Portada » Religión » Ley Natural, Conciencia y Democracia: Reflexiones Éticas y Educativas
La ley natural es lo que los seres humanos podemos conocer por medio de la razón. Es lo que está al alcance de la razón sin recurso a la fe. Es una norma escrita en el corazón del hombre que le permite distinguir el bien del mal. El problema que se plantea no es, por tanto, la búsqueda del bien, sino la del poder, o más bien, la del equilibrio de poderes. Se convierte en garantía ofrecida a cada quien para vivir libremente y ser respetado en su dignidad, quedando al reparo de toda manipulación ideológica y de todo arbitrio o abuso del más fuerte. La ley natural expresa el sentido moral original que permite al hombre discernir mediante la razón lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira. En definitiva, los diez mandamientos. La ley natural, presente en el corazón de todo hombre y establecida por la razón, es universal en sus preceptos, y su autoridad se extiende a todos los hombres.
Deberíamos dar gracias a Dios por conceder a muchos hombres la posibilidad de hacerse no creyentes siguiendo su conciencia. Debería ser libre aquel que no tuviera que cargar con la fe y la moral de la Iglesia católica. La conciencia errónea sería la verdadera gracia. La falsedad y el alejamiento de la verdad serían mejores para el hombre que la verdad (ejemplo de Hitler). (Guías de conciencia):
La conciencia está del lado de la subjetividad y libertad del sujeto. Critica la modernidad: el concepto de verdad ha sido prácticamente abandonado por el de progreso; el progreso es la verdad.
Capacidad del hombre para percibir el deber por encima del poder y comenzar el progreso verdadero y el efectivo ascenso.
En la democracia, la mayoría es lo único decisivo y la fuente del derecho no puede ser otra cosa. La mayoría es manipulada y la libertad puede ser destruida en nombre de la libertad.
Solo pueden gobernar los que saben y han experimentado el bien. La verdad no es producida por la política.
Entiende la democracia como la oposición al cristianismo.
La razón fue quedándose desnuda, sin dejarse ilustrar por ninguna realidad histórica y quería oír su propia voz. Así comenzó a desmoronarse la evidencia de lo moral. La razón se queda ciega y no distingue la dimensión no natural de la realidad. Los valores de la democracia son percibidos gracias a la fe moral.
El Estado no es fuente de verdad ni de moral. No puede producir la verdad por sí mismo, ya que el Estado no es absoluto. Para establecer un orden de convivencia en el que se pueda vivir, el Estado ha de tener la verdad y conocimiento del bien que no se pueda manipular. La magnitud imprescindible de conocimiento y verdad sobre el bien deberá tomarla el Estado de fuera, el cual podría ser la evidencia de la razón que sería custodiada por una filosofía independiente. La fe cristiana se ha revelado como la cultura religiosa más universal y racional, que desemboca de una fe moral razonable y sin el que ninguna sociedad puede subsistir. Esperando lo más definitivo, los cristianos debemos y tenemos que llevar esperanza también a lo provisional, al Estado en el mundo.
Los niños son un don de Dios, eran un premio de Dios siendo un ser inacabado, en crecimiento, imperfecto, necesitado de una formación, sin autoridad, sin credibilidad y susceptible de ser bastante menospreciado. La locura está arraigada en sus corazones (la uña de los padres es más importante que el estómago de los hijos). En el papel de hijo, debía una escrupulosa obediencia a los padres, sobre todo al padre, que si se le desobedecía, este podría «apostatar» su paternidad dejando al niño abandonado a su suerte. En los libros del Levítico, 2º de Reyes y de Jeremías, los habitantes de Jerusalén no acababan de despojarse de las costumbres paganas, y sacrificaban a los recién nacidos ante el Dios Molok, arrojando a los niños al lago, todo por superstición.
Misión de PROTEGER: Como educadores cristianos descubrimos a la luz de la Palabra que todos los niños están inmersos en una sociedad de competitividad y rivalidad en busca del poder a costa de lo que sea. Nosotros debemos defender la vida de los pequeños haciendo todo lo posible para que el mal no recaiga sobre ellos. Nuestra misión es la de salvar a los niños del mal que les amenaza.
EDUCAR: el hombre como ser unificado. La educación es verdadera cuando se orienta a un crecimiento integral, cohesionadamente, evitando cualquier ruptura fragmentaria. Cada niño es un hijo de Dios hecho a su imagen y semejanza. Una pedagogía espiritual y una espiritualidad pedagógica deberán confluir, de modo irrenunciable, en todo proyecto educativo auténtico. Todos los instrumentos educativos han de trabajar coordinados.
DEFENDER: Jesús abraza, bendice, impone las manos, en público, a los niños jugándose su imagen ya que para Jesús los niños son su familia, sus amigos, sus discípulos… y él mismo les confiere el poder invencible de su Amor delante de todos. A la luz de la palabra, nuestra misión educativa era llevar a los niños a Jesús, y dejar que se acerquen a él en sus presencias eclesiales.