Portada » Historia » Las consecuencias de la Ley General de Ferrocarriles de 1855
La desamortización fue un largo proceso de transformación de las formas de propiedad del Antiguo Régimen iniciado en España a finales del Siglo XVIII por Godoy (1798) y que tendrá sus dos principales instrumentos en la desamortización eclesiástica de Mendizábal (1837) y la general de Madoz (1855). Consistíó en expropiar por parte del Estado las tierras y bienes en poder de las llamadas «manos muertas», casi siempre la Iglesia Católica y los municipios, para ponerlas en el mercado, mediante una subasta pública.
La desamortización se convirtió en la principal arma política con que los liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen para implantar el nuevo Estado burgués. No afectó a los bienes de la nobleza, que conservó su bienes o los acrecentó a través de medidas como la supresión de los mayorazgosy la abolición del régimen señorial
con Godoy, cuando la política belicista del gobierno y el consiguiente crecimiento brutal de la deuda pública obligaron al ministro a iniciar la desamortización. Durante la Guerra de la Independencia tanto el gobierno bonapartista como las Cortes de Cádiz realizaron una legislación paralela de supresión de conventos y órdenes religiosas y de puesta en venta de sus propiedades, destinando el producto a amortizar la deuda del Estado. En el Trienio Liberal volvieron a entrar en vigor las decisiones de las Cortes de Cádiz, Pero en 1823 retornó el régimen absolutista, y Fernando VII obligó a restituir los bienes vendidos, lo que provocó la indignación de los compradores, que desde entonces pasaron a apoyar al liberalismo.
A partir de 1833 el proceso de desamortización se precipitó por varias causas. En primer lugar, la guerra carlista obligaba al Estado a obtener recursos para financiarla. En segundo lugar, se difundíó en el país un clima anticlerical, a causa del apoyo del clero al bando carlista. En tercer lugar, los antiguos compradores de bienes desamortizados en el Trienio, expropiados en 1823, presionaban al gobierno para que les devolviera sus bienes. Por eso no es extraño que los gobiernos liberales fueran poco a poco avanzando hacia la desamortización: reintegro de sus bienes a los compradores del Trienio (1835) y disolución de órdenes religiosas que no se dedicaran a la enseñanza o cuidado de enfermos y declaración de sus fincas como bienes nacionales.
En esta situación, y con un Gobierno Progresista, se publicó la primera de las dos grandes leyes desamortizadoras, la de Mendizábal, la desamortización de bienes del clero: en Febrero de 1837 se declaraban en venta todos los bienes pertenecientes al clero regular. Sus objetivos eran sanear la Hacienda mediante la amortización de la deuda pública, financiar la guerra carlista y convertir a los nuevos propietarios en defensores del trono de Isabel II y el liberalismo. Las tierras fueron compradas por nobles y burgueses adinerados, eran los únicos que tenían liquidez, sabían pujar y podían controlar fácilmente las subastas
Establecía la venta en subasta pública de toda clase de propiedades rústicas y urbanas pertenecientes al Estado, a la Iglesia, los propios y baldíos de los Municipios, por lo que recibe el nombre de desamortización general. La Ley Madoz se subastaron fincas rústicas y urbanas mediante el pago de un 10% de entrada y el resto aplazado, y sólo el abono en efectivo. El dinero se destínó a amortizar la deuda y a cubrir las necesidades de la Hacienda así como a financiar la construcción de la red de ferrocarriles.
Las consecuencias de la desamortización:
1-El desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus fuentes de riqueza. Sólo en 1845 se establecería una Contribución de culto y clero. Para entonces la Iglesia había dejado de ser el estamento privilegiado.
2-La desamortización no resolvíó el problema de la deuda, pero sí contribuyó a atenuarlo y se pusieron a tributar, por lo tanto aumentando así los ingresos de la Hacienda.
3- La desamortización no produjo un aumento de la producción agraria. Los nuevos propietarios, en general, no emprendieron mejoras, sino que se limitaron a seguir cobrando las rentas y las incrementaron. Muchos de los nuevos propietarios vivían en las ciudades, completamente ajenos a los problemas agrícolas.
4- La desamortización provocó un reforzamiento de la estructura de la propiedad de la tierra: acentuó el latifundismo en Andalucía y Extremadura y el minifundismo en el Norte.
5-En las ciudades ocurríó lo mismo. Como la mayoría de los inmuebles estaba en el centro urbano, la desamortización contribuyó a un urbanismo discriminador. La alta burguésía acaparó los mejores edificios del centro, excluyendo a las clases medias
1.- La eliminación de la propiedad comunal y de lo que quedaba de la eclesiástica. Lo que provocó, en el primer caso, un agravamiento considerable de la situación económica del campesinado, y en el segundo, una ruptura de las relaciones con la Iglesia, ante la flagrante violación del Concordato.
2.- Muchos campesinos se vieron privados de unos recursos que contribuían a su subsistencia (leña, pastos etc.). Su escaso poder de compra fue uno de los obstáculos para la industrialización del país.
Las desamortizaciones cambiaron el régimen de propiedad, pero no propiciaron la revolución agrícola que mejorase rendimientos y liberase mano de obra para hacer posible la revolución industrial. podemos decir que: