Portada » Geografía » Las figuras muestran la estructura de la población por edad y sexo de la población espanola en 1900 y en 2001
La pirámide de población es un gráfico de barras que
muestra la estructura demográfica por sexo y edad de la población española en
el año 2008. Además, refleja en su perfil los sucesos que han tenido
repercusiones demográficas en los últimos cien años.
Como es habitual, nacen más
varones que mujeres (la barra de los 0-4 años es más larga del lado de los
varones). La superioridad numérica masculina se mantiene hasta los 50-54 años,
y a partir de entonces predominan las mujeres, de modo que al final, los efectivos
de las ancianas son considerablemente superiores a los de los ancianos.
Las causas de esta situación están relacionadas con la
mayor esperanza de vida de las mujeres. Estas tienen más fortaleza
biológica por motivos hormonales e inmunológicos; han reducido
considerablemente la mortalidad en el parto y posparto
(nacimientos en clínicas, progresos de la medicina); y hasta épocas recientes
han tenido un estilo de vida con menor exposición a los factores de
riesgo de muerte. En cambio, los hombres han tenido tradicionalmente una participación
más directa en las guerras; trabajos más duros, con mayor desgaste físico y
probabilidad de accidentes; incidencia más alta de hábitos nocivos en
exceso como el alcohol y el tabaco; hábitos alimentarios y de vida más
desordenados; y menor cuidado por su salud.
La estructura por edad se deduce de la forma
de urna de la pirámide. La base es estrecha, debido al bajo
porcentaje de jóvenes y se remete desde hace treinta años (a pesar de
la ligera recuperación de los últimos cinco años), indicando una
natalidad baja y en descenso. En cambio, la longitud de las barras de los
ancianos muestra un importante volumen de población de 65 años y más,
indicativo de una elevada esperanza de vida.
Las causas del
envejecimiento de la población han sido, por tanto, el descenso de la
natalidad y el aumento de la esperanza de vida.
Las causas del
descenso de la natalidad, causante del envejecimiento vegetativo por la
base de la pirámide, se han debido a numerosos motivos. La situación económica
ha retrasado la edad del matrimonio, debido primero a la crisis de 1975, que
ocasionó un grave aumento del paro; y luego, a la precarización de los
contratos laborales y al alto precio de compra y alquiler de viviendas, que dificultan
la emancipación de los jóvenes, prolongando su período de formación y
permanencia con los padres. Además, los cambios sociales en cuanto a mentalidad
y valores a partir de la transición a la democracia (1975) han colaborado al
descenso de la natalidad.
Ha disminuido la
influencia religiosa; se han despenalizado y difundido los anticonceptivos; y
se ha legalizado el aborto en ciertos supuestos. Las mujeres se han incorporado
de forma creciente al trabajo fuera del hogar y retrasan la maternidad hasta
consolidar su situación laboral, de modo que la mayoría de los nacimientos se
producen en el grupo de los 30-34 años; y muchas tienen dificultades para
conciliar la vida familiar y laboral, ante la escasez de guarderías a precios
asequibles y el mantenimiento de comportamientos
sexistas en el reparto de tareas domésticas y en el cuidado de los hijos. Estos
ya no se consideran como seguro de vejez de los padres, ante el progreso de la
protección social, sino que se aprecia su formación y bienestar, por lo que se
prefiere tener menos y atenderlos mejor. Además, los gastos que ocasionan y la
dedicación que requieren compiten con el deseo de los padres de disponer de más
ingresos para el consumo y de más tiempo libre para el ocio. Por otra parte,
han ganado importancia las relaciones de pareja sobre las reproductoras y de
cuidado de los hijos; y han surgido formas familiares distintas del matrimonio
y menos prolíficas (cohabitación, hogares monoparentales de divorciados,
maternidad en solitario).
Las causas del aumento de la
esperanza de vida, causante del envejecimiento por la cima de la pirámide,
se ha debido al incremento del nivel de vida (mejora de alimentación y del
nivel educativo y cultural, que favorece la prevención y el abandono de
costumbres nocivas para la salud); los avances médicos y sanitarios; y la
extensión de la sanidad pública.
Las consecuencias del envejecimiento
afectan a la actividad económica y al gasto en pensiones, sanidad y cuidados
para los ancianos.La desaceleración económica se debe a que
el envejecimiento reduce la población activa y la capacidad de innovación. Para
evitarlo, se fomenta la incorporación al trabajo de los jóvenes y mujeres y se
recurre a la inmigración.La elevación del gasto en pensiones
procede de que su financiación no depende de las cotizaciones efectuadas por
las personas jubiladas durante su etapa laboral, sino de las que realizan los
trabajadores en activo en cada momento. Por tanto, el incremento del número de
pensionistas y la reducción de los activos implica la elevación del coste de
las pensiones.
Frente a este problema, la OCDE recomienda
retrasar la edad de la jubilación, eliminar las prejubilaciones y fomentar los
fondos de pensiones.El incremento del gasto sanitario deriva
de que los ancianos consumen más medicamentos, visitas médicas y estancias
hospitalarias. Frente a este problema se fomentan la prevención y un uso más
racional de los recursos sanitarios.
Los cuidados y atenciones a la población
anciana suponen un aumento de las cargas familiares; un incremento de la
demanda de residencias públicas y privadas, que actualmente son insuficientes;
y la necesidad de planear para ellos actividades que les permitan distraerse y
sentirse útiles. Estos problemas requieren fomentar los apoyos que permitan a
los mayores permanecer el mayor tiempo posible en sus domicilios; implantar
servicios de apoyo y “respiro” a las familias que conviven con los ancianos; e
impulsar la creación de residencias.