Portada » Lengua y literatura » Machado y Valle-Inclán sus obras
En el teatro español de los primeros años del S. XX encontramos distintas tendencias que podemos reunir en dos grupos:
TENDENCIAS QUE TRIUNFAN:
Representada por Jacinto Benavente, cuya primera obra “El nido ajeno” entusiasmó a los noventayochistas pero indignó al público. A partir de entonces, Benavente presenta en sus obras una cierta crítica social, pero tolerable para el público burgués y se convierte así en el autor de más éxito del momento. Sus obras “Gente conocida” y “Lo cursi” se mantienen dentro de la llamada comedia de salón. “Los intereses creados” es su obra maestra. Se le concede el Nobel en 1922, cuando los jóvenes vanguardistas lo acusan ya de conservador y ñoño.
Teatro en verso, neorromántico, formalmente modernista e ideológicamente tradicionalista. Sus principales representantes fueron:
Francisco Villaespesa con dramas históricos como “Doña María de Padilla” o “La infanzona de Castilla”, y Eduardo Marquina con “Las hijas de Cid” y “En Flandes se ha puesto el sol”.
Teatro cómico en el que predomina el costumbrismo tradicional. Sobresalen:
· Los hermanos Álvarez Quintero que llevan a escena los tópicos de una Andalucía ingeniosa, alegre e intrascendente en obras como “La reina mora”, “El ojito derecho” o “El genio alegre”.
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Carlos Arniches que refleja en sus obras los ambientes populares de Madrid y crea un tipo de expresión castiza que el pueblo acaba imitando. Sus sainetes “El santo de la Isidra”, “El puñao de rosas” y “Don Quintín el amargao” tuvieron gran éxito. Después evoluciona hacia un teatro donde mezcla lo cómico con lo conmovedor, desde una actitud crítica con las injusticias; en esta línea destaca “La señorita de Trevélez”.
· El llamado astracán de Pedro Muñoz Seca se caracteriza por el chiste fácil y las situaciones hilarantes, su obra más representativa fue “La venganza de Don Mendo”.
Teatro popular de los hermanos Machado, con obras como “La Lola se va a los puertos” o “Las adelfas”.
EL TEATRO QUE PRETENDE INNOVAR
En esta tendencia podemos encontrar primero a algunos autores noventayochistas como Unamuno y Azorín, por supuesto Valle-Inclán, y más tarde los vanguardistas de la generación del 27 renuevan la escena española:
Pedro Salinas con “La cabeza de Medusa”, Rafael Alberti con “El hombre deshabitado” y “El adefesio” y Miguel Hernández con “el labrador de más aire” representan el teatro más innovador. Pero serán Alejandro Casona con “La sirena varada” o “Nuestra Natacha” y Max Aub con “espejo de la avaricia” y “Jácara del avaro” los que aporten una trayectoria teatral que continuará más allá de la guerra.
Dentro del grupo del 27 ocupa un lugar destacado Federico García Lorca, quien llevará el teatro clásico por los pueblos de España con La Barraca.
Comienza muy joven su trayectoria dramática con “El maleficio de la mariposa”, aunque su primer éxito lo obtuvo con “Mariana Pineda” en 1925; obra en verso con influencias modernistas de Marquina. Pero será a partir de 1930 y hasta su muerte cuando Lorca se dedique preferentemente al teatro y es en esta época cuando aparecen los temas que dan unidad a su obra:
– El mito del deseo imposible.
– La oposición entre realidad y deseo.
Lorca lleva a escena amores condenados a la soledad o a la muerte, tragedias de mujeres arrastradas a una vida estéril y a una frustración que proviene en muchos casos de los prejuicios de casta y de los yugos sociales.
En 1930 escribe “La zapatera prodigiosa” y en 1935 “Doña Rosita la soltera”; en ambas aparecen los anhelos irrealizables y la espera inútil del amor. Sus tres grandes tragedias de ambiente rural son: “Bodas de sangre” 1933, “Yerma” 1934 y “La casa de Bernarda Alba” 1936. En la primera, la pasión rompe las barreras morales y sociales pero desemboca en la muerte; Yerma es el drama de la esterilidad forzosa y La casa de Bernarda Alba simboliza el drama de las mujeres en los pueblos de España: el ambiente sofocante impuesto por las costumbres del luto y el encierro en la casa se contrapone al erotismo y a la rebeldía. El orgullo y la moral del honor están representados por Bernarda, la madre que impone sus reglas; la rebeldía y las ansias de vivir las representa una de sus hijas, Adela.
