Portada » Filosofía » Las Cinco Vías de Tomás de Aquino y el Problema del Mal
La Suma Teológica, texto del periodo de transición de Tomás de Aquino desde un agustinismo avicenizado hacia un aristotelismo averroísta, explica la presencia de elementos aristotélicos. Las cinco vías se desarrollan en cuatro pasos:
Como es una argumentación quia, parte de los efectos, de los fenómenos observables sensiblemente. Los cinco fenómenos que sirven de punto de partida son:
Estos fenómenos necesitan una causa. En las tres primeras vías está presente la idea aristotélica de potencia y acto: ninguna potencia pasa al acto sin algo que la actualice. La 4ª vía tiene fundamento platónico: lo máximamente perfecto es causa de las perfecciones. Así, Tomás argumenta:
Tomás afirma que no se puede ir al infinito en el encadenamiento de las causas. Sostiene que hay dos tipos de explicaciones: la explicación genética y la explicación sistemática. En la genética podemos remitirnos a infinitas causas precedentes, pero en la sistemática hay un número finito de causas que operan en el presente. En las vías utiliza esta segunda explicación, y trata de explicar la realidad en su actualidad. No se pregunta por la transmisión de la realidad, sino por su origen radical.
De este modo, llegamos a la conclusión de que existe una primera causa como término de cada una de las vías. Esta causa es lo que llamamos Dios.
Tomás de Aquino trae a colación una argumentación clásica contra la existencia de Dios: la incompatibilidad entre el mal y un bien infinito (Dios). La idea de que el mal es una objeción seria a la existencia de Dios aparece desde el inicio de la filosofía. Se parte de la constatación evidente de que hay mal en el mundo, para a continuación presentarlo como algo totalmente incompatible con un Dios bueno, omnisciente y omnipotente. De este modo, se trata de un Dios que conoce el mal, que tiene poder para eliminarlo y, por lo tanto, tendría que querer hacerlo.
Tomás no niega la existencia del mal. Para responder, hace suya la solución propuesta por Agustín. La muerte, por ejemplo, es un mal, pero su condición de posibilidad es la vida. Incluso los males morales tienen como condición de posibilidad la libertad humana. Dios podría haber hecho que sólo hubiera animales, seres no libres, pero entonces el gran bien de la existencia de los hombres y el gran bien de su libertad no existirían.
Tomás sostiene que Dios no quiere el mal, sino tan sólo lo permite. Sin embargo, cabe permitir el mal por algún motivo racional. Tomás aduce que tal motivo es un bien mayor. El mal no es algo absoluto, sino siempre dentro del contexto del bien, tanto porque el mal es una consecuencia colateral de bienes mayores, como porque la existencia del mal permite a su vez que se realicen grandes bienes. Dios, con su infinita sabiduría y poder, coordina todas las cosas. Esto es lo que Tomás llama la providencia divina.