Portada » Español » Las Vanguardias Artísticas del Siglo XX: Del Novecentismo a la Ruptura
Cuando adoptamos el rótulo de movimientos de vanguardia, hablamos de varias corrientes que conviven en la misma época: cubismo, futurismo, dadaísmo, ultraísmo, surrealismo. Las notas más llamativas de estos movimientos fueron el rechazo del subjetivismo romántico y de todas las impurezas de lo humano.
El arte vanguardista divide al público entre dos castas: la minoría selecta que entiende y los que no. Pretende transmitir una idea, estilo o voluntad que pueda trascender de las generalidades de la vida humana. Es un arte para artistas, dedicado a personas con inteligencia y sensibilidad superior que pueden buscar en el goce estético la búsqueda de ideas antes que las emociones. La preocupación por los aspectos psicológicos o humanos es incompatible con los objetivos artísticos (la pureza y la perfección de la forma).
Ortega y Gasset dice que en esta nueva época la metáfora se convierte en sustantiva para el poeta. Esta separación de lo real que busca el arte nuevo lleva a Ortega a ironizar sobre su propia función. Los mayores representantes de las vanguardias fueron Debussy en la música y Mallarmé en la literatura. Estos eliminan el subjetivismo y crean un arte más objetivo.
En resumen, lo que Ortega nos quiere decir es que el arte nuevo se caracteriza por la deshumanización, la separación de las formas vivas y por una búsqueda de estilización. Tiene un carácter escapista y rechaza el compromiso con la realidad.
Los signos de esta nueva novela serán la originalidad, los alardes de ingenio y la presencia de la vida urbana moderna. La aparición del surrealismo en la novela dará lugar a un tipo de relato irracional y absurdo. Una novela con estas pretensiones es una novela intelectual e irá acentuando la importancia del lenguaje y del juego de perspectiva sobre los aspectos argumentales. En este camino a las vanguardias tendrá gran importancia Ramón Gómez de la Serna con las greguerías.
El término vanguardia nace en torno a la Guerra de 1914 y tiene connotaciones bélicas. Con él se ponía rebeldía contra el arte anquilosado de la época. Por primera vez se niega tajantemente la tradición realista; empieza a caer en descrédito el concepto de mímesis aristotélica.
La primera etapa de la vanguardia persigue las formas puras desvinculadas de significados obvios. A partir de 1929 tenemos una vanguardia comprometida y angustiada. Cuando hablamos de los –ismos hablamos de los sufijos de los movimientos artísticos, a partir de los cuales se formaron a través de un manifiesto. Abarcaron diversas manifestaciones artísticas, de hecho algunos solo se aplican a las artes plásticas, otros a las musicales y otros a las literarias.
El primero de los –ismos de mayor relieve es el futurismo, con Marinetti. Los aspectos que conforman el futurismo: el belicismo, el nacionalismo, el anarquismo o el machismo. Proclama la belleza de las nuevas realidades como las máquinas, los rascacielos, la industria o las masas. Se contrapone al ideal de serenidad y equilibrio oponiendo la velocidad, el dinamismo y la violencia; y siempre combinó una exaltación vitalista de la sensualidad con la idolatría de la técnica.
Es una manifestación de las artes plásticas. La primera obra de Picasso, “Las señoritas de Avignon”. El problema es que en la literatura no se pueden utilizar los mismos elementos que en la pintura.
Apollinaire es el nexo más representativo entre la pintura y la literatura, fue el primero que empezó a poner en circulación elementos característicos de la vanguardia como la yuxtaposición de distintos planos en el poema a modo de collage o el desprecio por la verosimilitud.
Es más tardío, 1916. Estuvo caracterizado por un humor que venía a romper la coherencia de discurso y venía a abrir la puerta de lo absurdo. Son una especie de asociaciones disparatadas cuya única finalidad es provocar la hilaridad. En el fondo también se percibe una sensación de angustia y desazón. El intento principal del dadaísmo fue destruir con una actitud burlesca todos los agarraderos de la cultura.
En el ámbito hispánico hubo dos movimientos autóctonos que son el creacionismo y el ultraísmo. Estos dos movimientos tienen en común el hecho de que se ponen en contra de todo lo sentimental y rechazan la subjetividad y la expresión de las sensaciones y las emociones íntimas. También desprecian todos los temas literarios como el amor, la muerte o la religión.
El creacionismo se produce en 1918 cuando llega a España el poeta chileno Vicente Huidobro. Este defendía totalmente el arte nuevo. La imagen deja de ser un mero soporte de la poesía y ahora pasa a ser poesía sustantiva por sí misma; se acentúan las posibilidades connotativas de la palabra. Los poetas creacionistas españoles más destacados fueron Juan Larrea y Gerardo Diego.
El ultraísmo, por su parte, posee influencias de Ramón Gómez de la Serna y del futurismo y el dadaísmo. Uno de los poetas más reconocidos en esta corriente es Rafael Cansinos Asens. Los poemas ultraístas eliminan la anécdota, lo narrativo, rompen el discurso lógico y dan más importancia a creaciones fragmentarias. Persiguen captar la realidad a través de imágenes ilógicas, chocantes y desmesuradas que estarán ligadas al mundo del cine, los deportes y de los adelantos técnicos. Otra innovación del ultraísmo es la eliminación total de la rima y la tendencia al uso de caligramas. Vemos un vocabulario caracterizado por los neologismos y las palabras esdrújulas.
Jorge Guillén reconoce que el ultraísmo es un movimiento fracasado, pero que alimentó una de las más intensas generaciones de la literatura española: la del 27.