Portada » Historia » Las cortes de cadiz y la constitucion de 1812 selectividad
El origen del conflicto se remonta al reinado de Fernando VII, cuando los más radicales absolutistas forman un grupo en torno a Don Carlos, hermano de Fernando, puesto que el monarca, no había tenido hijos. En 1829 Fernando VII se casa con su cuarta mujer, Mª Cristina de Nápoles. El año siguiente, 1830, la reina dio a luz una niña, Isabel. Antes de la muerte de Fernando VII en 1833, se desencadena una lucha entre los partidarios de Don Carlos y los de Mª Cristina y su hija Isabel. Puesto que los partidarios de Don Carlos estaban ya bien definidos (absolutistas radicales) a la reina no le queda otro remedio que buscar apoyos entre los liberales más moderados.
El conflicto se justificaba por la sucesión al trono. Las leyes de Partidas, vigentes en Castilla durante la Edad Media, permitían el acceso al trono a las mujeres, pero fueron derogadas por la ley Sálica con la llegada de los Borbones a España en el siglo XVIIII. Sin embargo habían sido puestas de nuevo en vigor por Carlos IV en 1789 mediante una Pragmática Sanción, votada en Cortes, pero no publicada, lo que le impedía entrar en vigor. Esta situación hizo que tanto los partidarios de Carlos como los de Isabel se consideraran con legítimos derechos. Fernando publicó la Pragmática Sanción pero eso no hizo que el partido carlista lo dejaran. En 1833, a la muerte del rey, Isabel era reconocida como heredera. Los carlistas no aceptaron la situación y para defender sus pretensiones desencadenaron una guerra civil.
El carlismo pretendía una vuelta al Antiguo Régimen, al control del Estado por parte de una aristocracia que acaparaba los altos cargos políticos, eclesiásticos y militares y al control del pensamiento por parte de la Iglesia. El gobierno de Fernando VII había sido para ellos una decepción pues había continuado en la línea de los déspotas ilustrados. La Iglesia apoyo al carlismo como forma de evitar la pérdida de su poder.
Por otro lado estaba el problema de los fueros. Tras la Guerra de Sucesión, con los Decretos de Nueva Planta tanto Aragón como Cataluña habían perdido sus fueros. El carlismo, al apoyar la restauración de los fueros, triunfó en aquellas zonas donde existía una preocupación por la cuestión por esto, especialmente en las zonas rurales, donde mayor era el descontento con las nuevas formas de vida que iban apareciendo en las ciudades ligadas a la industria y al comercio. Por su carácter rural, el carlismo no pudo conseguir el apoyo de las clases ilustradas que veían en el liberalismo un sistema político más apropiado así que la mayoría de las ciudades eran liberales (Bilbao, San Sebastián, Pamplona y Vitoria).
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
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La insurrección se desarrolló principalmente en el Norte. Los carlistas intentaron provocar una insurrección general del país. Al no lograrlo, se inició la guerra civil. El gobierno isabelino, carente de recursos, no fue capaz de enviar un ejército bien equipado al norte con rapidez. El retraso en el envío de tropas permitió al dirigente carlista, Zumalacárregui, adiestrar un ejército de 20.000 hombres. Cuando las tropas isabelinas llegaron se vieron acosadas por constantes emboscadas sin conseguir un enfrentamiento en campo abierto.
Animado por esos éxitos, Carlos le ordenó en 1835 tomar Bilbao, a pesar de la opinión contraria de Zumalacárregui. La operación comenzó con éxito, venciendo al general Espartero, pero poco después Zumalacárregui era alcanzado por una bala enemiga muriendo días después, lo que dejo a los carlistas sin su mejor general. Bilbao fue levantado y durante los dos años siguientes la guerra se mantuvo en una situación de equilibrio entre los dos bandos.
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los carlistas organizaron incursiones fuera de los dos núcleos que controlaban, como la Expedición de Gómez y La Expedición Real de 1837, que fue un fracaso: el ejército carlista cruzó Cataluña y Valencia llegando a Madrid, pero ante la falta de los efectivos para atacar la capital dieron la vuelta y retrocedieron a su base del Norte, convirtiéndose el general Espartero en un ídolo popular.
