Portada » Filosofía » Lacan y Descartes
: Para Descartes el análisis es un procedimiento de invención o de descubrimiento poderoso frente al silogismo. Algunas veces se refiere al procedimiento trabajado ya por Euclides que consiste en admitir lo que se quiere demostrar y desde ahí reducir dicha tesis, por medio de consecuencias, a otras conocidas con anterioridad. Otras veces se refiere al método sugerido en la segunda regla: «dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas pequeñas partes como se pudiese y fuese necesario para mejor resolverlas».
Indica la posesión de una verdad que excluye toda duda, es una adhesión del espíritu firme y completa a lo que parece ser la ver dad por motivos de orden intelectual, aunque en algunos casos los motivos puedan ser distintos Descartes distingue entre certeza moral y certeza metafísica o más que moral»: la primera se conecta con verdades de hecho, es el caso de la certeza derivada del testimonio de personas muy fiables: la segunda, la certeza más que moral, se da en las reflexiones matemáticas, metafísicas y en algunos momentos de las físicas.
Se tiene una idea clara de un objeto cuando se le distingue de cualquier otro.
Es una operación por la que comprendemos todas las cosas que son consecuencia necesaria de otras ya conocidas con certeza: “Todo aquello que se sigue necesariamente de otras cosas conocidas con certeza”. La deducción recibe de la memoria su certeza y mientras que los primeros principios son conocidos sólo por intuición, las conclusiones remotas no lo son sino por deducción.
Es distinto aquel conocimiento que es en modo tal separado y distinto de todos los otros que sólo comprende en si lo que manifiestamente aparece a quien lo considera como es preciso. Descartes llama idea distinta a “aquella que, siendo clara, es de tal modo sepa rada y precisa, de todas las demás, que contiene en sí, sólo lo que es claro”. Distinción y claridad no se confunden, pero mantienen entre sí una estrecha relación: una idea distinta es una idea separada de todas las demás y definida en si misma en relación con las demás, la distinción se obtiene llevando la claridad hasta el límite máximo, eliminando todo lo que contiene de oscuro.
Estado del espíritu que deja en suspenso el juicio o difiere una decisión. Los escépticos al afirmar la imposibilidad de distinguir lo verdadero de lo falso mantienen una duda radical y universal. Sin embargo, Descartes propone una duda metódica, que provisionalmente considera falsas las opiniones verosímiles o probables y que alcanza también a la existencia de las cosas e inclusive a la existencia del propio cuerpo, del mundo y de las verdades matemáticas.
“Todos los modos de pensar que observamos en nosotros, pueden ser referidos a dos formas generales: una consiste en percibir mediante el entendimiento y la otra en determinarse mediante la voluntad. De este modo sentir, imaginar, concebir cosas puramente inteligibles, sólo son diferentes modos de percibir. Es el poder de conocer.
Acto que consiste en tomar por verdadero aquello que es falso. “Sólo nos equivocamos cuando juzgamos acerca de algo que no ha sido suficientemente conocido. Cuando percibimos alguna cosa, no estamos en peligro de equivocarnos si no juzgamos acerca de ella en forma alguna; es más, aun cuando juzgamos acerca de ella, no corremos el riesgo de equivocamos sí solo otorgamos nuestro con sentimiento a lo que conocemos clara y distintamente que debe estar comprendido en lo que juzgamos.
Utilizando el método consistente en establecer oposiciones de todas las maneras posibles para conseguir, dada la igual fuerza de las diversas argumentaciones, esa suspensión del juicio y después alcanzar la ataraxia, tranquilidad del alma;
Considera que el hombre es incapaz de alcanzar alguna certeza.
La filosofía escolástica constituye la orientación filosofía más extendida durante la Edad Media, estudiada en las Universidades y escuelas, instituciones fundamentalmente eclesiásticas.
Descartes, en general, emplea el término por oposición a la substancia extensa y así resulta equivalente a “pensamiento”. Marcando el aspecto sustancial (res cogitans). También emplea Descartes este término por oposición al escolástico “alma”.
. En un ordenador no hay contradicciones, no hay elementos que no se deduzcan de los principios establecidos. Si el programa no funciona es porque está mal diseñado. La deducción siempre es perfecta y la conclusión necesaria.