La dramática de Lorca combina el verso y la prosa aunque paulatinamente va limitando el verso a momentos de especial intensidad o canciones populares. Los conflictos y los ambientes también van haciéndose más hondos y más enraizados en la realidad española, de forma que se van abriendo progresivamente a los problemas colectivos.
Nace en Villanueva de Arosa en 1866, inicia los estudios de Derecho pero los deja, se va a Méjico y cuando regresa lleva en Madrid una vida bohemia. Por culpa de una pelea tienen que amputarle un brazo con lo que su aspecto, manco de largas barbas y melenas, se hace inconfundible. Se le nombra director de la Academia Española de Roma y de allí regresa para morir en Santiago de Compostela en 1936.
Su aversión a la civilización burguesa le lleva en su juventud a proclamarse carlista por estética y más tarde a adoptar actitudes revolucionarias. Se opuso a la dictadura de Primo de Rivera y en los últimos años ingresó en el Partido Comunista.
El teatro de Valle-Inclán supone uno de los hitos fundamentales y de mayor originalidad del S. XX. Su trayectoria irá alternándose en dos fórmulas
dramáticas: una, la creación mítica de Galicia y otra, las farsas, hasta que en 1920 ambas fórmulas se integran en una nueva :
Las comedias de ambiente gallego serán llamadas “Comedias bárbaras” integradas por Ágüila de blasón”, “Romance de lobos” y “Cara de plata”, en ellas aparece representada una Galicia legendaria, arcaica y feudal donde las fuerzas irracionales o la fatalidad arrastran a los personajes a la violencia y a la crueldad. “Divinas palabras” pertenece también a este ciclo pero está ya próxima al esperpento.
Entre las farsas destacan “La marquesa Rosalinda” y “Farsa y licencia de la reina castiza”; en ellas aparece el contraste entre lo sentimental y lo grotesco para desmitificar convencionalismos sociales tales como la monarquía, la nobleza, el ejército, el parlamento, etc.
En 1920 se inicia, con la publicación de “Luces de Bohemia”, la etapa de los esperpentos. El esperpento es una concepción teatral según la cual la deformación de la realidad, la mezcla de lo grotesco con lo trágico, es la única forma de reflejar los aspectos absurdos de la sociedad. Se trata de llevar a escena los conflictos contemporáneos de una forma provocadora para que el espectador tome conciencia de los mismos. Para ello utiliza la parodia, humaniza los objetos y a los animales y animaliza o cosifica a los humanos de forma que los convierte en fantoches.
Luces de bohemia es la obra cumbre de Valle-Inclán. Su protagonista, Max Estrella, poeta ciego, representa la dignidad y la grandeza del héroe clásico, en contraste con la miseria moral que lo rodea: ambientes sórdidos y personajes rastreros. Es una crítica social y política en la que se refleja con amargura la imposibilidad de luchar contra esa situación de degradación moral. La obra relata el paseo del protagonista y de su amigo, D. Latino, por diferentes ambientes y escenarios del Madrid de su época. A través de él se nos muestra una serie de personajes que conforman todo un mosaico de la sociedad: prostitutas, taberneros, poetas, periodistas, políticos, borrachos, libreros, y todos ellos muestran la hipocresía, la sordidez, el egoísmo de sus vidas. Solo Max Estrella representa la lucidez y el idealismo.
Pertenece también a la etapa del esperpento la trilogía “Martes de carnaval”, formada por “Las galas del difunto”, “La hija del capitán” y “Los cuernos de D. Friolera”;
Esta última presenta una triple visión de un hecho: el adulterio de la mujer del sargento D. Friolera. Por una parte una farsa popular de títeres cuenta el suceso, un romance de ciego da otra versión y por último la versión esperpéntica en la que se mezclan lo grotesco y lo trágico.
La mayor parte de las obras de Valle-Inclán no fueron representadas en su tiempo, porque se consideraba que no era verdadero teatro, sino novelas dialogadas y por tanto irrepresentables. Han sido las nuevas concepciones teatrales y las nuevas técnicas de representación de los años 60 y 70 las que han permitido que se lleven a escena muchas de sus obras