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En 1838 el general Espartero, del ejército liberal, recibió los recursos para contar con un ejército numeroso, iniciando una nueva campaña en el Norte. Mientras, en el bando carlista la situación se había ido haciendo más difícil debido a los enfrentamientos entre los propios dirigentes. Don Carlos había dado a Maroto el mando supremo de la región Norte. En febrero de 1839 se desencadenó una crisis entre Maroto y un grupo de militares de la facción más absolutista, que acabó con el fusilamiento de seis de ellos. Maroto recibió el apoyo de sus hombres pero no el de Don Carlos. Finalmente, cansado por la incapacidad del pretendiente, inició las negociaciones de paz con Espartero.
Finalmente, el 29 de agosto de 1839, Maroto firmó el Convenio de Vergara que reconocía a Isabel como reina legítima.
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Navarra, donde la cuestión foral era secundaria, no aceptó este acuerdo, y se convirtió en el centro de la resistencia, pero, cuando los vascos renunciaron, Navarra no pudo seguir luchando sola.
El carlismo siguió conservando fuerzas en las provincias vascas y en Navarra, y solo en algunos momentos de crisis volverá a resurgir, en la Segunda y Tercera Guerras Carlistas: en 1846 en Cataluña, cuando cumple Isabel su mayoría de edad, al fracasar el proyecto de unir en matrimonio a la reina con el heredero de Don Carlos, y tras la revolución del 68 y la salida de España de Isabel II, que terminó con el regreso de Alfonso XII en 1875.
Durante el reinado de su hija, Isabel II, se produjo el paso definitivo del Antiguo Régimen al liberalismo burgués, con una monarquía constitucional inspirada en los principios del liberalismo político.
Transcurre bajo dos regencias, primero la de la reina María Cristina, su madre, (1833-1840) y después la del general Baldomero Espartero (1840-1843).
Estuvo protagonizada por monárquicos reformistas influenciados en el reinado anterior y por liberales moderados, veteranos de la época del Trienio Liberal que había regresado del exilio gracias a la amnistía concedida por el Gobierno.
– El texto jurídico fundamental de esta época fue el Estatuto Real, una “tercera vía” entre el liberalismo y el absolutismo.
– Se realizaron algunas reformas, como el diseño de una división territorial en provincias, similar a la existente en la actualidad, la liberalización del comercio, la industria y los transportes.
El régimen de la etapa de transición fracasó debido a su intento de reconciliar el absolutismo y el liberalismo.
Los gobiernos impulsaron la ruptura con el Antiguo Régimen. Las características principales de esta fase fueron las siguientes:
– La figura política más representativa fue Juan Álvarez de Mendizábal, un liberal que ya había destacado durante el Trienio Liberal. Su cese en el Gobierno provocó un pronunciamiento militar, el de los sargentos de La Granja de San Ildefonso, donde se encontraba la reina regente. Esta sublevación resultó definitiva para la consolidación de los progresistas y la ruptura con el Antiguo Régimen, ya que obligó a reimplantar la Constitución de 1812, que poco después fue reformada. Nació así otro texto nuevo, la Constitución de 1837, mucho más breve y más moderada.
– Se retomaron las medidas desamortizadoras del Trienio Liberal.
El general Espartero, convertido en un héroe popular, desplazó a la reina María Cristina. Se impulsó así un régimen de liberalismo autoritario apoyado en el ejército. Retomaron las leyes de Mendizábal que no habían podido aplicarse, como la desamortización de los bienes del clero regular (desde 1841) o la abolición del diezmo.
En política comercial, Espartero intentó firmar un acuerdo de librecambio con Reino Unido, lo cual le granjeó dos nuevas enemistades, por un lado, de Francia, donde se habían refugiado la reina María Cristina, y por otro, de la industria textil catalana, que reivindicaba un mayor proteccionismo de sus productos, que se enfrentaron abiertamente al Gobierno en una revuelta urbana que tuvo lugar en Barcelona en 1842.
Finalmente, todos los elementos de la oposición convergieron en una insurrección general, civil y militar que tuvo lugar en 1843.
Se procedió a la auténtica construcción del nuevo Estado liberal En 1843 se inició una revuelta militar encabezada por Narváez que hizo caer al gobierno de Espartero. Las Cortes para evitar una nueva regencia, adelantaron la mayoría de edad de Isabel II, que de esta forma fue coronada reina a los trece años.
En 1844, formó Gobierno el general Narváez.
– La estabilidad política: Las Cortes fueron suspendidas a menudo, se produjo un continuo falseamiento electoral. El pensamiento moderado consideraba que las reformas en España ya estaban concluidas y se mostraba, además, temeroso de la revolución.
– La Constitución de 1845: promovieron la promulgación de una nueva ley fundamental, la Constitución de 1845, que reforzó los elementos conservadores, (se derroga la constitución de 1837). Establecía el catolicismo como religión oficial, limitaba el poder de la imprenta y aumentaba el poder legislativo y político de la Corona.
– La centralización administrativa y legislativa: Se adoptaron medidas de control por parte del Gobierno. Otra reforma para crear un Estado nacional centralizado fue la adopción de un único sistema de pesos y medidas, el métrico decimal. Se reguló la instrucción pública y se promulgó un nuevo Código Penal (1848). El Código Civil quedó en proyecto y no se aprobó hasta finales de siglo.
– El acercamiento a la Iglesia católica: Los moderados suspendieron la venta de bienes nacionales. Se firmó, además, un Concordato (1851), por el cual el Estado se comprometía a reservar una parte de su presupuesto (dotación del culto y clero) para hacer frente a los gastos eclesiásticos.
– El fin de Década moderada: El autoritarismo de los gobiernos moderados se fue incrementando. Por esta razón, a la oposición de los carlistas y de los progresistas se unió el sector izquierdista de los moderados. Demócratas y progresistas protagonizaron insurrecciones en Madrid y Sevilla en 1848.
La revolución más importante de este periodo fue la de 1854, provocada por los moderados izquierdistas y protagonizado por las tropas del general O’Donnell, cuyo propósito era derribar al Gobierno. La sublevación se inició en Vicálvaro (Madrid). Los insurrectos tuvieron que huir hacia el sur y proclamaron el Manifiesto de Manzanares que solicitaba la reforma de las leyes electorales y de imprenta, la descentralización del poder estatal y el restablecimiento de la Milicia Nacional. La proclama surtió efecto, y la sublevación comenzó a extenderse por las grandes ciudades. Ante esto, Isabel II encargó al general Espartero la formación de un nuevo Gobierno al frente de los progresistas. En esta época se hace una constitución en 11856, que no es aprobada y se crean tres leyes económicas, la bancaria, la ferroviaria y la de desamortización
Se produjo la alternancia en el Gobierno de dos fuerzas políticas, los moderados, dirigidos por Narváez y la Unión Liberal, un nuevo partido creado y liderado por O’Donnell. Este gobierno se benefició de una época de buenas cosechas y de expansión comercial. También se inició una activa política exterior y fue uno de los más largos
Paralelamente se desarrollaba el partido demócrata y aparecía el republicanismo, al tiempo que se creaban las primeras organizaciones obreras. Tras la destitución de los profesores universitarios republicanos Castelar y Sanz del Río, y las protestas estudiantiles, el ejército actuó con gran violencia (Noche de San Daniel). Hubo nuevos pronunciamientos progresistas que llevaron a una dura represión y los fusilamientos del cuartel de San Gil.
– La economía: insistencia en el progreso económico como objetivo supremo de la política. Por esta razón se incrementaron las inversiones públicas.
– La política exterior: se trabajó por restablecer el prestigio de España y restaurar su papel como potencia internacional. La intervención militar más importante tuvo como escenario Marruecos (1859-1860). El pretexto fue la defensa de Ceuta y Melilla de los ataques de las tribus rifeñas. También se intervino en Indochina y México.
– La política interior: La actuación del Gobierno se fundamentó en los principios moderados de la Constitución de 1845; no obstante, volvió a fracasar en el intento de lograr la alternancia pacífica en el poder de los distintos grupos liberales. Prosiguieron las insurrecciones de los grupos que se consideraban marginados del poder, como los progresistas, que comenzaron a colaborar con los demócratas. Las distintas fuerzas de oposición promovieron desde el exilio un acuerdo de actuación, el Pacto de Ostende.
El sistema moderado evolucionó en un autoritarismo que eliminó todas las libertades, creando una gran insatisfacción, sumando la crisis que había y los pactos de Ostende.
El sexenio democrático constituyó el primer intento de establecer en España una democracia basada en el sufragio general masculino. Se abordaron nuevas formas políticas y sociales para integrar a las masas populares en el nuevo estado nacional.