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Como es sabido, Descartes propone la existencia de varias sustancias o res: la res infinita (Dios) y la res cogitans (sustancia pensante) y res extensa (sustancia material). Por otro lado, lo que hace que sean sustancias es la evidencia con que pueden distinguirse sus carácterísticas particulares, distintas las unas de las otras. Por último, recordemos el método cartesiano, donde el ideal del recto conocimiento ha de seguir unas reglas de inspiración matemática. Dicho lo cual, en la actualidad, el mundo informático, con un preciso lenguaje lógico-matemático, se acerca a la imagen de un universo puramente matematizado; un marco absolutamente axiomatizado en el que a partir de unos primeros principios se deduce todo lo demás.
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En un ordenador no hay contradicciones, no hay elementos que no se deduzcan de los principios establecidos. Si el programa no funciona es porque está mal diseñado. La deducción siempre es perfecta y la conclusión necesaria.
La evidencia sólo se aplica a las verdades obtenidas mediante la luz natural y es la manera en que la verdad se manifiesta al espíritu en el momento en que éste la comprende como verdad: es pues el carácter propio del conocimiento verdadero, o lo que es lo mismo, la propiedad del conocimiento claro y distinto, y señala la imposibilidad de que la cosa sea distinta a como se ha conocido. De ahí que todo lo evidente resulta ser cierto, pero no todo lo cierto es evidente. Lo evidente se manifiesta de manera inmediata al espíritu de modo que el acto de conocimiento que permite captar lo evidente ha de ser simple e inmediato; ese acto de conocimiento es la intuición. Lo evidente se opone a lo conjetural.
Es lo que el espíritu obtiene exclusivamente de su relación actual con un objeto. Tiene tres sentidos diferentes: La comprobación empírica de los hechos que la física se propone explicar, la comprobación del acuerdo que se establece entre la observación de los fenómenos y los momentos sucesivos de la deducción, y la experiencia concebida de manera análoga a la experiencia crucial de Bacón: se recurre a esa experiencia cuando hay 2 explicaciones admisibles acerca de un mismo hecho y se intenta decidir cuál explica mejor la realidad.
Entiende Descartes por extensión todo aquello que es longitud, anchura y profundidad.
Es un pensamiento que es representación de algo. Descartes, de manera general la define así: «Con la palabra idea, entiendo aquella forma de todos nuestros pensamientos, por cuya percepción inmediata la tenemos consciencia de ellos”. Existen 3 tipos de ideas, las facticias (aquellas que la mente construye deliberadamente o en la fantasía a partir de otras), las adventicias (son las que forman merced a circunstancias externas y que provienen de los sentidos) y las innatas (son las que parecen nacidas con nosotros mismos sin que sea posible cambiar sus propiedades, por ejemplo la idea de circunferencia.
Es la facultad de construir imágenes y figuras; “imaginar no es sino contemplar la figura o “imagen” de una cosa corpórea”. La imaginación es resultado de las disposiciones particulares del hombre. Descartes considera la imaginación como un auxiliar, ayuda, del entendimiento en la investigación matemática.
En la filosofía de Descartes todo gira en torno al método, que es casi todo el motivo de su filosofía racionalista. La intención de Descartes es liberar a la filosofía de disputas y afirmaciones no fundamentadas y equivocadas. Todos los filósofos discuten y es porque no tienen una base verdadera. Y si la filosofía ha de ser la base sobre la que luego se fundarán las ciencias el propósito de Descartes es el de buscar esos principios firmes de los que carece la misma filosofía.
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Así pues, busca un modo de conocer de modo auténtico la realidad. Desde luego, Descartes parte de que todo el mundo tiene el mismo uso de razón, pero el problema es que no lo empleamos de forma eficiente y por eso no se llega a las mismas conclusiones. De este modo, es manifiesto que hay que buscar el método adecuado para conocer de tal manera que no cometamos errores. El motivo principal cartesiano es la epistemología y para ello hay que dotar al sujeto de un buen método de conocimiento.
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La búsqueda del método será el modo de encontrar la verdad, el conocimiento y la realidad, estrechamente relacionados. Por tanto, todo lo que sirvió para conocer, y que alguna vez hubiese fallado, era falso y no servía, debía desterrar todo aquello que no fuera evidente y para ello usar dos elementos de la razón: la intuición y la deducción. Por la intuición le haría comprender las cosas claras y distintas de forma directa, y por la deducción razonaríamos a partir de ciertas verdades para dar con otras que se desprenden de las anteriores. Pero lo curioso es que Descartes emplea la duda metódica, tres posibles dudas, que le hace deshacerse de todo lo confuso y engañoso con el fin de llegar a la primera verdad:
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1. En primer lugar, dudar de lo sensible; es decir todo lo que se puede percibir por los sentidos, es dudoso porque “las apariencias engañan”, las cosas no son lo que parecen de forma sensible y puesto que le habían engañado numerosas veces, no le servían para conocer.
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2. La segunda duda se plantea por la dificultad de distinguir la realidad del sueño.
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3. En tercer lugar Descartes piensa en la posibilidad de la existencia de un ser maligno engañador que son su poder nos hiciera percibir todas las cosas confusas o falsas de modo que nada de lo que conocíéramos fuera real. Esto no aparece en el Discurso, pero si en sus Meditaciones.
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Mientras hacía estas indagaciones en el método de conocimiento se le que ocurríó que él, era un “elemento” pensante, podría existir, y aquí llegó la primera verdad sobre la que construir su filosofía: “pienso luego existo”. Este fue el primer paso en el desarrollo de su método. Descartes se encuentra con un problema, y es el de solipsismo: ¿cómo llegar a la realidad extramental superando la realidad del cogito? Les respuesta es la teoría de las ideas cartesiana que nada tiene que ver con la platónica, en la cual concluye que el contenido de las ideas mentales es diferente, clasificándolas después:
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1. Ideas adventicias: parecen provenir de todo lo percibido por los sentidos, los objetos que tenían como representación mental una idea.
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2. Ideas facticias: serían fruto de la imaginación, y que construimos con la imaginación a partir de las adventicias.
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3. Ideas innatas: son las que no provienen de ningún sitio, sino que están depositadas en nuestra mente por Dios como intentará demostrar Descartes.
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Entre estas ideas innatas se encontraba la idea del infinito, que no podía ser adventicia y tampoco podía ser ficticia, y por tanto sería innata. Podía haber sido fruto de la negación de la finitud, pero no era posible, por tanto, aquella idea venía de algo infinito, y a esto le llamó Dios. Él fue el origen de las ideas innatas. Descartes trata de demostrar la existencia de Dios fiel a sus pensamientos racionalistas:
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1. En primer lugar, puesto que existía la idea de perfección, esta debía corresponderse con algo proporcional a la mismo y esto debía ser por Dios. No hay nada perfecto en las cosas ni en nosotros, por otro lado, la causa de la idea de perfección no podía ser Descartes ya que no era perfecto, y puesto que esto es así, la perfección había sido la causa de su existencia.
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2. San Anselmo decía que, si se niega la idea de Dios como un ser superior al hombre, se tendería a pensar que hay un ser por encima todavía y entonces caería en una contradicción pues debería corresponder con la realidad.
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Viendo todos esos razonamientos hechos por Descartes, se puede observar su interés por la realidad consciente del problema de la subjetividad. Y tras la demostración de Dios, vio claramente que había varios tipos de existencia a los que llamó substancia, que se refería a un elemento existente independiente, la unidad en que se mide la existencia depende de Dios:
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1. La única sustancia infinita, que s ele atribuyeron carácterísticas como verdad, bondad… pertenecientes a la idea de perfección, por lo que se rechaza la posibilidad de una hipótesis del genio engañador.
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2. La sustancia pensante, que era propiamente la mente, lo espiritual.
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3. La sustancia extensa, que eran los objetos materiales, que a su vez se presentaban según su figura y sus movimientos, que eran sus atributos que sustituyen a su esencia filosófica.
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Habría que remarcar la dualidad del cuerpo y el alma, puesto que el alma es pensante y el cuerpo extenso. Descartes los relaciona mediante la glándula pineal. Con la existencia de Dios, Descartes trata de demostrar todo lo demás. El método sigue siendo para él el más efectivo para conocer, para buscar la verdad y una buena base para la filosofía y las ciencias.
