Portada » Filosofía » Los conceptos supremos y el concepto de dios nietzsche
6. Vocabulario
Apolíneo
Apolo era uno de los dioses más venerados por los griegos, le erigieron muchos templos y a su oráculo acudían cuando deseaban conocer el futuro o aspectos oscuros de su existencia. Los griegos lo consideraron como el dios de la juventud, la belleza, la poesía, y las artes en general. Pero, según Nietzsche, expresaba para ellos mucho más, un modo de estar ante el mundo: era el dios de la luz, la claridad y la armonía, frente al mundo de las fuerzas primarias e instintivas. Representaba también la individuación, el equilibrio, la medida y la forma, la racionalidad. Para la interpretación tradicional toda la cultura griega era apolínea, y el pueblo griego el primero en presentar una visión luminosa, bella y racional de la realidad. Nietzsche es contrario a esta interpretación pues afirma que es correfont-size: large;cta para el mundo griego a partir de Sócrates, pero no para el mundo griego anterior, considerado por nuestro filósofo como el momento más característico del espíritu griego. Frente a lo apolíneo los griegos opusieron lo dionisíaco, representado con la figura del dios Dionisos, dios del vino y las cosechas, de las fiestas báquicas presididas por el exceso, la embriaguez, la música y la pasión; pero, según Nietzsche, con este dios representaban también el mundo de la confusión, la deformidad, el caos, la noche, el mundo instintivo, la disolución de la individualidad y, en definitiva, la irracionalidad. La auténtica grandeza del mundo griego arcaico estribaba en no ocultar esta dimensión de la realidad, en armonizar ambos principios, en considerar incluso que lo dionisíaco era la auténtica verdad. Sólo con el inicio de la decadencia occidental, ya con Sócrates y Platón, los griegos intentan ocultar esta faceta inventándose un mundo de legalidad y racionalidad (un mundo puramente apolíneo, como el que fomenta el platonismo). Sócrates inaugura el desprecio al mundo de lo corporal y la fe en la razón, identificando lo dionisíaco con el no ser, con la irrealidad.
Causa sui:
Para entender lo que Nietzsche quiere decir con este término hemos de saber dos cosas: el contexto en que lo usa y el sentido de otro término con significado contrario a éste: devenir (gignesthai), o lo engendrado o devenido (gignómena). Para lo primero diremos que el autor utiliza este término en el contexto de lo que él llama filosofía dogmática que llega desde Sócrates hasta sus días. Los filósofos dogmáticos tienen un serio prejuicio hacia el devenir: consideran que todo lo que deviene, que ha sido engendrado o devenido es de menor importancia que lo que permanece siempre idéntico a sí mismo sin alteración ni movimiento. Para lo segundo, diremos que aquel ente que no deviene o no ha sido engendrado es causa sui. Son causa sui para los filósofos dogmáticos, tal y como nos dice Nietzsche, los valores supremos de primer rango como “lo incondicionado”, “lo existente”, “lo bueno”, “lo verdadero”, lo perfecto”.
Ciencia:
En el texto propuesto el término “ciencia” significa el conocimiento adquirido mediante el uso de los sentidos. Desde este punto de vista este concepto no posee un significado demasiado peyorativo como suele ocurrir con este autor. El testimonio de los sentidos es válido y fiel, luego el conocimiento que procede de su uso debe tener alguna garantía. Sin embargo, es de sobra
conocido que Nietzsche critica el positivismo científico porque reduce la realidad a lo susceptible de cuantificación, olvidándose del resto, como si fuera posible, por ejemplo valorar una pieza musical por el peso de la partitura. No obstante, en el texto propuesto el interés de Nietzsche es otro: se trata de distinguir aquellas ciencias que hablan de realidades (ciencias empíricas) de aquellas otras como las matemáticas o la lógica que solo son “teoría de signos”.
Conceptos:
Nietzsche entiende el concepto como el resultado de un proceso de abstracción que, irremediablemente, prescinde de la riqueza cromática y las diferencias individuales de aquella realidad a la que se pretende designar y conocer con él . Los conceptos son el humo de la realidad que se evapora, son momias conceptuales. Un concepto es bueno al principio, porque expresa una de las perspectivas posibles sobre alguna realidad, pero, poco a poco, a medida que se intenta que sirva para describir siempre de la misma forma la misma realidad, se acaba petrificando y falseando ésta, que no es sino devenir. Por eso para conocer y expresar la realidad, sin intención de agotarla en su más profundo sentido, no hay nada mejor que las metáforas, que actúan como una pantalla que la amplía , sin pretender describirla de forma definitiva.
