31.La conversación de los convidados no trata sobre comida y bebida. Julio pregunta a sus huéspedes sobre as cosas urbanas: ¿Qué (hay) de nuevo dela ciudad. Ya son ocho días cuando estuve en Roma y entre tanto nadie me ha enviado una carta desde allí. ¿Por qué motivo yo ni estando presente ni estando ausente he conocido por carta algo de lo que recientemente ha sido hecho en Roma?
Emilia: Nadie te escribirá nada sobre las cosas urbanas si antes (tú) mismo no has escrito una carta.
Orontes: No es necesario esperar cartas pues fácilmente puedes conocer algo de nuevo (algo nuevo) por los mensajeros. ¿Por qué no envías a algún esclavo a Roma?
Julio: Los esclavos son malos mensajeros, a menudo anuncian falsos rumores. Nunca envío a mis esclavos a Roma. Cornelio: ¿Qué? Ayer vi a un esclavo tuyo en la vía Latina. Reconocí la cara, a menudo le he visto aquí.
Julio pregunta a Cornelio qué nombre tiene.
Cornelio: Algún nombre griego, pienso (creo). Midas quizás, pero no estoy seguro. Siempre olvido los nombres pues tengo mala memoria.
Orontes: Midas es el nombre de un rey del que se cuenta esta historia:
En una ciudad de Asía hace tiempo vivía un rey avaro que nada deseaba más que las riquezas…
Julio que no quiere oírla historia interrumpe a Orontes: No midas –
Sino Medo es el nombre de un esclavo mío que ayer…
Pero Orontes, mínimamente turbado (trastornado, irritado…), continúa contando: Entonces el Dios Baco que por algún benificio quería bien al rey (voló + dativo) dice «Te daré cualquier cosa que habrás deseado (desees).» Al instante Midas dice «Por lo tanto dame el poder de cambiar en oro cualquier cosa que habré tocado (toque). Solo esto deseo para mí.» Baco aunque pensaba que el rey avaro había deseado un regalo muy malo sin embargo pagó la promesa.»
Julio impaciente dice «Calla, Orontes, todos conocemos(prefecto con valor de presente) la (aquella) historia. Pero Emilia que desconoce la historia pregunta a Orontes por qué ese regalo es muy malo.
A esta Orontes dice «Tontamente lo preguntas pues Midas, aunque podía cambiar en oro la tierra, la madera y el hierro tocándo(los) con la mano, moría de hambre y sed al hacerse oro la comida y también la bebida en cuanto había sido tocada por el rey. Finalmente el desgraciado rey pidió al Dios que apartara aquel desgraciado regalo. Así pues Baco le aconsejó que se lavara en un río; el agua de este río, en cuanto fue tocada por el cuerpo del rey recibíó un color dorado.»
Julio: ¿Este es el final de la historia?
Orontes: Ciertamente es el final de esta historia pero conozco otra historia del mismo rey. El Dios Apollo habúa hecho que Midas tuviera orejas de asno…
Julio: Es suficiente. No queremos oír tus historias griegas. Volvamos a mi esclavo Medo que ayer huyó llevando consigo algo de dinero.
Cornelio: ¿Cuánto dinero (se) llevó?
Julio: Unos cien sestercios. Y yo me fiaba de aquel esclavo más que de los otros. Después de esto no confiaré en ningún esclavo griego pues no son dignos de mi confianza, todos son infieles y malos. En mi familia creo que solo hay un esclavo fiel.
Entonces Emilia interrumpe al marido y dice «Sss, Julio, no alabes a un esclavo que está presente.»
Julio mirando a Davo dice «Pero este esclavo está presente. No quiero alabarle estando presente. Pero Medo es claramente el más infiel de todos.
Ciertamente le azotaré y le torturaré de todos los modos (posibles) si le encuentro antes de que haya dejado Italia. Si no me devuelve el dinero le clavaré en una cruz.
Cornelio: También si aún está escondido en Roma será difícil encontrar a un esclavo fugitivo en una ciudad tan grande. Pues en Roma hay tantos esclavos como hombres llibres.
Emilia: Quizá se ha ido a Roma por el amor de alguna mujer. Medo es joven: ¿qué no hacen los jóvenes por causa del amor? Creo que él está escondido junto a una muchacha romana.
Orontes: Luego nunca será encontrado pues es verdad lo que escribíó Ovidio en el libro que se llama Arte de amar.
Cuantas estrellas tiene el cielo, tantas muchachas tiene tu Roma.
Julio: Ciertamente daré un gran premio al que haga volver aquí a mi esclavo fugitivo.
Cornelio: ¿Cuánto dinero darás? Conviene establecer un premio determinado (seguro, cierto…).
Julio: Solo cuanto aquel robó.
Orontes: ¿Solo cien sestercios? Ciertamente no prometes un premio excesivo.
Pero Emilia aconseja a su marido que sea clemente: No tortures a Medo si lo encuentras. Sé clemente, mi Julio. Cien sestercios no es mucho dinero, como dice Orontes, y Medo no ha robado ninguna otra cosa.
Julio: ¿Piensas que él ha merecido un premio porque ha apartado sus manos de tus gemas? Demasiado clementes son las mujeres: qué fácilmente desconocen a los hombres muy malvados. Pero nuestra memoria es mejor.
Emilia: ¿Conocéis este dicho: El amo severo tiene tantos enemigos como esclavos? Pues los esclavos aman al amo clemente, odian al severo
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