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17. HermenéÚtica y Dasein en Heidegger. Tema de desarrollo examen. La hermenéÚtica filosófica de Hans-Georg Gadamer (1900-2002) retoma el diálogo con las ciencias humanas iniciado por Dilthey, pero recupera la cuestión de la especificidad de las ciencias del espíritu desde el pensamiento de Martín Heidegger, de quien Gadamer fue amigo y discípulo. Heidegger había abandonado este tema para centrarse en el análisis del modo de existir humano y mostrar que la comprensión no es una forma entre otras posibles del comportamiento de un sujeto, sino que es el modo de existir mismo. La palabra hermenéÚtica se refiere aquí, pues, a lo que propiamente es el Dasein, la existencia caracterizada por su finitud y su historicidad que incluyen y abarcan la totalidad de la propia experiencia del mundo.
Esto entronca con un Heiddeger (1889-1976) que se aleja de la etapa metafísica precedente, y que redirige su pensamiento a la cosa en sí, a la ontología del ser. En su lugar, el mundo debe entenderse como aquello que hace al «yo» ser como es. Nuestro modo de existencia es ser-en-el-mundo. Desde Platón y Aristóteles, la metafísica ha cometido el error de igualar los entes (lo óntico) y los seres (lo ontológico), olvidando que hay una diferencia entre ellos y que es necesario preguntarse por los últimos. PÁRRAFO. Dasein. Heidegger explica que, aunque el Ser no pueda reducirse al ente, sí necesitamos elegir un ente desde el cual empezar a interrogar al Ser. Para el alemán, el ente por excelencia y cuyas cualidades son más idóneas para este cometido es el ser humano, que denomina Dasein, que, literalmente, significa «ser-ahí». PÁRRAFO. El Dasein es un ente muy particular, pues está determinado por su existencia (una dimensión óntica), lo que le permite estar en un contacto más directo con el Ser (una dimensión ontológica) y, por tanto, en su actuar y comportamiento nos alcanza la comprensión de su ser (una dimensión óntico-ontológica). El Dasein, es decir este ser que se dona, no sólo es apariencia, sino que tiene múltiples constituciones, ya que está en el mundo, “familiarizado con lo significativo que lo contiene y que lo atrapa”. Es el ser que logra abrirse al mundo en su contexto temporal, “un yo histórico que vive aquí y ahora en el mundo de sus preocupaciones” (Bertorello, 2006), el cual es posible comprender a través de la interpretación de sus manifestaciones, las que se deben describir, tal y como se presentan. PÁRRAFO. El método de investigación de Heidegger es la fenomenología (muestra las cosas mismas), pero se trata de una muy particular. Si lo que debemos alcanzar es una comprensión (una auto-comprensión, porque nosotros también somos seres) de aquello que está oculto, entonces nuestro análisis debe ser interpretativo, es decir, hermenéutico. Concretamente, el análisis que atiende a la especificidad del Dasein es la analítica existenciaria (o existencial, según las traducciones). PÁRRAFO. Propugna más concretamente que la verdad del mundo acontece en la literatura y el arte, que están alejados del poder (dicho por Azucena en clase). Diapositivas de clase: Heidegger (defiende la intuición) y relanza el carácter cognoscitivo de la experiencia estética. Heiddeger dice que lo racional también está precedido de una experiencia intuitiva. PÁRRAFO.
El positivismo sólo estudiaba parámetros científicos y objetivos de los que la ciencia se hacía cargo porque eran objetivos y descriptivos. Sin embargo, la literatura era un conocimiento de mímesis al principio que se desplaza al espacio de la experiencia. La literatura se encargará de lo ontológico, recupera el ser, y describe el mundo tal y como nos aparece y experimentamos. Por eso parecería que la literatura no tiene que ver con la verdad, pero según Heidegger en la experiencia misma existía una verdad y aquí se muestra Heidegger antiplatónico, relega el mundo superior de las ideas y valora la verdad del mundo sensitivo, a pesar de que la influencia de Platón a lo largo de su obra sea importante. PÁRRAFO. La verdad de las ciencias positivas es única, pero las de la literatura son aquellas que nos permiten conocer otra parte del mundo que tiene que ver con nuestras vivencias y que, evidentemente, no podemos conocer gracias a otras ciencias. Por lo tanto, la epistemología se encargaría del dominio de la verdad (atemporal), mientras que la ciencia lo haría de lo óntico (seres), es decir, de las cosas simplemente presentes. Así pues, en la obra de arte acontece el ser (en su verdad, aletheia) esto es, en la obra de arte acontece el mundo (ereignis), no su mero reflejo, sino que muestra algo que sucede. PÁRRAFO. Si Heidegger concede a los poetas —como a Hölderlin, a quien admira— la capacidad de manifestar el Ser es porque la poesía ha tenido un cuidado por el lenguaje que la filosofía ha dejado de lado al encorsetarse en los esquemas de la lógica y la gramática de Occidente. «Liberar al lenguaje de la gramática para ganar un orden esencial más originario es algo reservado al pensar y poetizar». PÁRRAFO. La obra de arte se encarga de mostrar el Ser de lo ente. Existe para Heidegger, por tanto, una relación entre la verdad y la obra de arte, ya que esta última realizaría ese ejercicio de desvelamiento. Sin embargo, abrir a la verdad no implica solo iluminar una nueva totalidad del ente que estaba oculta, sino que también hace palpable ese ocultamiento previo que no estaba siendo percibido. La obra de arte es el escenario, la brecha, donde esta dualidad tiene lugar. PÁRRAFO. A esta dualidad Heidegger la llama «conflicto entre el mundo y la tierra». El mundo hace referencia a aquello que está explicitado en la obra de arte, las formas que empleamos para leer la realidad y que son heredadas, tienen un componente histórico. Por otro lado, la tierra es esa parte velada, el contenido oscuro que aún no ha sido iluminado y que se resiste a ser apresado por el mundo y sus estructuras de interpretación. PÁRRAFO. Gadamer (alemán) parte pues del pensamiento de Heidegger (alemán) que afirma la radical historicidad humana y se pregunta por la posibilidad de la comprensión como actividad específica del saber acerca de lo histórico. Fue esta una pregunta central de la hermenéÚtica del Siglo XIX pero, al parecer de Gadamer, una pregunta excesivamente dominada y distorsionada por la presión legitimadora procedente de las ciencias naturales. Gadamer se propone desarrollar una autocomprensión de las ciencias humanas y sociales que no vuelva a perderse en el extravío del historicismo cuya obsesión por el método y la objetividad condujo al olvido o represión del componente hermenéutico de este tipo de saberes. La hermenéÚtica filosófica de Gadamer no enseña un método más entre otros posibles, sino que es una reflexión acerca de los límites de la idea de método.