Según Kant, en el conocimiento humano hemos de distinguir dos tipos de condiciones: empíricas y trascendentales, ambas indispensables para el conocimiento.
Condiciones empíricas: la materia del conocimiento, proceden de la experiencia, dependen de los hechos y son siempre a posteriori, es decir, particulares y contingentes (accidentales).
Condiciones trascendentales: la forma del conocimiento, preceden a la experiencia, dependen del sujeto lógico y son siempre a priori, es decir, universales y necesarias.
Kant se ocupó, sobre todo, de estas últimas, aunque reconoció el papel imprescindible de las primeras en el proceso del conocimiento. Sin las condiciones trascendentales o a priori no podríamos organizar la experiencia como conocimiento objetivo (universal y necesario), pero tampoco podríamos conocer sin la experiencia puesto que ningún material empírico podría ser organizado científicamente.
El Giro Copernicano de Kant
El denominado giro copernicano en la filosofía kantiana consiste en la inversión radical de la relación entre los dos polos del conocimiento (sujeto y objeto) tal y como la concebía el empirismo. En el idealismo trascendental, el sujeto no es un mero receptor pasivo de los datos de la experiencia, sino que interviene imponiéndole al objeto las propias condiciones de la verdad.
El Idealismo Trascendental
En su principal obra, Crítica de la razón pura, Kant se centró en la crítica o fundamentación de las condiciones trascendentales o a priori que organizan y hacen posible la experiencia como conocimiento objetivo, es decir científico. Por esto, su sistema se ha denominado idealismo trascendental:
Idealismo: porque solo las ideas o estructuras mentales del sujeto (el espacio, el tiempo y las categorías) permiten el conocimiento.
Trascendental: porque estas estructuras mentales son universales y, por su carácter a priori, trascienden el caso concreto.
Según la Extensión: Juicios Analíticos y Juicios Sintéticos
Analíticos: No son extensivos, pues no amplían el conocimiento. Se llaman analíticos porque del análisis del sujeto se saca el predicado, sin necesidad de recurrir a la experiencia. Por lo tanto, no comunican nada que no sepamos, no hacen avanzar el conocimiento. Por ejemplo, “Todo triángulo tiene tres ángulos”.
Sintéticos: Son extensivos, pues amplían el conocimiento. El predicado aporta información nueva que no puede extraerse del análisis del sujeto. Se llaman sintéticos porque sintetizan (enlazan) cosas diversas. Por ejemplo, “La pared es blanca”. Aquí se enlazan “pared” y “blancura”.
Según la Validez: Juicios a Priori y Juicios a Posteriori
Apriori: Su verdad no depende de la experiencia; podemos saber que son ciertos sin recurrir a ella. Por eso tienen validez universal y necesaria. Por ejemplo, “El todo es mayor que las partes”.
A posteriori: Su verdad depende de la experiencia; hemos de comprobarlos en ella. Por eso no tienen validez universal; son contingentes. Por ejemplo, “Mi gato duerme en el sofá”.
Los Juicios Científicos: Los Juicios Sintéticos a Priori
La separación kantiana entre juicios analíticos y sintéticos tiene un claro precedente en la distinción que hace Hume, en su obra Investigación sobre el entendimiento humano, entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho. Los juicios analíticos kantianos se corresponden con las relaciones de ideas de Hume, mientras que los juicios sintéticos lo hacen con las cuestiones de hecho. Ahora bien, para que un juicio sea científico debe cumplir dos requisitos:
Ser extensivo: ampliar nuestro conocimiento del mundo.
Ser universal y necesario: válido en cualquier circunstancia y momento.
Por tanto, los juicios propios de la ciencia son sintéticos a priori. Así, la pregunta por la fundamentación del conocimiento científico, o uso teórico de la razón, es la pregunta por las condiciones de posibilidad y validez de los juicios sintéticos a priori en Matemáticas, Física y metafísica.
Las Ideas de la Razón Pura
Una vez que el entendimiento ha elaborado conceptos y los ha asociado para formar juicios, la razón entra en escena relacionando estos juicios en razonamientos. Gracias a los razonamientos englobamos los juicios del entendimiento en principios cada vez más generales, que nos permiten explicar una mayor cantidad de fenómenos. Esta tendencia está marcada por las formas a priori de la razón (las tres ideas de la razón):
La idea de alma, que es la suma de todos los fenómenos internos.
La idea de mundo como totalidad, es decir, la suma de todos los fenómenos externos.
La idea de Dios, que es una síntesis de ambas, un “alma del mundo”, una unificación completa de los fenómenos internos y externos en un todo.
Sin embargo, estas ideas no poseen ningún soporte empírico porque no están apoyadas en ninguna experiencia, no son fenoménicas, sino que, como expresa Kant, son el noúmeno, pensamiento puro, pero no conocimiento. Considerar el alma, el mundo como totalidad y a Dios como realidades conduce a la razón a intentar conocer estas ideas; entonces es cuando traspasa los límites de lo que es posible conocer, y es víctima de ilusiones, de errores y contradicciones.
Conceptos clave:
Categoría o concepto puro del entendimiento: cada una de las formas a priori del entendimiento que nos permiten pensar (organizar y comprender) los fenómenos.
Concepto: representación de lo general. Es un dato del entendimiento. Se opone a intuición, que es un dato de la sensibilidad.
Entendimiento: segunda facultad de conocimiento. Es la facultad de pensar, comprender. Unifica lo recibido de la sensibilidad pensándolo, comprendiéndolo, por medio de conceptos (categorías) que él mismo aporta, y elabora juicios.
Espacio: forma a priori de la sensibilidad externa.
Fenómeno: parte de la realidad que conocemos, que se nos muestra, porque se somete a las condiciones que impone nuestro modo de conocer (sensación, espacio, tiempo).
Intuición sensible: relación inmediata, es decir, directa, con el objeto del conocimiento.
Metafísica: discurso que pretende conocer objetivamente la realidad en sí, Dios, Alma (yo) y Mundo como totalidad aplicando las categorías del entendimiento a lo que no se da ni en el espacio ni en el tiempo.
Noúmeno: concepto contrario a fenómeno y sinónimo de “cosa en sí”. Todo aquello que está más allá de los fenómenos y de la experiencia posible.
Puro: absolutamente independiente de la experiencia; sin contenido empírico, es decir, que cae fuera de la experiencia.
Razón: tercera facultad de conocimiento. Enlaza los juicios procedentes del entendimiento mediante razonamientos llevando más lejos la función unificadora iniciada por el entendimiento.
Sensibilidad: primera facultad de conocimiento. Tiene la capacidad de recibir impresiones en presencia de los objetos.
Trascendental: condición de posibilidad del conocimiento, es decir, condición que debe cumplirse para que sea posible el conocimiento de algo.