El origen del Sexenio
Democrático fue la Revolución de septiembre de 1868, conocida como la Gloriosa. Se inició́ en Cádiz con un pronunciamiento militar dirigido por los generales Prim y Serrano, líderes de los progresistas y unionistas, y a ellos se unió́ el almirante Topete. El manifiesto de los sublevados se titulaba “Viva España con honra” y proponía un gobierno provisional y la instauración del sufragio universal. La insurrección se propagó por numerosas ciudades españolas y obtuvo un gran apoyo popular. Las tropas leales a la reina fueron derrotadas por las del general Serrano en la batalla del Puente de Alcolea (Córdoba) e Isabel II huyó a Francia.
Gobierno provisional: se formó un Gobierno provisional que debía promover la convocatoria de unas Cortes Constituyentes. Del gobierno provisional estaban excluidos, los demócratas, que tenían una gran influencia en las juntas revolucionarias de las ciudades, desde las que se reclamaba la implantación de derechos democráticos y la supresión de los impopulares consumos y quintas. El doble poder disolvió́ las juntas y sus grupos de voluntarios armados. A cambio, el Gobierno procedió́ a cumplir la mayor parte del programa demócrata con la única excepción del asunto de las quintas. Esto provocó la escisión del Partido Demócrata en dos facciones: los llamados “cimbreos” y los republicanos.
Cortes constituyentes: El Gobierno provisional convocó elecciones (las primeras que se celebraban en España con sufragio universal directo masculino) a Cortes Constituyentes en enero de 1869. Las fuerzas políticas en las cortes:
La constitución de 1869: la regencia de serrano: La tarea fundamental de las Cortes fue elaborar la Constitución de 1869, la más liberal de todas las aprobadas hasta entonces. Una vez aprobada la Constitución y hasta que se encontrara un nuevo monarca que ocupara el trono español, fue nombrado regente el general Serrano. El nuevo Gobierno tuvo que afrontar una serie de graves problemas.
Insurrecciones populares y republicanas: Muchos trabajadores identificaban el término “Republica” con cambios estructurales profundos. A sus reivindicaciones se unieron las del partido republicano federal. Como consecuencia no tardaron en estallar sublevaciones republicanas en Cádiz, Málaga y Jerez. A estos conflictos se añadieron los motines de subsistencia, promovidos contra las quintas y las primeras huelgas industriales organizadas.
Problemas de la hacienda: Laureano Figuerola, ministro de Hacienda, intensificó las medidas liberalizadoras del Bienio Progresista: estableció́ la peseta como única moneda nacional y aplicó los principios del liberalismo al intercambio comercial exterior, rebajando los aranceles aduaneros mediante el llamado Arancel Figuerola. Figuerola, sin embargo, no emprendió́ ninguna reforma fiscal, por lo que el volumen de la deuda pública no se redujo.
La Guerra de Cuba: Duró una década (1868-1878) y se inició́ como una sublevación de la minoría independentista de la isla de Cuba, liderada por Carlos Manuel de Céspedes. La insurrección (conocida como “Grito de Yara”) estalló en Yara, en octubre de 1868. El conflicto consistió́ en el hostigamiento, mediante guerrillas, de las tropas peninsulares. La guerra finalizó con la Paz de Zanjón (1878).
La búsqueda de un rey: Para ocupar el trono español se pensó́ en distintos candidatos, incluso el propio Espartero. Finalmente, el candidato elegido fue Amadeo, de la casa italiana de Saboya, hijo del rey de la recién unificada Italia, Víctor Manuel II. Cuando el nuevo rey, Amadeo I, desembarcó en España, su principal valedor político, Prim, acaba de ser asesinado en Madrid.
La monarquía de Amadeo I: su reinado dura desde enero de 1871 a febrero de 1873. Fue considerado un intruso por los partidarios de los borbones. También tuvo el rechazo de los republicanos. Además tuvo que hacer frente a la Guerra de Cuba y a la tercera Guerra carlista. Tras la muerte de Prim la rivalidad en el partido progresista se encarnó en los dos herederos políticos: Mateo Sagasta, del partido constitucionalista y Ruiz Zorrilla del partido radical. Estos políticos disolvían las cortes y convocaban elecciones. En febrero de 1873, Amadeo, falto de respaldo decide abdicar. El establecimiento de la Republica se convirtió́, por tanto, en una solución de urgencia.
La primera República: La República (1873-1874) fue proclamada por las dos cámaras legislativas reunidas el 11 de febrero de 1873. En principio, se prescindió́ del procedimiento habitual de convocar unas Cortes constituyentes y se formó́ un Gobierno, presidido por el republicano Estanislao Figueras.
