Portada » Latín » Literatura y Oratoria en la Antigua Roma: Autores Clave y sus Obras
La historiografía latina siempre tuvo una finalidad moralizante y política. En el Imperio, estas características se acentuaron, con escritores que apoyaban o se oponían al régimen. La censura imperial destruyó las obras de los más críticos. Los mejores historiadores del periodo fueron Tito Livio y, posteriormente, Tácito, ambos con reservas hacia el régimen imperial.
Nacido en un ambiente republicano, Tito Livio escribió 142 libros que componían su historia de Roma, Ab Urbe Condita. En sus obras, defiende valores como la virtud, la moralidad y el patriotismo. Su estilo se caracteriza por periodos densos y simétricos, expresiones antiguas, metáforas, comparaciones y descripciones de rica imaginación. Sin embargo, se le critica por incluir hechos fabulosos sin cuestionarlos y por no recurrir a documentos auténticos.
Tácito escribió durante la época dorada del Imperio. Considerado el mejor historiador romano, su estilo era conciso, vigoroso y con construcciones arcaicas. Utilizaba los archivos imperiales, aunque se le reprocha que ponía en boca de sus personajes discursos inventados. Sus obras reflejan un retrato vivo de la época y un estudio psicológico de los personajes. Entre sus obras encontramos:
Los epigramas son breves inscripciones en verso destinadas a ser grabadas en piedra en tumbas, estatuas o monumentos. Eran alabanzas a héroes o difuntos, caracterizadas por la concisión y la agudeza. Con los romanos, el epigrama adquirió una tercera característica: la ironía sarcástica.
Fue cultivado por muchos poetas en Roma, como Catulo y Marcial. El epigrama romano tenía un lenguaje atrevido, picante y grosero, incluyendo incluso insultos personales.
Marcial nació en el siglo I d.C. en una familia humilde. Llegó a Roma en una época depravada, marcada por el régimen del terror de los emperadores. Sin amigos, vivía a costa de los demás. Inteligente, se convirtió en poeta. Su primer libro fue Liber Spectaculorum.
Su vida mejoró, pero la felicidad le era esquiva. Se volvió más depresivo y violento. Regresó a su ciudad natal gracias a un amigo, pero la tristeza lo acompañó hasta su muerte.
La obra de Marcial es un espejo de su vida, con personajes corruptos y malolientes, aunque también muestra sensibilidad al defender al débil. Sus libros de epigramas se caracterizan por un lenguaje crudo y un estilo vivaz.
La oratoria, el arte de hablar con elocuencia, es necesaria en todas las sociedades. Siempre habrá una ocasión en la que uno deba dirigirse a un auditorio para convencerlo o para expresar regocijo, alegría o dolor. En una sociedad como la romana, con asambleas políticas y tribunales, el dominio de la palabra era esencial para los jóvenes de buena posición que aspiraban a la política, prácticamente la única opción para un joven patricio aparte del ejército. Además, los patricios eran patronos de varios clientes, a quienes defendían en los juicios. En Roma no existían abogados profesionales, ya que el orador no podía cobrar una remuneración, aunque en la práctica, esta ley se burlaba de diversas maneras, sustituyendo la remuneración por un «regalo».
Los primeros romanos consideraban que lo importante en la oratoria era poseer la verdad. Por eso, el orador debía tener las cualidades de gravitas, dignitas, maiestas y bona fides.
La retórica es el conjunto de procedimientos para hablar bien. Los romanos aprendían esta habilidad con la práctica y en las escuelas de retórica griegas. Los griegos desarrollaron el arte de hacer discursos, para lo cual se necesita:
En Roma, las escuelas de retórica se asentaron en el siglo I a.C. Los jóvenes, tras sus estudios primarios y secundarios, pasaban al rhetor, con quien aprendían todas las técnicas de la oratoria. Los ejercicios comprendían:
De origen plebeyo, Cicerón pertenecía al partido de la nobleza senatorial, los conservadores. Fue contemporáneo de César, viviendo como él en un periodo de guerras civiles y disturbios políticos. César y Cicerón son contrapuntos: César era un patricio que lideraba el partido de los demócratas, y Cicerón, un plebeyo rico que defendía a la nobleza senatorial. Cicerón fue un hombre sensible, muy inteligente y un gran abogado. Escritor prolífico, trató muchos temas y fue un excelente divulgador. Sus obras incluyen:
De origen español, Quintiliano estudió en Roma y fue un abogado famoso. Estuvo 20 años en los cuadros de la enseñanza oficial y gozó de gran consideración. Su obra principal es Institutiones Oratoria, donde recoge los saberes prácticos de un viejo maestro. La obra tiene indudables cualidades pedagógicas y defiende la postura del clasicismo.
La épica o epopeya relata las empresas bélicas o gestas de héroes o personajes míticos. La mayoría de los pueblos tienen un gran poema épico que narra las aventuras del héroe nacional. Esta épica primitiva, de carácter oral, era un conglomerado de poemas cantados por rapsodas. Con el tiempo, estos cantos fueron puestos por escrito por uno o varios autores. Dos grandes epopeyas griegas son La Ilíada y La Odisea, atribuidas a Homero. A partir de ese momento, la épica dejó de ser una poesía colectiva para convertirse en una obra de un único autor. Se mantuvo el tono grandioso y solemne, y los clichés o frases hechas, asignando siempre a cada personaje los mismos epítetos. En un hexámetro solo podemos encontrar sucesiones de sílabas largas o breves, lo que significa que una palabra con una estructura larga-breve-larga nunca tendrá cabida en dicho esquema métrico.
Virgilio (siglo I a.C.) nació en el norte de Italia. De origen humilde, su padre, ayudante de un alfarero, se casó con la hija de su señor y aumentó el patrimonio heredado con la apicultura y el comercio de madera. Pudo dar una buena educación a su hijo, quien completó su formación en Roma, estudiando retórica con Epidio, el maestro de Octavio Augusto, y filosofía. Se mantuvo al margen de la política. No obstante, el viaje a Roma le sirvió para darse a conocer a Octavio Augusto y a su hombre de estado, Mecenas, uno de los más espléndidos protectores de las artes. Mecenas lo introdujo en su círculo y le regaló una villa. Durante unos años se dedicó a las Geórgicas, y los últimos catorce años de su vida los empleó en la Eneida. Gozó de gran fama, siendo el poeta pagano más ensalzado por el cristianismo, que se identificaba con su forma de ser y de vivir. Además, en su Égloga IV, anunciaba el nacimiento de un niño y una nueva era, lo que se interpretó durante siglos como una profecía del nacimiento de Cristo.
Sus obras: