Portada » Filosofía » Lacan y Descartes
La filosofía moderna (S.XVII-XVIII), iniciada por Descartes, se asentará en el terreno de la subjetividad, haciendo del problema del conocimiento el punto de partida de la reflexión filosófica. La revolución científica (de Copérnico a Galileo y Kepler) asociada al desarrollo de la Nueva Ciencia (F. Bacón), provocarán el derrumbe de la Escolástica (Tomás de Aquino), ya en declive desde la exposición del nominalismo de Ockham. Se prepara el camino para la exigencia de una total autonomía de la razón, que se consuma con el proyecto de razón ilustrada, del que Kant fuera adalid. Es en este contexto que situamos la Teoría antropológica de Descartes.
Descartes está considerado uno de los filósofos más importantes e influyentes, su obra ocupa un lugar clave dentro de la historia de la filosofía. Con su filosofía racionalista es el iniciador del pensamiento moderno. El Racionalismo se caracterizará por la afirmación de que la certeza del conocimiento procede de la razón (existencia de ideas innatas, tesis presente en la metafísica platónica), desvalorizan el conocimiento sensible, única fuente de conocimiento para el Empirismo (Hume, Locke). Ya en el Siglo XVIII Kant formulará la síntesis de las dos corrientes, que superará desde el criticismo. Destacamos obras como el “Discurso del método” y “Meditaciones metafísicas”.
En la filosofía de Descartes la teoría del conocimiento, la metafísica y la antropología se encuentran profundamente relacionadas, ya que a partir de la duda metódica y de la evidencia del YO fundamentará la existencia de la realidad y su concepción del hombre como sustancia pensante y extensa. En su búsqueda de la verdad considera necesario “reconstruir el edificio del saber sobre bases firmes y seguras”, verdad que sólo encuentra en la matemática (mathesis universalis), gracias al MÉTODO que utiliza. Así, tomando como modelo de precisión y certeza el método matemático, expondrá en “Discurso del método” las cuatro reglas de su método: la regla de la evidencia, del análisis, de síntesis, y de enumeración.
*Prestará especial atención al primer principio, Principio de evidencia, “no admitir como verdadero nada que genere la menor duda, sólo admitir como verdadero aquello que se presente a mi espíritu de manera CLARA Y DISTINTA”, ya que a partir de él debemos DEDUCIR TODO EL CONOCIMIENTO*
DUDAREMOS DE TODO PARA ENCONTRAR ALGO CLARO Y DISTINTO, DE LO QUE NO PODAMOS DUDAR; se trata de la llamada DUDA METÓDICA, radical y universal.
¿Por qué debemos dudar de todo?. Por tres razones, expuestas en la primera meditación:
Viéndose obligado a dudar de todo, la duda cartesiana tropezará con una primera certeza de la que no es posible duda: “ puedo dudar de todo pero no puedo dudar de que estoy dudando” y, puesto que dudar es una de las múltiples manifestaciones del pensamiento, si dudo es que pienso y si pienso, existo, es decir, ”COGITO, ERGO SUM”, *»PIENSO, LUEGO EXISTO»* aunque sólo sea como sustancia pensante (RES COGITANS), (precedente indiscutible en San Agustín, -“Si me engaño, soy”).
¿Qué hay en el pensamiento?, contenidos mentales, a los que Descartes llama «ideas». La única forma de progresar deductivamente es, pues, analizando dichos contenidos mentales, analizando las ideas. Distingue tres tipos de ideas en cuanto a su origen:
Ideas adventicias: dadas por la experiencia.
Ideas facticias: producidas por la razón y la imaginación a partir de las ideas adventicias
Ideas innatas: ideas que el entendimiento parece encontrar en sí mismo, pero no proceden de la experiencia y no las produce la mente (infinito, perfección)
Descartes analiza dos de esas ideas innatas, la de infinito y la de perfección. Recurriendo al argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury afirma que no pueden haber sido causadas por mí, ya que si dudo soy limitado e imperfecto, sólo pueden haber sido causadas por un ser infinito y perfecto, *Dios*. Una vez demostrada la existencia de Dios queda garantizado el principio de evidencia: Dios, en su infinita bondad, no permitiría que me equivocara al percibir la realidad, no permitiría a un genio malvado engañarme constantemente. Dios es garante de que el *MUNDO* existe.
Como resultado de la deducción puede estar seguro de la existencia de tres SUSTANCIAS:
Res cogitans, (YO), la substancia pensante, de carácter no corpóreo, no extenso, inmaterial. Le corresponde el atributo del PENSAMIENTO
Res infinita, (Dios) causa última de las otras dos sustancias Le corresponde el atributo de la PERFECCIÓN.
Res extensa, (MUNDO), las realidades corpóreas, cuya carácterística sería la extensión. Le corresponde el atributo de la EXTENSIÓN.
De ahí que Descartes entienda al ser humano, por un lado, como sustancia pensante y por otro como sustancia extensa, es decir, como compuesto de dos sustancias completamente distintas. No obstante, la interrelación entre ellos parece clara cuando analizamos los sentimientos, las pasiones, los dolores o el movimiento del propio cuerpo. En este sentido, el alma conoce todo lo que le sucede al cuerpo, por lo que el alma es consciencia. Por esta razón, los animales son puros autómatas, máquinas porque carecen de alma. Ambas sustancias están íntimamente unidas a través de la glándula pineal. La separación radical entre cuerpo y alma que establecíó Descartes le creó problemas para explicar cuál era el origen de las pasiones, de qué manera influían en el alma, y cómo se comportaba ésta frente a ellas (cuestiones que trataría en su teoría moral, moral provisional).El dualismo cartesiano separa el alma del cuerpo de manera mucho más radical que Platón, al considerarlos sustancias autómatas e independientes.