Portada » Historia » La Transición Española: De la Dictadura a la Democracia
Tras la muerte de Franco en 1975, España se encontraba en una encrucijada. Existían diferentes sectores con visiones opuestas sobre el futuro del país:
Integraban los sectores contrarios a la democracia, representados por grupos como Fuerza Nueva o la Asociación de Excombatientes. Contaban con el apoyo del ejército, las fuerzas del orden y amplios sectores de la élite económica.
Representaban el franquismo moderado. Pensaban que la democracia impedía la supervivencia del régimen, así que apoyaban reformas imprescindibles para su mantenimiento.
Incluían las fuerzas de oposición a la dictadura. Inicialmente estaban agrupados en dos organismos que finalmente se unen en Coordinación Democrática y tenían a su favor el respaldo exterior y una creciente participación social reflejada en las huelgas.
Sucesos como la Revolución de los Claveles en Portugal o la dictadura de los coroneles en Grecia, ambos afectados por la Guerra Fría, demostraron que el respaldo internacional era necesario para un cambio de régimen. El proceso de transición en España comienza tras la visita de los reyes a EEUU, donde el rey Juan Carlos I apostó por la democracia. Además, sustituyó a Carlos Arias Navarro por Adolfo Suárez, encargado de alcanzar la democracia a través de la Ley de Reforma Política y de una amnistía política. De esta forma, se convocaron elecciones y cortes democráticas, y la opción del desmantelamiento de la Dictadura salió vencedora en un referéndum.
El proceso de transición no estuvo exento de riesgos y amenazas. La extrema izquierda, con ETA a la cabeza, y la extrema derecha, con un clima violento y la estrategia de la tensión, representaban un peligro para la consolidación de la democracia.
Se legalizó la mayoría de los partidos que apoyaban la democracia, excepto los comunistas, quienes eran vistos como un riesgo para un posible golpe militar. Tras el asesinato de los abogados de Atocha, se concienciaron de la necesidad del Partido Comunista y comenzó su proceso de legalización tras una actitud responsable de su presidente, Santiago Carrillo. También se declaró el derecho a huelga y la libertad sindical, lo que aceleró el proceso de legalización hasta que el 9 de abril se legaliza el PCE y los militares acatan las normas, reconocen la monarquía y su bandera.
Se buscó instituir Cortes Constituyentes. Los principales partidos que se presentaron fueron:
Tras las elecciones de 1977 se convocaron Cortes Constituyentes, quienes comenzaron con la elaboración de la Constitución, un proyecto complicado por las distintas ideologías. Esta Constitución se aprobó por un consenso generalizado. Primero se elaboró un proyecto de constitución mediante la comisión de 7 ponentes de diferentes partidos. El vicepresidente del gobierno y el del PSOE desempeñaron papeles claves para su elaboración, que sería aprobada por referéndum el 6 de diciembre.
La Constitución recogía los siguientes principios fundamentales:
Se conoce como preautonomía a la etapa anterior a la publicación de la Constitución. Estos órganos eran simplemente simbólicos y sirvieron como instrumento provisional de autogobierno. Por ello, las primeras que alcanzaron la preautonomía fueron País Vasco y Cataluña por haber tenido anteriormente autogobierno. En Cataluña, Adolfo Suárez negoció con el presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas, lo que permitió su restablecimiento. En País Vasco, Jesús María Leizaola obligó al presidente a alcanzar un acuerdo con la Asamblea de Parlamentarios Vascos como paso previo a la concesión de la preautonomía. En este acuerdo no se incluyó Navarra. Estos hechos incitaron al resto de regiones a demandar autogobierno también.
El caso de Cataluña, País Vasco y Galicia fue rápido ya que eran comunidades históricas, lo que implicaba que simplemente se tuvo que aprobar la redacción de un estatuto por las Cortes y por referéndum. En el caso del resto de comunidades fue un proceso más lento porque se exigía el voto a favor de 2 tercios de la población de cada municipio antes de comenzar el proceso. La excepción fue Andalucía, quien empezó anteriormente el proceso por la vía rápida.
Solucionado el problema con Andalucía, UCD y PSOE trataron de activar la transferencia de competencias de una manera más progresiva. Así queda concretado en la Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico (LOAPA). Pero País Vasco y Cataluña lo tomaron como un intento de congelación de la autonomía, por lo que recurrieron al Tribunal Constitucional y se modificó la Ley del Proceso Autonómico. La cesión de estas transferencias significó la necesidad de establecer fórmulas de financiación para asumir costes derivados de la gestión de las competencias transferidas a cada autonomía.
