Portada » Lengua y literatura » Literatura del Siglo XVIII: Ilustración, Neoclasicismo y Ensayo en España
1. Contexto histórico: La Ilustración es un movimiento cultural que nace en Francia y se desarrolla en Europa en el siglo XVIII. Su principio fundamental es la fe en la razón como instrumento de conocimiento. Su objetivo es «ilustrar» (‘educar’) al pueblo con la finalidad de mejorar la vida de las personas. A través de la RAZÓN (fe en la ciencia) se llega al PROGRESO. Se consideraba necesario reformar la enseñanza, las costumbres y la moral del pueblo. ¿Quiénes impulsaron estas ideas? Una minoría ilustrada (burgueses).
En el siglo XVIII tuvo lugar en Occidente un notable crecimiento de la población y de la producción[1]. En general, se puede considerar esta centuria como una etapa optimista en la que los individuos confiaron en las innovaciones, los inventos y las reformas. Este siglo corresponde al periodo de la Ilustración (Siglo de las Luces, Siglo de la Razón), basado en el racionalismo, que postulaba la razón como instrumento de conocimiento para llegar a la verdad.
Por medio de la ciencia, el hombre puede conocer y dominar la naturaleza, lo que repercute en el progreso, la felicidad y el bienestar del ser humano.
En el año 1700, tras la muerte sin sucesión de Carlos II, se produjo en España un cambio de dinastía: tras la Guerra de Sucesión, el trono fue ocupado por los Borbones, partidarios del despotismo ilustrado[1]. Felipe V, primer Borbón, promulgó los Decretos de Nueva Planta, que derogaron los fueros en Aragón y Valencia, reduciéndolos a las leyes de Castilla: se creó así un Estado absolutista y centralista. Tras Fernando VI, Carlos III, rey de Nápoles, ocupó el trono de España, llevando a la práctica medidas reformadoras a través de sus ministros Grimaldi y Esquilache. En 1767, Carlos III expulsó a los jesuitas y en 1773 ordenó la disolución de la Compañía de Jesús. Intentó promover la creación de una educación pública basada en las nuevas ideas ilustradas. El comienzo de la Revolución francesa (1789) despertó el temor del nuevo rey, Carlos IV, que reforzó la censura ante las nuevas ideas.
2. Aspectos socioculturales: En esta etapa, la mayoría de la población era analfabeta. La educación, privada y en manos de la Iglesia, se hallaba alejada de las nuevas corrientes científicas: en ella imperaba la escolástica, un método desfasado basado en la lógica aristotélica y reacio a cualquier innovación. Pero desde fines del siglo XVII, algunos pensadores defendían en tertulias que la metafísica y la teología debían ceder paso a la ciencia.
Continúa vigente una literatura barroca paralela a las nuevas ideas ilustradas. Se produjo el auge del ensayo. En 1737 se publica la Poética de I. de Luzán, que plantea la necesidad de crear una literatura clara y útil que se acomode a unas normas (reglas) basadas en la estética de los clásicos grecolatinos.
Surge el Neoclasicismo, movimiento artístico que propugna la austeridad, claridad y finalidad utilitaria de la literatura. De ahí que prolifere una literatura didáctica que aúne lo útil y lo agradable (docere et delectare; utile et dulci) frente al sentimentalismo y la imaginación. Las preceptivas neoclásicas disponían unas reglas que debían ser respetadas a la hora de escribir.
En la primera mitad del siglo XVIII perdura en los escenarios españoles el ya decadente y degenerado teatro barroco (comedias de enredo), de gran aparato escénico y aventuras. A mediados de siglo se intenta imponer desde el poder un teatro neoclásico que será rechazado por el público. Los políticos, conscientes de que el teatro es un espectáculo de masas, intentaron impulsar un teatro neoclásico que sirviera para reformar la moral y costumbres del pueblo: un teatro utilitario. El éxito no lo alcanzaron las obras neoclásicas, sino un género popular heredero de los entremeses: el sainete (piezas breves costumbristas) (Ramón de la Cruz) y la comedia sentimental (melodrama). Los autos sacramentales, que habían degenerado, perdiendo por completo su componente religioso y virtuoso, fueron prohibidos por Carlos III en 1765.
Entre sus obras destacan: El viejo y la niña, La comedia nueva o el café y El sí de las niñas.
El éxito de El sí de las niñas[3] se debe a sus vivos diálogos verosímiles, ágiles, sencillos, con los que el pueblo se sentía identificado.
En dicha obra trata de la libertad de elección en el matrimonio, la desigualdad entre los cónyuges, la opresión de padres insensatos y la nefasta educación vigente. Todos los vicios de la sociedad son resultado de la degeneración de la moral y las costumbres y de una falta de instrucción. Todas sus obras tienen un fin didáctico, finalidad básica del teatro neoclásico.
En este siglo se desarrolló el ensayo, texto en prosa de carácter reflexivo y extensión variable en el que se manifiesta una opinión sobre algún aspecto de la realidad. El francés Montaigne y el inglés Bacon han sido considerados los creadores de este género.
La finalidad de sus escritos es combatir los errores científicos o populares para lograr la modernización de la mentalidad española. Sus obras abordan temas variados: economía, filosofía, política, medicina, literatura, supersticiones… Dirigidos a un amplio público, sus escritos tienen un estilo familiar, cercano. Feijoo mantuvo una actitud crítica ante la cultura recibida, negando el principio de autoridad y proponiendo el método experimental cuando fuera posible.
Cartas marruecas, que ofrecen tres visiones diferentes de una misma realidad, Cadalso consigue la objetividad, primero, porque dos de los personajes son extranjeros; segundo, por acercar la realidad desde tres perspectivas diferentes.
Jovellanos dirigió sus escritos a las autoridades con la finalidad de que se produjeran reformas que él consideraba importantes para la mejora del país. Para él, el origen de todos los males de un país está en la ignorancia; la felicidad y el progreso radican en la buena instrucción pública.