Devenir:
En la literatura filosófica a veces se usa el término “devenir” como sinónimo de “llegar a ser”; otras veces se considera como el equivalente de “ir siendo”; a veces se emplea para designar de un modo general el cambiar o el moverse. Destaca en todos estos usos, según refiere Ferrater Mora, “el proceso del ser”o “el ser como (resultado de un) proceso”. Algunas de las concepciones sobre el devenir: la solución eleática (Parménides, Zenón), que pretenden dar cuenta del devenir negándolo, la solución pitagórica y platónica, que tiende a separar los entes que se mueven de las realidades inmóviles para luego, sin lograrlo, deducir los primeros de las segundas, la solución heracliteana (y sofística), que proclama que la realidad es devenir. Nietzsche entiende muy bien la historia de la filosofía y considera que el devenir como tal resultaba inaprehensible para la razón, por ello la filosofía dogmática se dedicó a buscar y afirmar la existencia de un ser que deviene. Éste ser, ya se trate de entidades matemáticas, Idea,s o esencias, sería aquella entidad que subyace en todo cambio y que explica junto con el cambio, la multiplicidad de las cosas. El error dogmático de la filosofía griega ha sido la invención del estatismo del ser, es decir, “el espíritu puro”, y el “bien en sí”. La filosofía dogmática considera al Ser como algo estático e inmutable, ser que existe en su propio mundo, distinto del sensible cuya realidad es meramente aparente, pues se diluye en la fluencia del devenir. Para el metafísico la verdadera realidad no puede estar sujeta al devenir, ella permanece idéntica consigo misma, estática e inmutable, es decir, debe ser “causa sui”.
Dionisíaco:
Concepción de la realidad típica del mundo griego anterior a la aparición de la filosofía. Representa el “espíritu de la tierra” o valores característicos de la vida. El dios griego Dionisos (Baco para los romanos) era el dios de la vida vegetal y del vino, fue muy importante para este pueblo, y a él rindieron culto las bacantes. Nietzsche hace una interpretación de este dios que va más allá de su significado ordinario, considerando que con esta figura mítica los griegos representaban una dimensión fundamental de la existencia, que expresaron en la tragedia y que quedó relegado en la cultura occidental: la vida en sus aspectos oscuros, instintivos, irracionales, biológicos. Aunque Nietzsche explica este término en su obra juvenil “El nacimiento de la tragedia”, nunca lo abandonó, y lo podemos utilizar como metáfora de lo que más tarde llamó “voluntad de poder”.
Dios:
Cuando Nietzsche se refiere a Dios, se refiere al dios de la religión, particularmente del cristianismo, pero también a todo aquello que puede sustituirle, porque en realidad Dios no es una entidad sino un lugar, una figura posible del pensamiento, representa lo Absoluto. Dios es la metáfora para expresar la realidad absoluta, la realidad que se presenta como la Verdad y el Bien, como el supuesto ámbito objetivo que puede servir de fundamento a la existencia por encontrarse más allá de ésta y darle un sentido. Todo aquello que sirve a los hombres para dar un sentido a la vida, pero que sin embargo se pone fuera de la vida, es semejante a Dios: la Naturaleza, el Progreso, la Revolución, la Ciencia, tomadas como realidades absolutas son el análogo a Dios. Para Nietzsche la creencia en Dios es una consecuencia de la vida decadente, de la vida incapaz de aceptar el mundo en su dimensión trágica; la idea de Dios es un refugio para los que no pueden aceptar la vida. Cuando Nietzsche declara que Dios ha muerto quiere indicar que los hombres viven desorientados, que ya no sirve el horizonte último en el que siempre se ha vivido, que no existe una luz que nos pueda guiar de modo pleno. Esta experiencia de la finitud, del sentirse sin remedio desorientado es necesario para empezar un nuevo modo de vida. La muerte de Dios nos permite vivir sin lo absoluto, en la “inocencia del devenir”. De ahí que la muerte de Dios sea la condición para la aparición del superhombre.
Egipticismo:
“Egipticismo” significa odio a la noción de devenir, Nietzsche lo utiliza para referirse a la actitud de los filósofos dogmáticos que recurren a conceptos, (en lugar de recurrir a metáforas), para describir la realidad de una forma estática, unívoca y definitiva, convencidos de que todo lo que cambia o deviene es una realidad imperfecta o de segunda clase. El egipticismo ha llevado a la filosofía occidental a elaborar un conjunto de conceptos vacíos de realidad (momias conceptuales), con la absurda pretensión de que contienen lo más auténtico y verdadero de ésta.
El ser es una ficción vacía:
La razón procede de lo particular (el testimonio de los sentidos) a lo general construyendo conceptos cada vez más generales. Se trata de un proceso de abstracción que supone una pérdida progresiva de realidad. Cada paso que damos, cada escalón que ascendemos nos sitúa ante un concepto más general, susceptible de ser aplicado a un número mayor de objetos a condición de que prescindamos de las características genuinas de cada uno de esos objetos. Por ejemplo el concepto “arbol” puede ser aplicado tanto a un manzano como a un limonero o a un peral. El resultado es que, cuanto más ascendemos, más realidad se nos escapa, más riqueza cromática de la realidad sacrificamos en aras de la universalidad del concepto. Por eso dice Nietzsche que el ser es una ficción vacía, es una abstracción vacía, en la realidad no encontramos “el ser”, sino seres concretos, cada uno con sus características genuinas, en continuo cambio y devenir.