Descartes es el iniciador de la filosofía Moderna. Su pensamiento es claramente un Racionalismo y eso significa que el principio fundamental del que parte es dar total preponderancia a la razón frente a los sentidos. Como los sentidos nos engañan hay que apostar por la razón como fuente única del conocimiento verdadero. Descartes comienza observando que las ciencias, incluida la filosofía están mal construidas. Desde su punto de vista, ningún filósofo da con la auténtica verdad porque están más pendientes de sus propias disputas que de buscar la verdad objetiva. Descartes, atribuye este hecho a la falta de un método apropiado y prefiere empezar de cero, prescindir de la filosofía construida hasta él y comenzar de nuevo, para lo cual debe establecer un nuevo método para buscar la verdad de las cosas.
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Descartes se fija en las matemáticas porque según él, es la única ciencia que da con una verdad indudable, con una certeza absoluta. Hay que hacer notar que Descartes admite que tener la verdad es poseer la certeza sobre ella, aunque sería posible estar cierto de algo y albergar el error. Por eso, el punto de partida ha de ser una verdad evidente y, por tanto, cierta. Para encontrar la verdad, las matemáticas utilizan la deducción a partir de una verdad evidente, y propone utilizar la deducción también en la filosofía, para encontrar otras verdades dependientes de la primera. Pero para ello deberá alcanzar esa primera verdad de la cual deducir el resto.
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Cuanto más nos alejemos de esa evidencia más posible será el error. La deducción consiste en partir de una idea simple, que sea clara y distinta, y de ahí obtener otras ideas más complejas que se desprendan de aquellas. Por lo que el primer problema de Descartes será intentar buscar esa idea simple y evidente, a partir de la cual poder deducir otras.
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Para resolver este problema, Descartes comienza a dudar de todo, toma una postura aparentemente escéptica para alcanzar la primera idea simple y evidente. Descartes duda de los sentidos, ya que los sentidos te engañan, duda de todo, duda hasta de la vida misma y crea la hipótesis del sueño, por la que dice que la vida podría ser toda ella un sueño, ya que los sueños son tan reales cuando estás soñando. Entonces Descartes nos presenta esa primera verdad evidente, el cógito. Si dudo pienso; dudar -pensar es la misma cosa; aunque se quiera seguir dudando, no es posible dudar de la propia existencia, la existencia del ser «que duda».
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Descartes ha conocido la primera evidencia, la existencia del ser que piensa y que duda, pero si esa fuera la única verdad posible se caería en el solipsismo (solus ipse). Utilizando su método y deduciendo otras ideas se da cuenta de que hay en la mente más ideas, además del cogito. Estas ideas que busca son ideas verdaderas, y la verdad tiene que ser clara y distinta por eso empieza con ideas simples que tengan claridad y distinción, y a partir de estas, sacar las más complejas mediante la razón y la inteligencia para que las ideas sigan siendo verdaderas.
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Ideas adventicias: son las ideas que provienen de los sentidos y como los sentidos me engañan y se equivocan, estas ideas no serán nunca fiables y no puedo conocerlas mediante mi conciencia. – Ideas facticias: estas ideas proceden de la imaginación, por tanto, estas ideas serán derivadas de las adventicias, porque los elementos de la imaginación los construyo con elementos adventicios, por tanto, no podré conocerlas mediante mi conciencia y tampoco serán fiables. – Ideas innatas: son ideas que están en la conciencia sin que ésta sea su causa. Son ideas que están en mi mente pero que no pueden proceder de mí, dado que me exceden, y así, hay que concluir que proceden de otro ser externo y proporcionado a ellas, es decir, Dios.
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Descartes, como se ha dicho antes, toma el método de las matemáticas porque es la ciencia que alcanza en mayor medida la verdad. Para él, las matemáticas alcanzan siempre la certeza siempre que no haya errores en las operaciones. De este modo, las matemáticas son el modelo de la certeza y el filósofo francés pretende dotar a la filosofía de esa misma seguridad. Por eso el método cartesiano sigue dos pasos fundamentales: el primero de análisis-intuición y el segundo de síntesis-deducción. De esta manera Descartes crea los cuatro pasos del método que se exponen a continuación:
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Primero, partir de la evidencia, que curiosamente se alcanza a través de la duda metódica. Dudando de «todo» metódicamente, llegaré a una gran certeza resistente a toda duda. Y será, por tanto «evidente». No se trata de una duda escéptica sino metódica, es decir, una duda provisional y pasajera que me hará concluir con la gran certeza que se necesita para construir todo el sistema de las ciencias y la filosofía.
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El segundo, descomponer cada problema en sus partes más simples.
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El tercero, proceder desde lo más simple, hasta lo más compuesto.
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Y el último, hacer un repaso para asegurarse del procedimiento correcto.
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El criterio de verdad para Descartes es la claridad y la distinción. Claridad y distinción que una mente atenta ha de obtener mediante la intuición; una intuición intelectual que significa una relación inmediata sujeto – objeto a través de la inteligencia. No es una claridad y distinción a los sentidos porque entonces estaríamos ante un Empirismo completamente alejado del pensamiento racionalista cartesiano. Claro y distinto es sobre todo el «cogito». El resto habrá que deducirlo de allí y será menos cierto en la medida que se aleje de la primera verdad evidente.
A partir de la primera verdad, Descartes deberá enfrentarse al problema de deducir la existencia del mundo de las cosas materiales partiendo exclusivamente de la existencia del pensamiento.
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Afirma que el pensamiento recae directamente sobre las ideas, no sobre las cosas. Las ideas son como una representación gráfica de las cosas, y esta representación es la que contempla el pensamiento.
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Descartes, al haber colocado la idea como objeto del pensamiento, sólo tiene certeza de la existencia mental de esa idea, pero no tiene ninguna certeza de que el contenido de esa idea tenga realidad extramental. En suma, se ha vuelto problemática la existencia de las cosas que pensamos.
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Para dar respuesta a este interrogante, Descartes procede a analizar la naturaleza de las ideas, y distingue en ellas un doble aspecto: las ideas en tanto que modos de pensamiento son todas iguales, pero en tanto que representaciones de cosas, son diferentes, pues unas representan unas cosas y otras, otras. Por ejemplo, la idea de caballo y la de hombre son iguales en cuanto modos de pensamiento, pero diferentes en cuanto que se refieren a objetos diferentes.
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El paso siguiente que dará Descartes es analizar el contenido, pues unas ideas poseen más realidad que otras. Las ideas que representan cosas materiales, como una piedra, poseen más realidad objetiva que aquellas otras que representan cualidades de las cosas, como el color o el olor, que serán denominadas como cualidades secundarias que no pertenecen a las cosas, sino a nuestro modo de percibirlas. A mayor o menor luz, por ejemplo, los objetos varían de color.
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Descartes distingue tres tipos de ideas: – Ideas adventicias: son ideas extrañas que parecen provenir del exterior. Siendo su causa la percepción sensible. – Ideas facticias: son aquellas que la mente construye a partir de otras. Podemos decir que son ideas creadas por la imaginación. Estos dos tipos de ideas, adventicias y facticias, son obviamente rechazadas por Descartes como punto de partida para demostrar la realidad extramental. – Ideas innatas: son las ideas que posee por sí mismo el pensamiento, pero que no pueden ser, de ninguna manera confundidas con las dos anteriores. Son ideas connaturales a la razón porque ésta posee una predisposición natural a formarlas. Son ideas que brotan de manera natural, espontánea e inmediata de nuestro pensamiento, ideas cuya existencia corresponde a nuestra naturaleza.
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Con la afirmación de las ideas innatas nos encontramos con la tesis fundamental del Racionalismo, pues son estas ideas las que le permitirán salir de la existencia del sujeto pensante a la realidad extramental. Entre las ideas innatas Descartes descubre la idea de perfección-Infinito, que identifica con la idea de Dios. Desecha la posibilidad de que sea adventicia, ya que, no podemos tener experiencia sensible de la infinitud. Tampoco es una idea facticia.
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Descartes afirma que la idea de finitud ya presupone la idea de infinitud. Una idea presupone necesariamente la otra. La idea de Infinito, por tanto, debe ser una idea innata. Y si la idea de infinito es la idea de Dios, pues es el único ser del que se puede concebir tal predicado, concluye que la idea de Dios es una idea innata. Pero la idea de Dios, no es Dios, lo mismo que la idea de infinito, no es infinita en nuestro pensamiento finito. Y, sin embargo, ellas nos permiten deducir que, si existen en nuestra mente, alguien «proporcionado» a tal idea tiene que haberlas colocado allí.
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Así pues, la idea de perfección, no la hemos concebido nosotros porque no somos perfectos, tampoco podemos haberla obtenido del exterior donde todo es imperfecto, luego solo Dios, sumamente Perfecto la puede haber colocado en nuestra mente.