Tras las elecciones, los ayuntamientos se transforman en las administraciones de los asuntos municipales. Se convocan elecciones municipales y la izquierda se hace con el control de la mayoría de provincias. Los ayuntamientos se centraron en el ambiente urbano, ya que desde el final del franquismo los ciudadanos se quejaban de sus condiciones. Por ello, se llevó a cabo un gran esfuerzo por transformar estos espacios urbanos radicalmente.
Tras la victoria de la UCD en las elecciones de 1977, se elaboró la Constitución y se convocaron seguidas elecciones en 1979, donde volvió a ganar Adolfo Suárez. La pérdida de apoyos y resultados insatisfactorios generaron rechazo. Se firmaron los Pactos de la Moncloa para combatir el desempleo y la inflación. Se inició la integración en la OTAN y la Comunidad Europea. Suárez dimitió en 1981 y fue sustituido por Leopoldo Calvo Sotelo.
Con el Decreto de Unificación de la Falange, la Ley de la Administración Central del Estado, la formación del primer gobierno y la aprobación del Fuero del Trabajo se asentaron las bases de un nuevo régimen totalitario. A Franco se le permitió dictar normas jurídicas. Franco no era falangista, simplemente lo utilizó para ganarse sus apoyos.
El primer paso fue crear un aparato legislativo mediante las Leyes Fundamentales del Reino:
Comienza tras la formación del grupo antinazi con la esperanza de que los aliados acabasen después con Franco. De esta forma, se crea en México la Junta Española de Liberación, que formó un gobierno en el exilio. Este gobierno fue aceptado por varios países, pero tras el final de la Segunda Guerra Mundial cambió sus ideas tras aceptar que España no iba a ser liberada y se disolvió tras la llegada de la democracia.
Las expectativas de intervención aliada produjeron la esperanza de una restauración monárquica. De esta manera, Juan de Borbón firma el Manifiesto de Lausana, que fue apoyado por grupos de izquierda firmando el Pacto de San Juan de Luz, pero ya era demasiado tarde. Lo único que se consiguió es que su hijo, Juan Carlos de Borbón, estudiase en España bajo la tutela de Franco.
Los principales opositores fueron los comunistas, quienes apoyaron la lucha guerrillera. La mayoría tenía como objetivo anticipar la intervención aliada en España, creando así la Unión Nacional Española en Francia, con el objetivo de integrarse en la resistencia nazi al mismo tiempo que se organizaba la lucha contra la dictadura franquista. Miembros de esta organización llevaron a cabo la invasión del Valle de Arán, donde miles de guerrilleros entraron en España para promover un levantamiento que fracasó. Ante la poca efectividad de la lucha guerrillera, el PCE buscó una estrategia basada en la movilización de masas a través de la acción sindical. Se crearon la Unión Sindical Obrera, Comisiones Obreras… y otros movimientos minoritarios que protagonizaron huelgas junto con estudiantes.
El ejército se convirtió en la columna vertebral de la Dictadura y del orden social. Se crea el ejército de tierra, mar y aire. Los militares imponen el discurso de los vencedores y se alargó el estado de guerra de forma que los militares juzgaran delitos políticos. La Segunda Guerra Mundial y la decisión de Franco de alejar la sucesión del heredero al trono provocó el alejamiento de los principales generales.
Los falangistas fueron el único partido permitido y se mantuvo su simbología y la retórica como el saludo fascista o el Cara al Sol. La subordinación de la Falange al nuevo estado se concretó a través del Frente de Juventudes para la formación de los jóvenes, el Sindicato Español Universitario (SEU), la Sección Femenina, para formar a las mujeres, o la Ley de Unidad Sindical que agrupaba a todos los trabajadores en el sindicato único.
La Iglesia apoyó al franquismo desde el principio. Los católicos adquirieron gran importancia tras la decadencia de los falangistas. Se creó el nacionalcatolicismo por la influencia de la Iglesia en la Dictadura y se le permitió controlar ámbitos como la enseñanza. El régimen se nutrió especialmente de la Acción Católica Nacional de Propagandistas, aunque años después obtuvieron más importancia el Opus Dei.
Entre ellos destacan grandes propietarios de tierras y la burguesía industrial y financiera, junto a periodistas e intelectuales que difundían una imagen de unidad, orden y bienestar contrario a lo que la sociedad creía. Además, también se vio apoyado por monárquicos divididos entre carlistas (quienes apoyaron el régimen hasta el final) y juanistas (quienes querían recuperar la monarquía en Juan de Borbón).