Portada » Historia » La Transición Española: De la Muerte de Franco a la Democracia
La transición española abarca desde la muerte de Franco en 1975 hasta 1982, siendo denominados los primeros 5 años como “Quinquenio constituyente”.
El sucesor de Franco fue Don Juan Carlos I, siguiendo lo establecido en la Ley de Sucesión de 1947. Sin embargo, su reinado comenzó con la oposición de varios sectores: franquistas (por desconfianza), partidos de la oposición, e incluso su propio padre (quien no había renunciado a la corona).
En un inicio, se confirmó a Arias Navarro como Presidente del Gobierno, pero en julio de 1976, se nombró a un nuevo presidente. El Consejo del Reino, bajo la presidencia de Fernández Miranda, presentó una terna de candidatos al rey:
Finalmente, fue elegido Adolfo Suárez. Esta decisión sorprendió a muchos. Para la opinión reformista, Suárez, un hombre del régimen anterior, parecía incapaz de llevar a cabo un cambio real. Para los propios resistentes del franquismo, se trataba de un hombre carente de peso. La posible razón de que otros políticos de más tradición y prestigio fuesen descartados estaría en que ellos mismos tendrían sus propios planes de reforma que podían no coincidir con los diseñados desde el entorno del rey.
Ninguno de los grandes personajes del franquismo se integró en el nuevo gobierno de Suárez (como Fraga o Silva Muñoz). En cambio, se incorporaron figuras como Marcelino Oreja. El gobierno tenía que asumir de inmediato iniciativas para institucionalizar un nuevo régimen jurídico y político.
Los objetivos del nuevo gobierno eran claros: el establecimiento de un nuevo régimen y el desmantelamiento del anterior. Para ello, sería necesario un consenso con las fuerzas políticas que estaban en el exilio.
La primera medida que se tomó fue la Ley para la Reforma Política, con la que se establecía un sistema democrático con Cortes bicamerales elegidas por sufragio universal:
La iniciativa de la reforma de las leyes solo recaía en el Congreso y en el gobierno, mientras que el rey solo podría someter a referéndum la reforma. Esta ley fue aceptada por los franquistas, posiblemente porque se les aseguró una transición sin peligros ni represalias por los hechos cometidos en el anterior régimen, y porque se les permitiría conservar su estatus.
. Para ello se redactó la ley de Amnistía por la que se desmantelaba el Movimiento Nacional y se legalizarían el resto de partidos, incluido el Partido Comunista.La oposición exterior franquista presionaba para la adopción de medidas políticas inmediatas ya en 1976.Adolfo Suárez, reunido con la “cúpula militar” explicó el alcance de la reforma para tranquilizar a las cabezas de uno de los más peligrosos escollos para cualquier cambioAseguró a los reunidos que el PCE (Partido Comunista Español) no sería legalizado y que no habría peligro de perder unas elecciones.La oposición va a reclamar la concesión de una amnistía general para los delitos políticos, pero esto no era posible sin modificar el Código Penal.Después de la designación de Suárez, los contactos en secreto entre el gobierno y miembros de la oposición se produjeron con alguna frecuencia, recibiendo así a Felipe González, Jordi Pujol, Tierno GalvánLos partidos de la oposición hacen públicas sus propuestas para avanzar en la ruptura con una serie de condiciones:Legalización de los partidos/Supresión del Movimiento y de los Sindicatos Verticales/Libertades totales…
Una vez aprobada la Ley de Reforma Política, el objetivo va a ser crear el sistema de partidos necesario para que en las elecciones previstas pudiese aflorar el panorama de las opciones políticas que se ofrecían al país y las que éste prefería.
Había que atraer a la reforma a toda la oposición, facilitar la presencia de partidos políticos y controlar los poderes que pretendían impedir la reforma a toda costa.
En este periodo, hubo dos amenazas para la democracia: El golpismo y el terrorismo
Por un lado, la extrema derecha, procedente del franquismo, intentó crear un clima de inestabilidad que truncara la transición (ej. Matanza de Atocha de enero del 77).
Por otro, el terrorismo de ETA. Tras la desarticulación de los GRAPO, ETA comenzó la estrategia de desestabilizar, con el objetivo de forzar una negociación política. La respuesta de los partidos democráticos vascos fue la firma del Pacto de AjuriaEnea (1988)