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Este punto es crucial en la deducción cartesiana pues, partiendo de la Idea de Dios, todo el proceso deductivo posterior queda abierto. Las ideas sobre las cosas serán verdaderas porque Dios, que es bueno, no permitirá que yo me engañe y esas ideas no se correspondan con nada en la realidad.
Descartes elabora una teoría antropológica dualista, esto es, una concepción del ser humano como un compuesto de dos sustancias: el pensamiento y la materia extensa, como sustancias independientes e irreductibles entre sí.
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Afirma rotundamente que el alma y el cuerpo están estrechamente unidos. Además, insiste en afirmar el alma como un ser pensante, una sustancia completamente diferente e independiente del cuerpo, materia extensa, y que, pese a su estrecha uníón, puede existir sin él. Incluso llega a decir, fiel a su Racionalismo, que la existencia del alma es mucho más evidente que la del cuerpo. El alma queda clara en el cogito y en cambio, el cuerpo extenso habrá que demostrar su existencia como el resto de las cosas materiales.
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En esta insistencia de separar las dos realidades cuerpo-alma está en juego la libertad. Si insiste en afirmar la distinta naturaleza del cuerpo y del alma, y su total independencia, es para sustraer al alma del cumplimiento de las leyes necesarias del universo mecanicista. Al dejar a salvo la libertad, Descartes quiere además salvar el resto de valores espirituales en los que cree y a los que defiende, como la inmortalidad del alma.
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Nuestro cuerpo, como una cosa material más, está sujeto, por tanto, a las mismas leyes de la materia, por lo que carece de libertad. Si queremos salvar la libertad humana, entonces debe residir en algo que por naturaleza esté al margen de las leyes necesarias, y ese algo sólo puede ser el alma, la res cogitans, el yo como pensamiento.
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La relación entre ambas sustancias es un problema. Primero, porque la separación que establece es radical al concebirlas como dos sustancias diferentes que poseen atributos distintos: el pensamiento y la extensión. En segundo lugar, porque es plenamente consciente de la estrechísima relación entre ambas. Descartes nos dice que el alma y el cuerpo están más unidos que el piloto y el barco; están tan unidos que es como si formaran unja misma cosa. El entendimiento concibe inicialmente mi cuerpo como un cuerpo más; son los sentimientos de dolor, de sed, de hambre, etc. Los que posibilitan que yo comprenda que este cuerpo es mi cuerpo.
/ ¿Cómo explicar esta estrecha relación? Descartes nos explica que, en el centro, en la parte más baja del cerebro se encuentra una glándula, llamada pineal, que es donde tendría lugar la interacción cuerpo-alma. Esta explicación es claramente insatisfactoria y está considerada como uno de los puntos más débiles de la filosofía cartesiana.
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Las pasiones son percepciones, sentimientos o emociones que se dan en nosotros y que afectan al alma, pero cuyo origen es el cuerpo y son causadas por las tendencias del cuerpo.
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Las pasiones se caracterizan por ser: – Involuntarias, pues no dependen del alma racional, sino que se le imponen a ella. – Irracionales, pues no son acorde con los dictados de la razón, obligando a la voluntad a establecer una lucha para someterlas a su control. La fuerza del alma consistirá en tratar de controlar y dirigir las pasiones.
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Para Descartes las pasiones no son siempre malas, pero exige que sean satisfechas de forma inmediata. En realidad, las pasiones no son en sí ni buenas ni malas, lo bueno o malo es el uso que se haga de ellas, por lo que se ha de aprender a gobernarlas. La razón es la encargada de proporcionar el conocimiento y los juicios para que la voluntad pueda conducir adecuadamente las acciones de la vida. En esto Descartes sigue las enseñanzas de los estoicos, según los cuales había que estar por encima de la violencia de las pasiones para alcanzar el equilibrio interior y la paz del espíritu. En esta lucha por controlar y encauzar las pasiones es donde interviene la libertad.
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La libertad es la capacidad de elegir entre diversas opciones que se nos presentan. Ahora bien, la libertad no consiste en la indiferencia. La indiferencia se debe a la ignorancia del entendimiento. Sólo cuando el entendimiento tiene ideas claras y distintas sobre lo bueno, lo verdadero y lo falso, la voluntad puede elegir con plena libertad. Porque la libertad consiste precisamente en que la voluntad elija aquello que el entendimiento le presenta con claridad y distinción como lo bueno y lo verdadero.
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La libertad, pues, consiste en el sometimiento de la voluntad al entendimiento
Para Descartes la libertad sólo puede residir en el alma, porque al no ser sustancia extensa no está sometida al dictado de las leyes necesarias de la mecánica.
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El alma tiene dos funciones: el entendimiento y la voluntad. El entendimiento es la facultad de pensar, de tener intuiciones de las verdades claras y distintas. La voluntad es la facultad de afirmar o negar, y Descartes la identifica con la libertad.
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La voluntad, al ser la facultad de afirmar o negar, a veces afirma con precipitación la realidad y verdad de alguna idea del entendimiento cuando ésta es confusa, mientras que otras veces, por prevención, niega una idea clara y distinta. El tema central respecto a la voluntad es la libertad, porque incluso la posibilidad de erro es derivada de la libertad.
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Descartes sostiene que la existencia de la libertad es algo evidente, y es además la máxima perfección del hombre. La libertad es, pues, la carácterística esencial de la voluntad y es ella la que nos puede llevar a la verdad o al error, al bien o al mal, según cómo la utilicemos.
El concepto de sustancia en Descartes es algo complicado. Descartes define sustancia como un término que se utiliza para designar o referirnos a las cosas o naturalezas que sólo necesitan a Dios para existir y así diferenciarlas de las cosas que necesitan a otra naturaleza que no sea Dios para existir, como las cualidades o atributos de las sustancias.
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Descartes distingue entre tres tipos de sustancias: La sustancia divina que es caso aparte, y las otras dos, las cuales necesitan a Dios para existir. – El primer tipo de sustancia es la sustancia infinita;
con esta sustancia, Descartes busca hacer referencia a la naturaleza de Dios, a la sustancia que lo forma. Al ser la sustancia de Dios, de esta sustancia dependerán las otras dos sustancias restantes. – El segundo tipo de sustancia es la sustancia pensante (res cogitans).
Con esta sustancia Descartes se refiere a las sustancias que forman las mentes, como es el caso del ser humano, el alma. – El tercer tipo de sustancia es la sustancia material (res extensa).
Con este tipo de sustancia Descartes busca hacer referencia a las cosas materiales, las cosas que se perciben por los sentidos. En el caso del ser humano, el cuerpo. Así pues, en el ser humano, ambas sustancias, la pensante y la material están juntas y se comunican, según Descartes, mediante la glándula pineal. Esta es una respuesta deficiente al problema de cómo se pueden comunicar dos elementos tan diferentes como son el cuerpo material y el alma espiritual. Es deficiente la respuesta porque sigue vigente la cuestión de en qué parte de dicha glándula pueden unirse.
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Los diferentes argumentos que utiliza Descartes para demostrar la existencia de cada una de las sustancias y, por tanto, demostrar la existencia del alma, del mundo y de Dios son las siguientes:
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Descartes primero demuestra la existencia del alma mediante la primera evidencia, el cógito. Descartes duda de todo, y se da cuenta de que al dudar piensa, luego si piensa, existe. Esa es la existencia del yo pensante, del alma del ser humano y de su mente y su conciencia.
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Después Descartes demuestra la existencia de Dios a través de tres argumentos distintos: – El primer argumento que utiliza es el argumento de la infinitud. Comienza diciendo que no puede haber más en un efecto que en su causa. Dice también que en la conciencia del ser humano existe la idea de infinito y esta idea no puede haber sido causada por mi puesto que no soy infinito, solo puede haberla puesto en mi un ser infinito y ese ser infinito es Dios. – El segundo argumento que utiliza Descartes es el argumento de la perfección. Comienza diciendo que en él existen perfecciones y como no puede haber más en un efecto que en su causa, tampoco puedo crear una idea de perfección porque no soy perfecto. Tampoco puedo ser la causa de mis perfecciones puesto que habría puesto en mí todas las perfecciones, por tanto, la causa de mis perfecciones debe ser un ser que posea todas las perfecciones en estado máximo, porque la idea de perfección la tiene que crear un ser perfecto. Y ese ser es Dios. – El último argumento que utiliza Descartes para demostrar la existencia de Dios es el argumento ontológico. Dios se define como ser perfecto y un ser perfecto incluye todas las perfecciones en su grado máximo y como la existencia es una perfección, para que Dios sea perfecto, tiene que existir como mínimo, por lo que el ser perfecto tendrá que existir.
