividad mediante la cual el hombre transforma la realidad para satisfacer sus necesidades físicas y espirituales. En las sociedades de explotación, el trabajo se vive como una experiencia alienante, no como una actividad de autorrealización. Para Marx, el trabajo trasciende su dimensión económica y se convierte en una categoría antropológica. Marx caracteriza al hombre como un ser dotado de un «principio de movimiento» que lo impulsa a la creación y transformación de la realidad. El hombre no es pasivo, sino activo, y el trabajo es la expresión de sus capacidades físicas y mentales, el lugar donde se desarrolla y perfecciona. Para Marx, el hombre es un ser productivo, y la felicidad y la perfección humana provienen de la acción y la ocupación con las cosas. El problema radica en que, aunque el hombre debería realizarse en el trabajo como ámbito de creatividad y autorrealización, lo vive como un lugar de sufrimiento y limitación.
El capital es la riqueza destinada a la inversión o producción de bienes de consumo, no al consumo directo. Consiste en dinero, maquinaria, inmuebles u otras instalaciones que generan beneficio económico al capitalista. El objetivo del capitalista es acumular capital mediante la eliminación de competidores para alcanzar el monopolio. Esto se logra aumentando la producción sin variar los salarios y utilizando más máquinas, lo que obliga a los trabajadores a competir entre sí por un puesto de trabajo. Marx establece dos leyes: la ley de acumulación del capital y la ley de la miseria creciente del trabajador. Estas leyes implican que la acumulación de capital aumenta la miseria de los trabajadores en lugar de satisfacer sus necesidades. Para Marx, el sistema capitalista genera tensiones que conducen a su propia destrucción (caos y crisis) y a su sustitución por una sociedad sin clases.
La plusvalía es el beneficio que obtiene el capitalista al vender las mercancías producidas por el trabajador. Marx distingue entre el valor de uso de una mercancía (su utilidad para satisfacer una necesidad) y su valor de cambio (su valor en el mercado). Dos objetos con diferente valor de uso pueden tener el mismo valor de cambio. La fuerza de trabajo también es una mercancía, ya que el productor no tiene otros medios para obtener bienes. Las mercancías fluctúan en el mercado según la oferta y la demanda. La fuerza de trabajo tiene un valor de cambio y un valor de uso. Las mercancías creadas por ese trabajo también tienen valor de uso y de cambio, pero su valor de cambio siempre es superior al valor de cambio de la fuerza productiva que las creó. El dinero obtenido por la venta de la mercancía supera su valor; esta diferencia es la plusvalía, el beneficio del capitalista.