Los republicanos, sin embargo, deseaban convocar elecciones para reunir unas Cortes constituyentes; los radicales, para evitarlo, promovieron dos golpes de Estado con la ayuda del ejército (febrero y abril de 1873).
En mayo, finalmente, se celebraron elecciones, y el nuevo Gobierno, presidido por Francisco Pi y Margall, inició el proceso de elaboración de una Constitución, que se plasmó́ en un proyecto constitucional (1873). Sin embargo, la nueva república federal, creada desde el poder, fue desbordada por su izquierda: por una parte, por los propios republicanos intransigentes; por otra, por movimientos sociales.
Los republicanos intransigentes impulsaron, a partir del verano de 1873, un movimiento federalista que pretendía establecer de manera inmediata la estructura federal. Este movimiento fue conocido como cantonalismo porque se formaron cantones (municipios autónomos). El cantonalismo, con algunas excepciones, fue una revolución protagonizada por una clase media urbana radicalizada con participación de trabajadores de las ciudades. Para sofocar el cantonalismo, la república dio un giro a la derecha apoyándose en el Ejército. En esta etapa, los presidentes del Gobierno fueron Nicolás Salmerón y Emilio Castelar.
Castelar gobernó́ de forma autoritaria disolviendo incluso las Cortes; en enero de 1874, los republicanos presionaron a Castelar y le obligaron a reabrirlas, forzándole a dimitir. Sin embargo, la sesión de las Cortes fue interrumpida por el general Pavía, que entró en el edificio con fuerzas de la Guardia Civil y las disolvió́ sin apenas resistencia.
La república autoritaria (enero –diciembre de 1874): El año 1874 fue un periodo de transición entre la Primera república y la Restauración de los Borbones en 1874. En esta etapa, el poder pasó a manos del general Serrano. Formalmente continuaba existiendo un régimen republicano, pero sin Constitución en vigor: la de 1873 no se aprobó́ y la de 1869 estaba en suspenso, lo mismo que las Cortes, que se clausuraron indefinidamente.
Por su parte, Serrano formó un Gobierno de concentración presidido por él, con el apoyo de radicales, conservadores y republicanos unitarios. Bajo su mandato, el cantonalismo fue sometido. Por su parte, Antonio Cánovas, que se negó́ a participar en los gobiernos del final de la Primera república, intentaba promover el regreso de los Borbones con el príncipe Alfonso, hijo de Isabel II.
Finalmente, otro pronunciamiento militar (29 de diciembre de 1874), ocurrido en Sagunto y protagonizado por el general Martínez Campos, acabó con el Sexenio Revolucionario e impuso la Restauración de la Monarquía.
La monarquía de Amadeo I: su reinado dura desde enero de 1871 a febrero de 1873. Fue considerado un intruso por los partidarios de los borbones. También tuvo el rechazo de los republicanos. Además tuvo que hacer frente a la Guerra de Cuba y a la tercera Guerra carlista. Tras la muerte de Prim la rivalidad en el partido progresista se encarnó en los dos herederos políticos: Mateo Sagasta, del partido constitucionalista y Ruiz Zorrilla del partido radical. Estos políticos disolvían las cortes y convocaban elecciones. En febrero de 1873, Amadeo, falto de respaldo decide abdicar. El establecimiento de la Republica se convirtió́, por tanto, en una solución de urgencia.
La primera República: La República (1873-1874) fue proclamada por las dos cámaras legislativas reunidas el 11 de febrero de 1873. En principio, se prescindió́ del procedimiento habitual de convocar unas Cortes constituyentes y se formó́ un Gobierno, presidido por el republicano Estanislao Figueras.
Los republicanos, sin embargo, deseaban convocar elecciones para reunir unas Cortes constituyentes; los radicales, para evitarlo, promovieron dos golpes de Estado con la ayuda del ejército (febrero y abril de 1873).
En mayo, finalmente, se celebraron elecciones, y el nuevo Gobierno, presidido por Francisco Pi y Margall, inició el proceso de elaboración de una Constitución, que se plasmó́ en un proyecto constitucional (1873). Sin embargo, la nueva república federal, creada desde el poder, fue desbordada por su izquierda: por una parte, por los propios republicanos intransigentes; por otra, por movimientos sociales.