Mentira:
Para Nietzsche la mentira es producto de la razón. Se debe al uso que ésta hace del testimonio fiel de los sentidos, los cuales nos muestran un mundo cambiante, en devenir, diferente incluso consigo mismo. Sin embargo, la razón se esfuerza en anular este cambio fijándolo en conceptos como “identidad”, “coseidad”, sustancia… La realidad es un flujo continuo de acontecimientos y eso es lo que nos muestran los sentidos pero la razón, desconcertada ante tanta diversidad, considera aparente este testimonio y se inventa un mundo verdadero constituido por las abstracciones que ella ha elaborado prescindiendo de la diversidad ofrecida por los sentidos. Este mundo elaborado se convierte, así, en un “añadido mentiroso. Mundo aparente/mundo verdadero Por “mundo aparente” entiende Nietzsche el mundo fenoménico percibido por los sentidos, el mundo de la vida, que es el único real. Ahora bien, algunos filósofos, como Platón, han considerado que el devenir induce a error, ya que no es aprehensible por los conceptos metafísicos, fijos e inmutables, que proporcionan “reposo, seguridad y calma” frente al devenir. Para Nietzsche, este mundo aparente, intuido por los sentidos, es el único real. Sin embargo, la metafísica tradicional ha considerado otro mundo, el llamado “mundo verdadero”, y le ha otorgado ciertas características: inmutabilidad, perfección, unidad, identidad, finalidad, etc., propiedades vacías que no se corresponden con nada, ya que se han inventado por oposición a las características de este mundo mutable, plural y azaroso. El motivo por el que los filósofos han inventado ese “mundo verdadero” es el resentimiento hacia los valores de esta vida, resentimiento que les ha llevado a vengarse inventando ese otro mundo perfecto. Finalmente, Nietzsche asegura que la distinción entre estos dos mundos menosprecia el mundo real y constituye el síntoma de la decadencia de Occidente.
Prejuicio de la razón:
Es muy posible que el egipticismo del que ha hablado antes Nietzsche sea el prejuicio de la razón al que se refiere en este texto. Es el egipticismo, el odio a la noción de devenir, lo que mueva a la razón a encontrar duración e identidad donde únicamente hay cambio y devenir. Más adelante nos dice que, aún cuando sabemos que esto es un error, estamos enredados en él, necesitados de él, porque este error ha precipitado en los conceptos lingüísticos que usamos para pensar y hablar.
Sustancia:
Los racionalistas habían hecho uso y abuso del concepto de sustancia (extensa: mundo, pensante: yo, infinita: Dios) tal y como denunciaron los autores empiristas, principalmente Locke. Para éste la sustancia era un no sé qué, algo misterioso e inapreciable ya que no poseemos una impresión de una tal sustancia. De lo único que tenemos impresión es de las cualidades que acostumbran aparecer juntas y que, debido a esta costumbre, el entendimiento ha asociado a un nombre con el que pretende denominar al conjunto. (Ejemplo de la rosa). En el texto presente Nietzsche parece estar de parte de Locke y llama “fetichismo”, “metafísica del lenguaje” a esta costumbre del entendimiento de llamar “cosa”, “ser”, “yo” y “sustancia” al devenir.
Razón:
Para Nietzsche la razón no posee ideas innatas como para los racionalistas, ni siquiera es una privilegiada facultad de conocimiento. Al contrario, la razón nos engaña, tergiversando el testimonio de los sentidos. Está llena de prejuicios y es una “vieja hembra engañadora”. Se trata del más negativo de los legados platónicos.Vida decadente o descendente Rasgo de toda la cultura occidental consistente en la defensa de los valores contrarios a la vida y en la creencia en un mundo objetivo, verdadero, inmutable y racional como fundamento de dichos valores. Siguiendo las afirmaciones de nietzsche, podemos distinguir varios períodos en la decadencia occidental:
● el mundo griego hasta el siglo de Pericles(s. v. a. c.):armonía entre lo dionisíaco y lo apolíneo.
● Eurípides, Sócrates y Platón: inicio de la decadencia: triunfo de lo apolíneo sobre lo dionisíaco; comienza el platonismo.
● Cristianismo: “platonismo para el pueblo”; triunfo de la moral de esclavos y del resentimiento hacia la vida.
● Edad moderna: comienza la crisis de lo metafísico y la “muerte de dios”.
● Actualidad: posibilidad de superación del platonismo y de la aparición del superhombre.
Yo:
El yo no es más que uno de los casos mencionados cuando nos referíamos al concepto de sustancia. Para Nietzsche el yo no es nada, no existe una sustancia pensante que sea la misma ahora que antes. Como siempre, es la metafísica del lenguaje y el fetichismo de la razón quienes nos inducen al error de considerar al yo como una sustancia.