Portada » Lengua y literatura » Manipulación Mediática y Control Social: Un Análisis de la Propaganda Moderna
El modo de acabar con las inhibiciones enfermizas es hacer creer a la gente que atacamos y destruimos sólo para protegernos y defendernos de agresores importantes. El esfuerzo de reconstruir la historia de la guerra de Vietnam ha sido enorme. Había mucha gente que empezaba a darse cuenta de lo que en realidad estaba pasando, por ello había que reordenar esos malos pensamientos y restablecer cierta forma de sensatez, es decir, el reconocimiento de que toda acción emprendida es noble y correcta. Si se bombardeaba Vietnam del Sur era para proteger a sus habitantes contra sus enemigos. Los intelectuales de Kennedy llamaron a esto “defensa contra la agresión interna en Vietnam del Sur”, esta frase fue utilizada por Adlai Stevenson. Era preciso que esta fuera la imagen, y funcionó muy bien, ya que si se tiene bajo control a los medios de comunicación y el sistema educativo es conformista, resulta fácil hacerse entender. Así lo demostró un estudio en la Universidad de Massachusetts sobre las actitudes hacia la actual crisis del Golfo.
Este estudio formuló preguntas a los espectadores televisivos: ¿cuántas bajas estima usted que hubo durante la guerra de Vietnam? La respuesta, hoy, por parte de los americanos es de 100.000, mientras que la cifra oficial es dos millones. En el caso de Oriente Próximo, el terrorismo internacional, Centroamérica… la visión del mundo que se presenta al público tiene sólo un remoto parecido con la realidad. La verdad del asunto queda enterrada bajo montones y montones de mentiras. Todo lo que se ha hecho hasta la actualidad para impedir la amenaza a la democracia ha sido un enorme éxito, conseguido además en condiciones de libertad, lo que es aún más interesante.
A pesar de la gran cantidad de propaganda y todos los intentos de controlar el pensamiento y fabricar el consenso, hay signos entre la población de que se está adquiriendo una capacidad y buena disposición para pensar las cosas con tiempo y atención. Importantes movimientos populares como el movimiento ecologista, feminista, antinuclear y otros más. Movimientos que no sólo protestaban, sino que se comprometían a fondo en las vidas de las personas que sufrían en el mundo. La cultura disidente existe, ha crecido y ha ejercido un gran efecto civilizador sobre las tendencias predominantes en la opinión pública. Son signos del efecto civilizador. Ha crecido el escepticismo respecto al poder. Han cambiado muchas actitudes en torno a numerosos temas. Ejemplo: la famosa distancia entre sexos.
Aunque los movimientos sociales son más bien informales y sin carácter militante, basados en una disposición en favor de las interacciones personales, sus efectos sociales han sido evidentes. Y éste es el peligro de la democracia: si pueden crearse organizaciones, si la gente no permanece simplemente enganchada a la televisión, pueden aparecer ideas extravagantes, como el rechazo al uso de la fuerza militar.
En EEUU, aunque no es el único país que sufre problemas domésticos, económicos y sociales, están surgiendo de forma creciente y constituyen auténticas catástrofes en ciertos casos. Al poder parece importarle poco, puesto que no existen propuestas reales para solucionar los graves problemas de salud, educación, escasez de vivienda, parados, criminalidad, deterioro de seguridad ciudadana… Entre tales circunstancias, hay que distraer al aturdido rebaño más que nunca, entreteniéndoles con deporte o telenovelas. Habrá que avivar en ellos el miedo a los enemigos.
Se inventan algún monstruo enorme contra el que defendernos. Lo más normal es que se trate de uno que esté siempre disponible. Los rusos, por ejemplo, siempre hubo que defenderse de los rusos, pero han perdido atractivo como enemigo. Así surgieron los terroristas, narcotraficantes, los fanáticos árabes y Saddam Hussein, el nuevo Hitler que pretendía conquistar el mundo. Es una forma de evitar que la gente se repare en lo que de verdad está sucediendo a su alrededor: mantenerlos distraídos y controlados. (La más importante de las organizaciones hasta ahora ha sido la Operación Mangosta de la Administración Kennedy contra Cuba, excepto quizá la guerra contra Nicaragua). Nada se conseguiría si ese monstruo estuviera en condiciones de atacar, sería demasiado peligroso. Pero si la población está segura de que vencerá, entonces podemos tener otro respiro de alivio.