Los republicanos intransigentes impulsaron, a partir del verano de 1873, un movimiento federalista que pretendía establecer de manera inmediata la estructura federal. Este movimiento fue conocido como cantonalismo porque se formaron cantones (municipios autónomos). El cantonalismo, con algunas excepciones, fue una revolución protagonizada por una clase media urbana radicalizada con participación de trabajadores de las ciudades. Para sofocar el cantonalismo, la república dio un giro a la derecha apoyándose en el Ejército. En esta etapa, los presidentes del Gobierno fueron Nicolás Salmerón y Emilio Castelar.
Castelar gobernó́ de forma autoritaria disolviendo incluso las Cortes; en enero de 1874, los republicanos presionaron a Castelar y le obligaron a reabrirlas, forzándole a dimitir. Sin embargo, la sesión de las Cortes fue interrumpida por el general Pavía, que entró en el edificio con fuerzas de la Guardia Civil y las disolvió́ sin apenas resistencia.
La república autoritaria (enero –diciembre de 1874): El año 1874 fue un periodo de transición entre la Primera república y la Restauración de los Borbones en 1874. En esta etapa, el poder pasó a manos del general Serrano. Formalmente continuaba existiendo un régimen republicano, pero sin Constitución en vigor: la de 1873 no se aprobó́ y la de 1869 estaba en suspenso, lo mismo que las Cortes, que se clausuraron indefinidamente.
Por su parte, Serrano formó un Gobierno de concentración presidido por él, con el apoyo de radicales, conservadores y republicanos unitarios. Bajo su mandato, el cantonalismo fue sometido. Por su parte, Antonio Cánovas, que se negó́ a participar en los gobiernos del final de la Primera república, intentaba promover el regreso de los Borbones con el príncipe Alfonso, hijo de Isabel II.
Finalmente, otro pronunciamiento militar (29 de diciembre de 1874), ocurrido en Sagunto y protagonizado por el general Martínez Campos, acabó con el Sexenio Revolucionario e impuso la Restauración de la Monarquía.
La inestabilidad del periodo anterior provocó el fracaso de la I república, que despertó el deseo de la creación de una restauración monárquica.
Los partidarios de la restauración borbónica habían emprendido una labor diplomática con el fin de lograr apoyos internacionales para el hijo de Isabel II, Alfonso XII, frente a otros posibles candidatos. El principal defensor de la candidatura del príncipe fue Cánovas del Castillo. Para ello había hecho firmar a Alfonso el Manifiesto de Sandhurst en el que exponía al pueblo español sus propósitos conciliadores. Sin embargo y en contra del parecer de Cánovas, el 29 de diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, tras un pronunciamiento en Sagunto, la monarquía borbónica había sido restaurada mediante un golpe militar.
En enero de 1875 Alfonso XII llega a España iniciándose la Restauración, periodo que se extiende hasta 1902 en que su hijo, Alfonso XIII, alcanza la mayoría de edad.
Al régimen político de la Restauración se le denomina Sistema Canovistaya que fue Cánovas del Castillo su creador tomando como modelo el sistema británico: consistía en monarquía parlamentaria en la que dos partidos se turnarían pacíficamente en el poder. Sin embargo, este fue un falso régimen parlamentario ya que los dos partidos, solo representaban los intereses de la burguesía, quedando los demás grupos fuera del juego político. El resto de los partidos (republicanos, socialistas o nacionalistas) formaban la oposición al sistema.
Había que excluir a los militares de la actividad política, aunque se tenían que apoyar en estos por la Tercera Guerra Carlista y la Guerra de Cuba, consiguiendo con ambas la paz.
Este sistema fue regulado por la Constitución de 1876.
En general mantiene el carácter de la constitución moderada de 1845 pero incluyendo algunos avances de la de 1869. Pero lo más característico de ella es su carácter ambiguo, que deja la regulación de muchas cuestiones fundamentales a decretos posteriores, pues Cánovas quería evitar que cada cambio de gobierno supusiera un cambio constitucional.
– El ejecutivo quedaba en manos del rey, que nombra sus ministros al margen de las mayorías parlamentarias.
– El legislativo quedaba en manos de unas cortes bicamerales. El Senado se forma con miembros designados por el Rey, por lo que no había una autentica separación de poderes.
– El judicial queda en manos de los jueces. La declaración de Derechos es ambigua pues en general los derechos se regulan por decretos posteriores.
