Portada » Lengua y literatura » Mario Vargas Llosa y la Evolución del Cuento Hispanoamericano: Borges y Cortázar
Mario Vargas Llosa nació en Arequipa (Perú) en 1936. Sus padres se separaron meses antes de su nacimiento y vivió con su familia materna. Cuando tenía 10 años, sus padres restablecieron su relación. La relación con su padre, siempre conflictiva, marcaría su vida. Este le envió al colegio militar Leoncio Prado. Se casó con su tía política, Julia Urquidi. Vivió en París, donde pasó penurias económicas. Tras divorciarse, se casó con Patricia Llosa, una prima suya. En 1994, recibió el Premio Cervantes y, en 2010, el Nobel de Literatura.
En Cartas a un joven novelista, establece una sistematización de la teoría de su novela. Su obra es el resultado de escribir reflejando la realidad de una manera amplia, diversa y plural. Todas sus obras incluyen multiplicidad de temas y perspectivas que van configurando la “novela total”.
Según Vargas Llosa, son “demonios” esas constantes temáticas que aparecen en la narrativa del autor: la moral conflictiva, las relaciones sin solución entre padres e hijos, la violencia como máscara, señalados además por la ambigüedad, por el conflicto de valores y justicias, por la opacidad de una realidad en obvio proceso o cambio.
Mario Vargas Llosa es el escritor más joven del boom. Sus novelas están muy trabajadas, sus ficciones son fruto de la observación y de la fantasía. Las acciones se desarrollan en espacios que él conoce. Son constantes de su narrativa:
Las circunstancias históricas del siglo XX han tenido una notable repercusión en la literatura: la revolución mexicana a partir de 1910, la guerra civil española, la revolución cubana de 1959, las dictaduras militares en que desembocaron muchos conflictos, la revolución sandinista de Nicaragua de 1979 y la dependencia de los EEUU.
A lo largo del siglo XX, la narración corta ha adoptado innumerables formas, tantas que algunas plantean dificultades para ser reconocidas como cuentos. Ya Rubén Darío apuntaba el carácter versátil del cuento. Por esto, podemos hablar de ruptura de las fronteras genéricas.
Horacio Quiroga puede considerarse el fundador de la cuentística actual, el cual se aleja pronto de sus orígenes modernistas para construir una fascinante obra cuentística. Logra transmitir el horror, la fatalidad, la omnipresencia de la muerte trágica que ensombreció su vida. El misterio y la fascinación terrible de la selva, los aspectos enigmáticos de la existencia o las truculencias morbosas son tratados por Quiroga.
El cuento hispanoamericano supone un nexo entre la vanguardia de los años 20 y el boom narrativo de los años 60. Dentro del relato corto hispanoamericano, destacan distintas tendencias:
En las décadas de los cuarenta y cincuenta, destacan las narraciones del mexicano Juan Rulfo (El llano en llamas), del cubano Alejo Carpentier (Guerra del tiempo) y del uruguayo Onetti (Tiempo de abrazar). De los años sesenta a la actualidad, aparecen García Márquez (Doce cuentos peregrinos), Vargas Llosa (Los jefes) o Mario Benedetti (Montevideanos). Otros autores importantes son Augusto Monterroso, Isabel Allende y Antonio Skármeta.
Jorge Luis Borges es una de las grandes figuras de la renovación del cuento. Posee un gran dominio de las normas de los géneros que trabaja y del cuestionamiento de las mismas. Mostró siempre preferencia por el cuento, pues su brevedad corresponde al enfoque irónico del autor. Además, al cuento se le vincula con la pedagogía y la reflexión filosófica, y esto sigue presente en sus relatos. La frontera entre cuento, novela, ensayo y poesía se difumina. Ha creado cuentos muy breves, “minicuentos”, que aparecen intercalados en sus libros de poemas y cuyo objetivo es provocar en el lector la emoción que produce la poesía lírica sin hacer uso de los recursos de esta. En sus cuentos, no pretende contar una historia, sino analizar el sentido de la existencia, del individuo y del universo. Su gran preocupación, la frontera entre realidad y ficción, se plasma con símbolos: espejos (nos reflejan y repiten), caminos que se bifurcan (azar), laberinto (físico y mental), biblioteca (universo entero), el sueño (equipara realidad y ficción). Busca sorprender al lector con finales inesperados. Nos pone en contacto con lo excepcional, lo insólito, no son simples cuentos fantásticos. Nos propone sutiles juegos mentales, complejos ejercicios de imaginación y abismales problemas metafísicos.
Es autor de Historia universal de la infamia, Ficciones (relatos que revolucionaron la concepción de la literatura contemporánea), El Aleph y El libro de arena, que giran en torno al universo como laberinto o biblioteca infinita y el afán del hombre por abarcarlo.
Julio Cortázar, argentino, se reveló como un inteligentísimo cultivador del cuento fantástico con Bestiario (1951). Escribió casi toda su obra en París. Influido por las vanguardias (surrealismo) y por la tradición americana, esto supuso una ruptura con el realismo de gran parte de la prosa anterior. Su realismo se caracteriza por la peculiar manera de contar de forma objetiva lo anómalo y fantástico. Destaca Historias de cronopios y famas (1962), donde lo fantástico surge dentro de la vida cotidiana, y La vuelta al día en ochenta mundos.
Cortázar aspira a superar la dicotomía imaginación-realidad. Sus cuentos siempre parten de una situación cotidiana en la que súbitamente ocurre algo extraño y esto genera un clima de tensión, difuminándose la frontera entre lo real y lo fantástico. Al final, hay una vuelta a la realidad. Los temas fundamentales son el sentido lúdico del lenguaje y la existencia, la idea de insuficiencia del lenguaje, la lucha del hombre contra la costumbre, la autocrítica, etc. Otros rasgos son la idea de que el tiempo no es progresivo sino que puede ser paralelo, simultáneo; la idea del doble (ambigüedad y confusión); la fusión de vida y literatura.