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Los gobiernos del conservador Antonio Maura suponen un intento de revitalizar la política. Con la ley de Admón intentó la descentralización regional. Intentó acabar con el caciquismo a través de una nueva Ley Electoral que no se aprobó. Creó el Instituto de Reformas Sociales. Instauró en la económico un cierto intervencionismo: protección para la industria, aprobación de una ley de fomento de la industria nacional, fomento de las comunicaciones…
Esta “revolución desde arriba” no consiguió reformar la estructura político-
social y provocó el enfrentamiento con grupos sociales clave. El ejército se siente maltratado y presiona para que se apruebe la Ley de Jurisdicciones. Estalla la Crisis de 1909. El gobierno decide enviar una expedición a Marruecos para defender los intereses españoles. Las protestas en el puerto de Barcelona se convierte en huelga general y la situación origina una revuelta que se extiende durante una semana. La represión por parte del gobierno y del ejército fue durísima. Ferrer Guardia,maestro anarquista, es condenado a muerte y se dan fuertes críticas a nivel internacional. El partido Liberal pidió la dimisión de Maura, que se vio obligado a salir del gobierno. El Pacto de El Pardo se había roto y correspondíó a Alfonso XIII el intento de reconstruir la normalidad del turnismo.
La muerte de los fundadores de los dos partidos dinásticos y la crisis de 1909 provocaron disputas dentro de los mismos, el Rey tenía que elegir entre las distintas facciones dentro de los partidos. Canalejas, liberal, pretendíó realizar un programa regeneracionista para ganarse el apoyo de la clase obrera, pero fracasó en su intento porque tuvo que enfrentarse a movimientos huelguistas y fue asesinado en 1912.
Dato declaró la neutralidad de España en la IGM, lo que posibilitó un período de beneficios económicos ante la demanda de los países beligerantes. Sin embargo, se dio un incremento de precios y una enorme inflación a la que no podían hacer frente las capas más pobres de la sociedad.
Esta etapa expansiva fue mal aprovechada, no se invirtieron los beneficios en la modernización de infraestructuras y distanció más a las clases sociales, aumentando el malestar social y político, lo que dio lugar a la triple revolución de 1917: social, política y militar.
REVOLUCIÓN MILITAR. El ejército era un inmenso cuerpo burocrático preocupado por la promoción interna de sus miembros. Este hecho acrecentó el militarismo, pues solo los grados más elevados disfrutaban de un buen nivel de vida y podían participar en política. La Guerra de Marruecos supónía un campo fácil para un ascenso rápido, lo que provocó la aparición de dos sectores: los africanistas, que ascendían con rapidez por méritos de guerra; y los que subsistían en guarniciones peninsulares que ascendían por antigüedad.
En 1916 se crearon las Juntas de Defensa por los oficiales de infantería y caballería enfrentados a los africanistas. Estas juntas se extendieron por toda la península para defender sus intereses profesionales. Criticaron y presionaron al gobierno para exigir reformas, encontrando eco y apoyo en la sociedad. Las presiones sobre Alfonso XIII provocaron la dimisión del gobierno y la instauración de uno nuevo encabezado por Dato, quien reconocíó a estas juntas y aceptó la mayoría de sus peticiones técnicas.
REVOLUCIÓN POLÍTICA. La nueva actitud militar repercutíó en políticos regionalistas y de izquierda, que exigieron una reforma de la Constitución a pesar del miedo a los desórdenes públicos. Los parlamentarios catalanes pidieron la apertura de las Cortes, la reorganización del Estado y la convocatoria de una Asamblea de todos los diputados descontentos.
Ante la negativa de Dato, se celebró una Asamblea de Parlamentarios en Madrid, que pediría al gobierno la formación de unas Cortes Constituyentes para realizar una reforma radical en política. Las huelgas y la sublevación social, junto a la oferta del Rey de situar a dos miembros de la Lliga en el gobierno, terminó con los planteamientos reformistas. La Lliga pasa de oponerse al gobierno a participar en él.
REVOLUCIÓN SOCIAL. Ante las consecuencias de las dos revoluciones anteriores y la fuerte represión de la huelga de ferroviarios, en Julio provocó la convocatoria conjunta de una Huelga General por la UGT, PSOE y CNT que se extendíó por toda España y desencadenó una auténtica revolución social.
Los enfrentamientos entre Ejército y huelguistas provocaron la declaración del Estado de Guerra, con más de dos mil detenidos y la condena a cadena perpetua del Comité Directivo de la Huelga. La Asamblea de Parlamentarios dio marcha atrás. La única solución eran los gobiernos de concentración, que integrasen a representantes de los principales partidos políticos. Se inició así el desgaste total de los políticos y la descomposición del régimen entre 1918-1923.
La huelga de 1917 había abierto paso a una crisis política. Las elecciones seguían obedeciendo al desinterés general y la trama de los intereses creados.
La participación de los nacionalistas en los gobiernos de concentración, reforzaron el carácter estable que los políticos querían conseguir y mantener. Los militares continuaban participando en la vida política. El año 1921 fue clave por el asesinato de Dato y el fracaso en la Guerra de Marruecos (Desastre de Annual). Los últimos gobiernos pidieron responsabilidades al ejército, al sistema parlamentario y al propio rey. Sentían que la dictadura era el preludio necesario para una renovación de la vida política.
Finalmente, la dictadura de Primo de Rivera puso fin a la difícil trayectoria de la monarquía desde principios del Siglo XX.