– Los derechos sociales tardan en reconocerse pero en 1883 Sagasta elabora la ley de asociaciones lo que permite la organización del movimiento sindical.
– La libertad de expresión, opinión, imprenta, cátedra…se va a mantener con más o menos limitaciones según los momentos.
– No se permite el culto público de los no católicos.
Se crearon dos partidos:
– El Partido Conservador: Fue creado por el propio Cánovas y después llevado por Francisco Solvela. Integraba a los miembros del antiguo partido moderado y de la Unión Liberal. Partidario de una monarquía parlamentaria que fuera controlada por una oligarquía financiera (sufragio restringido), con libertades limitadas (prensa, asociación, cátedra), apoyo a la iglesia y un proteccionismo económico.
– El Partido Liberal: Lo forma Sagasta. Difería muy poco del conservador, ya que representaba los intereses de la misma clase social, la burguesía, aunque su base social era más amplia. Defendían la soberanía nacional, el sufragio universal, unas libertades más amplias, incluida la de asociación y culto, eran anticlericales y defendían el librecambismo. Aceptó la Constitución de 1876.
Una vez acordado el cambio de gobierno, se convocaban elecciones y se amañaban para que arrojaran resultados favorables al nuevo partido era la práctica del caciquismo.
Los dos partidos tenían su propia red organizada para asegurarse los resultados electorales adecuados.
Cuando un partido consideraba que le había llegado el turno de gobernar, lo pactaba con el otro partido y con el rey. El rey, entonces disolvía las Cortes y convocaba elecciones. Desde Madrid los oligarcas transmitían instrucciones a los gobernadores civiles de cada provincia, estos elaboraban la lista de los candidatos que habían de salir elegidos en cada localidad y se lo comunicaban a los caciques locales que se encargaban de la manipulación directa de los resultados electorales.
El reinado de Alfonso XII, interrumpido por su temprana muerte a los 28 años de edad, representa la fase de consolidación del sistema canovista.
El gobierno lo ejerció básicamente el Partido Conservador. Durante el periodo se acabó con el tradicional protagonismo de los militares y con la práctica del pronunciamiento.
Tras la temprana muerte de Alfonso XII, María Cristina de Habsburgo, su viuda asumió la regencia hasta la mayoría de edad del futuro Alfonso XIII, del que estaba embarazada a la muerte de su esposo.
Esta etapa comenzó con un gobierno del Partido liberal de Sagasta que otorgó al sistema una orientación más progresista mediante la promulgación de una serie de leyes como la ley de Asociaciones, la ley de Jurado o la ley del Sufragio Universal.
A partir de 1890 Cánovas y Sagasta se turnaron en el poder. Pero en 1897 Cánovas murió víctima de un atentado y el régimen sufrió un duro golpe. Aunque la verdadera crisis se produjo a raíz de la pérdida de las últimas colonias españolas en 1898.
El régimen político de este periodo continúo siendo el ideado por Cánovas del Castillo tomando como modelo el sistema británico.
Los carlistas: estaban a la derecha del sistema, y se dividió en dos grupos, los que rechazaban el régimen y no participaban en él, y los que creían que había que luchar desde dentro de él.
Los republicanos: se encontraban en la izquierda y estaban muy desunidos tras el sexenio democrático. El líder de los posibilistas era Castelar, y el grupo encabezado por Zorrilla organizó un pronunciamiento militar que fracasó. Por otro lado, Salmerón y Pi i Margall estaban divididos por su concepción de la república
a la oposición se unieron los regionalismos y nacionalismos.
Nacionalismo político catalán: Su primer impulsor fue Valenti Almirall, procedente del partido republicano federal de Pi y Margal. Pretendía agrupar a todos aquel os que, independientemente de sus tendencias políticas, propugnaban la autonomía catalana y el desarrollo de la cultura catalana (Renaixença). El movimiento político pronto va a escindirse en dos grandes corrientes una conservadora cuyo partido más representativo fue La Lliga, y otra republicana y revolucionaria, cuyo partido más representativo será Esquerra Republicana (fundada en 1931).
Nacionalismo político vasco:fue más tardío y hasta la II República fue muy minoritario. En 1895 Sabino Arana fundó el partido nacionalista vasco (PNV), muy conservador en sus planteamientos, y que partía de la reivindicación foral y del catolicismo más radical (“Dios y Leyes Viejas”). Era independentista y no se planteaba una forma de gobierno pues buscaba el mantenimiento de la raza y la nación vasca en cuanto a lengua, tradiciones, cultura. Desde el desastre de 1998 el aparente equilibrio político, ideado por Cánovas, se vio ensombrecido por la emergencia política y social de las organizaciones obreras, el republicanismo y el ascenso del nacionalismo.