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Por último, Descartes demuestra la existencia del mundo porque parte de la existencia de Dios. Al ser Dios un ser perfecto, Dios tiene que ser bondadoso porque Dios es bueno y bondadoso. Si Dios es bueno, no me engaña y no permite que me equivoque, por tanto, el mundo existe. Aunque queda demostrado el mundo, sigue siendo necesario el método para ver un mundo limitado a las cualidades primarias de las cosas, es decir, un mundo medido y mecanizado. El único mundo posible. Como se advirtió ya en el campo temático anterior se ha perdido definitivamente el mundo de las cualidades.
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La moralprovisional para Descartes en un instrumento metódico para alcanzar su objetivo, que es la intuición de una idea clara y distinta, sobre la que no quepa posibilidad de duda.
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Cuando se somete a la duda, la mayor preocupación de Descartes, es saber que principios morales van a poder guiarle en su vida diaria, hasta que encuentro principios que sea absolutamente ciertos, por que como se sabe, se pueden suspender los propios juicios, creer o no creer; pero es imposible suspender los propios actos, ya que uno no puede dejar de actuar diariamente y de tomar decisiones en la vida cuotidiana.
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Mediante la moral provisional, Descartes trata de rellenar la ausencia momentánea de certeza, mientras está elaborando su método, es decir, mientras está conociendo poco a poco que es real y lo que no, para así tener un punto de partida a partir del cual se pueda edificar el edificio del conocimiento. Es decir, que la duda no pretende borrar el pasado, ni rechazar todos los conocimientos adquiridos sino averiguar cuáles son los principios que la duda no pueda disolver, y por tanto puedan considerarse verdaderos.
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La moral provisional tiene el objetivo de proporcionar unas normas que permitan actuar correctamente, durante el proceso dicho anteriormente. Tiene tres reglas o máximas: la primera máxima consiste en guiarse por los hombres más sabios del país en el que se vive, ya que éstos son los más prudentes, lo que nos exige observación, discernimiento y juicio. Descartes aconseja con esto, que es mejor dejarse llevar por actos más prudentes y moderados, que por actos radicales o por la falta de la razón.
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La segunda máxima consiste en que una vez se ha tomado una decisión, ser firme en ella, ya que es preferible cometer un error que la indecisión, incluso cuando no se esté seguro del todo de la decisión que se hay tomado. Descartes ejemplifica esta máxima con el ejemplo de unos viajeros perdidos en un bosque, si éstos toman un camino y lo siguen los más rectamente posible, aun cuando no sepan a donde se dirigen, llegarán a algún lugar en el que seguramente se encontrarás mejor que en el bosque.
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La tercera máxima es claramente estoica, consiste en que es más fácil modificar aquello que somos capaces de controlar (nuestro propio juicio) que aquello que no está en nuestras manos, (el orden del mundo, sociedad, el azar…) de esta forma, si se consigue ser dueño y controlar los propios pensamientos, uno llegará a la felicidad.
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Las máximas están influidas notablemente por autores precedentes como son: Montaigne, que indica que debido a la diversidad de costumbres, cada uno ha de seguir las leyes, costumbres y religión del propio país; Aristóteles que afirma que hay que seguir las opiniones más moderas y alejadas de todo exceso; los estoicos, especialmente Séneca que influye en el consejo de ser firme y constante, o en el vencerse antes uno a sí mismo antes que a la fortuna, no desear lo que no está en nuestro poder etc. y Sócrates y Platón en el intelectualismo moral al afirmar que ha decidido emplear la vida en cultivar la razón pues “ basta con juzgar bien para obrar bien”.
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La moral provisional, es tan solo una moral de moderación, para no caer en el amoralismo, es decir, la falta de moral, en un momento de la vida en la que no se tiene ningún tipo de certeza sobre nada, pero en el que es imposible suspender los actos propios, ya que durante toda la vida se hacen elecciones y se toman decisiones constantemente. De esta forma, a la hora de tomar decisiones se pueden seguir una serie de reglas o máximas en las que está basada esta moral provisional, para que así resulte menos complicado.
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Como conclusión, indica que es mejor que cada hombre se dedique a la mejor ocupación ya que lo conducirá hacia la felicidad.