En mayo de 1986 salieron a la luz las memorias de Armando Valladares, prisionero cubano liberado. Los medios describieron sus revelaciones como “el informe definitivo de la crueldad del sistema de tortura que Castro utiliza para castigar y eliminar la oposición política”. The Washington Post y The New York Times describían a Castro como un gorila dictador. “Sus atrocidades han quedado patentes en este libro de forma tan concluyente que solo los intelectuales occidentales más casquivanos e insensibles podrían salir en su defensa”. Reagan lo distinguió por su valor al soportar los horrores y sadismo del sangriento tirano cubano. Luego fue nombrado representante de los EEUU en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Todo esto nos dice cómo funciona un buen sistema de propaganda. La gente llega a creer que cuando se emplea la fuerza contra Irak y Kuwait es porque se admite de verdad que la ocupación ilegal y el abuso contra los derechos humanos requieren la fuerza. Si se estudia acerca de la cobertura que tuvo la guerra desde agosto, hay dos voces significativas. Existe una oposición iraquí, que opera desde el exilio puesto que en su país no puede operar. Son banqueros, ingenieros, arquitectos y personas así que tienen voces y hablan. En ese mes EEUU estaba en contra de Saddam Hussein después de haber sido su amigo durante años. Y había una oposición iraquí que tenía que decir algo al respecto. Pero en los medios de comunicación no se encuentra ni una sola palabra, excepto en la prensa alemana o británica, que están menos controlados. Ésta oposición hizo declaraciones en las que estaban en contra de Hussein y en contra de la guerra. He aquí otro logro espectacular de la propaganda. Primero, que las voces de los demócratas iraquís estén excluidas por completo y, segundo, que nadie lo note.
Razones que se dieron para la guerra: los agresores no pueden ser recompensados y que la agresión debe rechazarse mediante el rápido recurso de la violencia. Un adolescente alfabetizado podría refutar esos argumentos en dos minutos. Sin embargo, nadie lo hizo nunca. En cuanto a los medios de comunicación, nadie testificó qué pasaría si EEUU saldría bien parado del cumplimiento de los principios acordados. Ni siquiera la muerte ni el hambre de miles de personas conmocionó nuestras sensibles almas. Continuamos con la “tranquila democracia” que finalizó con una recompensa a los agresores. Nunca se dio razón de peso para ir a la guerra. He aquí el sello de una cultura totalitaria, puesto que nos pueden conducir a una guerra sin ni siquiera darnos una razón importante para ello, y eso debería aterrarnos. Antes del bombardeo, The Washington Post reveló un hecho interesante. Los medios de comunicación sólo comunicaron que estaban a favor los dos tercios de EEUU y que se encontraban solos en el mundo. La gente creía estar sola. Y así fue posible llevar a cabo una política de guerra sin oposición.
Las sanciones que se hicieron contra los iraquís sí surtieron efecto, sino cómo se explica la retirada de estos de Kuwait. Por lo tanto, la pregunta real es: ¿habían funcionado ya las sanciones? Es fundamental para un buen sistema de propaganda que no se discutan estas cuestiones. Cuando los miles de Scud atacaron Israel, no hubo aplausos en la prensa. He aquí otro hecho interesante del buen funcionamiento del sistema de propaganda. Podríamos preguntar: ¿Por qué no? Puesto que Saddam Hussein tenía buenos argumentos, al igual que Bush. No podía permitir que Israel anexione territorios, haciendo caso omiso a la Comisión de Seguridad. No admite la agresión ni la anexión. Las sanciones no funcionarán porque los EEUU las vetan. Las negociaciones tampoco porque los EEUU las bloquea. ¿Qué queda sino usar la fuerza? Pero ¿hubo alguien en la prensa que mencionara todo esto? No. Porque era una trivialidad.
Saddam Hussein ha llegado a ser un monstruo, idea extendida en los EEUU y bastante realista. Fue introducida en la cabeza de la gente una y otra vez: quiere apropiarse de todo. Tenemos que pararle ahora. Pero ¿cómo ha llegado a ser tan poderoso? Si se trata tan sólo de un país del Tercer Mundo y, de repente, se dispone a conquistar el mundo. Otro monstruo a través de los ojos de la población fue Manuel Noriega. Sin embargo, se nos escapó de las manos. Iba a destruirnos, dirigiendo a los narcotraficantes. Observen pues que no hay tanta diferencia con lo que hizo la Creel Commission en 1916-1917, cuando en seis meses transformó a una pacífica población en un grupo de histéricos fanáticos, con los deseos de destruir todo lo que fuera alemán. Puede que las técnicas ahora sean más sofisticadas, por la TV o con grandes cifras de dinero, pero tradicional en su esencia.