Portada » Historia » Literatura Post-boom y Panorama Histórico-Político Español del Siglo XIX
El Post-boom constituye un fenómeno de mayor amplitud y también de mayor diversidad literaria que el Boom, lo cual se ve reflejado en la (co)existencia de tendencias antagónicas. El “Boom” supuso tanto la consagración de un número considerable de escritores (Vargas Llosa, Cortázar) como el rescate de otros anteriores (Borges, Bioy Casares). Las características y tendencias principales del Post-boom incluyen:
En conclusión, la era del “Post-boom” se caracteriza por numerosas y diversas tendencias literarias que constituyen una reacción a la literatura del “Boom”. Dicha reacción parece haber tomado dos direcciones principales: una reacción de exacerbación y una reacción de oposición.
La novela [representativa de la época] retrata la vida de un país de Latinoamérica durante el siglo XX. El modelo social dominante es el representado por figuras como Esteban Trueba (arquetipo de la aristocracia terrateniente), basado en el principio de que el patrón pertenece a una clase superior. Estos personajes son a menudo violentos y ambiciosos. La dominación social y sexual son parte de un mismo proceso; de sus numerosas violaciones en lugares como «las Tres Marías» resultará una “recua de bastardos que iban naciendo como por arte de magia”.
Los terratenientes se reúnen en el pueblo para planificar nuevas estrategias, manipulan las elecciones con sobornos y amenazas para que las ideas comunistas no penetren en sus fundos. En contraste, los revolucionarios siempre aparecen como personas racionales que no utilizan la violencia, luchan con arte, ideas y organización. Es en la segunda parte de la obra, tras la muerte de Clara [personaje central], cuando se impondrá la Historia con mayúsculas: las elecciones presidenciales, el crecimiento de los sindicatos, la lucha obrera, las huelgas y las movilizaciones del proletariado; el largo camino que llevará al candidato marxista, Salvador Allende, a convertirse en presidente del Frente de Unidad Popular y sus desencuentros con la ultraizquierda denominada MIR. También aparecen personajes reales como Neruda (mencionado como «el Poeta»), o el cantante Víctor Jara (representado en figuras como «Pedro Tercero»).
Fue un periodo iniciado por un pronunciamiento en favor de la Constitución encabezado por Rafael del Riego. La acción de los liberales obligó al rey (Fernando VII) a aceptar la Constitución de 1812. Se formó un nuevo gobierno y se convocaron elecciones, que ganaron los liberales. Se inició una importante obra de reforma para la abolición del Antiguo Régimen:
La abolición de los señoríos implicó que la tierra pasara a manos de los antiguos señores como propiedad privada. Los campesinos se convirtieron en jornaleros o arrendatarios y pagaban impuestos al Estado. Los propietarios podían vender libremente las tierras. La desamortización tuvo tres objetivos principales. Se buscó también la eliminación de las aduanas interiores y la libertad de comercio, lo que favoreció la creación de un mercado nacional.
Se inició con el levantamiento de 1854, protagonizado por progresistas, demócratas, republicanos y algunos sectores del moderantismo, destacando el pronunciamiento del general O’Donnell (Vicalvarada). La reina Isabel II aceptó el restablecimiento de la Milicia Nacional y de las libertades. Se formó un gobierno presidido por Espartero y con O’Donnell como ministro de Guerra. Las elecciones dieron mayoría a progresistas y unionistas (de la Unión Liberal de O’Donnell), con minoría de demócratas y moderados. Se redactó la Constitución de 1856 (conocida como «non nata» porque no llegó a publicarse). Ante la creciente conflictividad social, se promovieron duras medidas represivas amparadas por O’Donnell, quien, con el apoyo de la Reina, provocó el enfrentamiento con Espartero. Finalmente, se impuso O’Donnell, que puso fin al Bienio: cerró las Cortes, suprimió la Milicia, destituyó ayuntamientos y diputaciones y anuló la libertad de prensa.
Tras la muerte del rey Alfonso XII, Sagasta, líder del Partido Liberal, impulsó un acuerdo entre conservadores (liderados por Cánovas) y liberales: el Pacto de El Pardo. Este pacto buscaba dar apoyo a la regencia de María Cristina de Habsburgo y garantizar la continuidad de la monarquía y la alternancia pacífica en el poder (el «turno pacífico») ante las fuertes presiones de carlistas y republicanos.
Durante los gobiernos liberales de Sagasta se reguló y amplió el marco de libertades:
Previamente, durante la etapa del gobierno conservador, Sagasta había formado un gobierno liberal que introdujo el sufragio universal masculino solo para los comicios municipales.
Una de las primeras corrientes estuvo basada en el tradicionalismo católico. Otra, de carácter progresista, va a ser popular y de principios republicanos y federalistas. Se creó la Unió Catalanista y, posteriormente, la Lliga Regionalista, fundada por Prat de la Riba.
La abolición de los Fueros tras las guerras carlistas provocó una reacción en defensa de las instituciones suprimidas, de la lengua y la cultura vascas. Se formó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), fundado por Sabino Arana.
Inicialmente centrado en convertir la lengua gallega en una lengua literaria (Rexurdimento), fue adquiriendo un carácter más político. Destacaron figuras como Alfredo Brañas y Manuel Murguía.