Durante el reinado de Fernando VII la mayor parte de las colonias españolas en América habían obtenido la independencia formándose una serie de repúblicas independientes gobernadas por los criollos. Tras el movimiento independentista España solo poseía como colonias en América las islas de Cuba y Puerto Rico, que junto con las Filipinas en Asia, constituían los últimos restos del gran Imperio Español. En 1823 el presidente norteamericano Monroe había respaldado este movimiento de independencia en un famoso discurso donde, mediante la frase “América para los americanos”.
Desde mediados del siglo XIX la economía cubana tenía mayores relaciones comerciales con EEUU. Existía en la isla un movimiento de liberalización económica y una mayor autonomía en lo político. El estallido de la Revolución en España alentó este movimiento. Pero los españoles residentes en la isla, que se beneficiaban de la situación de monopolio, se negaban a aceptar cualquier medida liberalizadora y exigían a Madrid una política más dura. El conflicto degeneró en una guerra de diez años, la llamada Guerra Grande (1868-78) que concluyó con la Paz de Zanjón (1878) firmada por el general Martínez Campos tras conseguir la pacificación de la isla.
Algunos líderes del independentismo, como Maceo, rechazaron la Paz y siguieron trabajando por la independencia desde el exilio con el apoyo más o menos encubierto de Estados Unidos, pero la calma se mantuvo en Cuba hasta 1895.
Pero la paz solo fue una tregua porque en la isla la sociedad seguía estando dividida. Cualquier intento de reforma chocaba con los intereses de algún sector de la sociedad española: así Maura, ministro de Ultramar en 1892, presentó un proyecto de autonomía de Cuba y Puerto Rico que pusiera a los criollos de parte de España, pero el presidente del gobierno, Cánovas, presionado por los hombres del partido conservador, no saco adelante el proyecto.
Ante esta situación en 1895 la guerra vuelve a estallar. Estará dirigida por José Martí, líder del independentismo cubano. Tras su muerte en un enfrentamiento con los españoles ese mismo año, la guerra va a continuar dirigida por Gómez y Maceo. Estos van a optar por una táctica de guerrillas en las zonas rurales evitando el enfrentamiento con el ejército español, muy superior. Nuevamente fue enviado Martínez Campos a sofocar la rebelión, pero ante su fracaso fue sustituido por Weyler, que lleva a cabo una durísima represión que logra reducir la guerrilla.
Cánovas es asesinado y Sagasta asume el gobierno, el cual decide conceder la autonomía en Cuba. Es entonces cuando EEUU decide intervenir directamente en Cuba enviando al acorazado Maine para proteger los intereses de los residentes americanos. Cuando el Maine fue volado, se desato una violenta campaña de prensa a favor de una guerra con España. El presidente americano McKinley exigió a España la entrega de la isla. Ante la negativa de España Estados Unidos declaró finalmente la guerra en 1898.
En España tanto la opinión pública como la mayoría de los almirantes ignoraron el hecho de que la escuadra americana era muy superior a la española, y se lanzaron a esta guerra. El Almirante Cervera, encargado de dirigir la flota, denuncio públicamente este hecho, pero atacado de traidor, se dirigió a Cuba convencido de que la destrucción esperaba a la flota. La flota española era aniquilada en Santiago de Cuba, mientras tropas estadounidenses invadían Cuba y Puerto Rico. El otro escenario colonial fueron las Islas Filipinas, donde también habían aparecido movimientos de carácter independentista.
En Filipinas la escuadra fue destruida en una hora aunque la ciudad de Manila resistió unos meses. España, ante el desastre, pidió la paz. Por el Tratado de París España perdía Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que de forma más o menos velada, pasaron a depender de EEUU.
En el ámbito económico aunque se perdieron los mercados coloniales, la industria nacional se recuperó pronto. Pero en el ámbito ideológico el desastre supuso un terrible desencanto y levanto las voces de los regeneracionistas, corriente política que consideraba el sistema de la Restauración como un sistema viciado y enfermo. También el desencanto fue reflejado en la actitud pesimista de los intelectuales de la llamada generación del 98.